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Objeciones teológicas
ОглавлениеAunque la ciencia aristotélica era el trasfondo o el formato original sobre el cual se desarrolló la saga de Galileo, la iglesia tenía otras razones, teológicas y científicas, para rechazar la defensa de Galilei sobre la hipótesis de Copérnico.
En primer lugar, muchos temían lo que el universo Copérnico pudiera ocasionarle al evangelio. Si la Tierra y, por consiguiente, la humanidad fueran el centro del cosmos, en oposición a una órbita lejana de los suburbios del cosmos, tendría mucho más sentido que Dios hubiese enviado a su Hijo a morir aquí, a la cima de su creación. Si la Tierra era solo un pequeñito planeta entre otros millones, la idea de que el Creador vino a salvar a la humanidad se hace menos creíble.
Se podría argumentar, así como lo hicieron algunas personas en ese momento, que nuestra pequeñez en medio del “silencio eterno” y los “espacios infinitos”64 de la creación no hacen más que ensalzar al evangelio. El amor de Dios fue tan inmenso que, en la persona de Jesucristo, viajó por esos “espacios infinitos” hasta nosotros, que estábamos tan lejos, en los suburbios del cosmos.
Imagina que durante toda tu vida te hayan enseñado (y siendo consciente de que a muchas generaciones antes de ti les enseñaron lo mismo) que la Tierra se asentaba en el centro del cosmos, ¡y ahora resulta que te dicen que eso estaba equivocado! No estamos en el centro del estadio; ni siquiera estamos en el estadio. Estamos en las afueras del estacionamiento. Lejos del centro de todo. De repente descubrimos que no solamente somos uno más de un número de varios planetas que orbitan alrededor del Sol, sino también que ese Sol es uno entre miles de millones de otros soles en nuestra galaxia, que a su vez es una entre otros millones de galaxias... En lo que se refiere a geografía cósmica, Copérnico nos sacó del centro del círculo donde nos había puesto Aristóteles desde la antigüedad, y nos exilió a vaya uno a saber dónde.
Aunque escribió cerca de una era después de Galileo, Richard Tarnas capturó lo que esos padres primitivos de la iglesia temían de las implicancias de Copérnico. “La mera improbabilidad de todo el nexo de eventos se estaba volviendo dolorosamente obvia. Que un Dios eterno de repente se haya convertido en un ser humano particular, en un momento y lugar histórico específico, solo para ser ejecutado con ignominia; que una sola vida, relativamente breve, hace dos mil años, en una nación primitiva oscura, en un planeta que ahora se sabe que es un pedazo relativamente insignificante de materia que gira alrededor de una estrella entre miles de millones de otras, en un universo inconcebiblemente vasto e impersonal; que dicho evento con poca distinción podría tener algún significado cósmico o eterno avasallante podría ya no ser creíble para hombres razonables”.65 Aunque estaban equivocados sobre la teoría de Copérnico, los inquisidores tenían razón sobre sus potenciales implicancias.
Otro temor: ¿Qué habría de hacer el universo copernicano en la ascensión de Cristo? Con la Tierra inmóvil en el centro de todo y el cielo desparramado por encima de ella en todas las direcciones, la ascensión de Cristo parecía fácil de visualizar, al menos geográficamente. William R. Shea escribió: “La base fáctica de la ascensión de Cristo también parecía correr peligro por el movimiento de la Tierra. Aquí también la representación diagramática de la teoría que ponía al Sol en el centro del Universo y a la Tierra por encima o por debajo de él, aumentaba la dificultad de visualizar a Cristo en su ascensión a la región más alta de los cielos”.66