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El Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo

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Los problemas de Galileo, en especial con algunos jesuitas y dominicanos, comenzaron décadas antes de la abjuración, cuando apuntó su telescopio a los cielos y vio cosas que, de acuerdo con la ciencia honorable y establecida a lo largo del tiempo, no debían estar allí. Aunque Galileo había estado bajo sospecha por años, lo que incitó el odio de Roma fue su libro Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo, publicado por primera vez en 1632. Habiendo sido advertido sobre la enseñanza de algunos de sus puntos de vista (un amigo preocupado le dijo que Roma no era el lugar para hablar sobre cosas de la Luna37), Galileo esperaba eludir los golpes si escribía el libro como un debate intelectual audaz entre tres protagonistas: Salvatori, Sagredo y Simplicio.

A continuación, se encuentran algunos extractos de Diálogos sobre los dos máximos sistemas del mundo:

Esta [un movimiento circular es más perfecto que derecho] es la piedra angular y la base de toda la estructura del Universo Aristotélico, sobre la cual se superponen todas las demás propiedades celestiales: libertad de la gravedad y levedad, ingenerabilidad, incorruptibilidad, exención de todas las mutaciones menos las locales, etc.38

Debo agregar que ni Aristóteles ni ustedes podrán probar nunca que la Tierra es de facto el centro del Universo; si hemos de asignarle un centro al Universo, es probable que el Sol esté en ese lugar, como lo entenderán a su debido tiempo.39

Pero viendo, por otro lado, la gran autoridad que ha ganado Aristóteles universalmente; considerando el número de famosos intérpretes que se han esforzado para explicar sus significados; y observando que las otras ciencias, tan útiles y necesarias para la humanidad, basan gran parte de su valor y reputación en el crédito de Aristóteles; Simplicio está confundido y perplejo, y parece que lo escucho decir ‘¿Quién resolvería nuestras controversias si se despojara a Aristóteles de ese crédito?’40

No quiero decir que una persona no debería escuchar a Aristóteles. De hecho, aplaudo la lectura y el estudio cuidadoso de sus obras, y reprocho solo a aquellos que se entregan como esclavos a él de tal manera que suscriben ciegamente a todo lo que él dice y lo toman como decreto inviolable, sin prestar atención a otras razones.41

Ustedes están enfadados porque Aristóteles no puede hablar; pero les digo que si Aristóteles estuviera aquí, nosotros lo convenceríamos o él destrozaría nuestros argumentos y nos persuadiría con otros mejores.42

¿Quién es el centro del diálogo? ¿Moisés? ¿Jesús? ¿Pablo? No; el énfasis es Aristóteles, cuyas enseñanzas (y la refutación de Galileo a esas enseñanzas) son un componente clave del Diálogo. Nunca se menciona a Moisés, Jesús o a Pablo. La frase “Santas Escrituras” aparece solo dos veces en el libro, a diferencia de “Aristóteles”, que aparece en el escrito un centenar de veces.

El bautismo del diablo

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