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Capítulo 5

Los sentimientos que experimentamos

Uno de los aspectos más importantes de los cinco elementos en relación con la salud son nuestros sentimientos; lo que sentimos puede realmente hacernos enfermar.

Cada elemento y órgano asociado pueden resultar sumamente afectados por un sentimiento en particular. Normalmente, en personas sanas el efecto sólo es a corto plazo, pero si el sentimiento no se expresa durante mucho tiempo, puede causar toda una serie de problemas de salud.

Con frecuencia, las personas se quejan de molestias que han empezado al poco de haber sufrido un trastorno emocional: un problema cutáneo tras la muerte de un ser querido; trastornos intestinales cuando una hija única muy amada se va a estudiar a la universidad; tortícolis o dolor en un hombro tras una semana particularmente estresante y frustrante en el trabajo. No siempre percibimos la relación existente entre estos hechos y las alteraciones de la salud resultantes, y en caso de que la percibamos, a menudo lo consideramos una coincidencia, dado que no tiene explicación en términos convencionales.

A muchas personas les parece más fácil tratar un eczema con una pomada de esteroides que verlo como un efecto de la pena: la pena ha destruido el equilibrio en el elemento metal y sus dos órganos, los Pulmones y el Intestino Grueso. El desequilibrio en los Pulmones se ha extendido a la piel porque, en medicina oriental, este órgano tiene la función de regular la piel. Una de las facetas clave del tratamiento del eczema sería reforzar el metal, de modo que se pueda tratar la pena y lograr así que la piel mejore.

Del mismo modo, unas pastillas pueden atenuar la ansiedad y la preocupación de una madre durante un tiempo, pero la causa de su problema de ansiedad es que su elemento tierra está débil, y reforzar su Estómago y su Bazo mediante una dieta y un tratamiento es preferible al daño que la medicación puede causar en la pared del estómago.

Un tortícolis y un dolor en el hombro también se pueden aliviar temporalmente con pastillas e inyecciones. No obstante, si no se reconoce que la frustración frena el flujo del Qi en los canales del cuello y los hombros y lo bloquea debido a un desequilibrio en el Hígado, y se aplica un tratamiento oriental adecuado, es posible que el problema no llegue a desaparecer nunca.

En muchas personas, los sentimientos van y vienen, no sufren problemas emocionales persistentes. En cambio, en otras, sobre todo cuando uno de los elementos es más débil que los demás, es mucho más difícil que el sentimiento desaparezca.

Cuanto más tiempo permanece en el cuerpo un sentimiento sin resolver, mayor es el potencial de alteración interna y de deterioro de la salud. El problema es que, a la larga, cualquier relación entre un problema de salud y el sentimiento que lo ha causado es fácil que se haya olvidado.

A continuación se presenta un resumen de los sentimientos clave y cómo afectan el cuerpo.

Ira: frustración, irritabilidad y resentimiento

Estos sentimientos afectan el elemento madera y hacen que el Qi del Hígado ascienda y luego se estanque.

Cuando nos enfadamos, a menudo «estallamos», «reventamos», «saltamos», «nos subimos por las paredes» o «nos ponemos rojos de ira». Estos vocablos y expresiones habituales describen el ascenso súbito del Qi, que literalmente puede encender el rostro y la cabeza.

Los sentimientos de ira pueden detener de pronto el flujo normal de Qi que circula por el cuerpo, pero como todo está bien, al cabo de poco el flujo se restablece. Es como tomar el metro en Londres o en Nueva York, a veces el convoy tiene que parar temporalmente entre dos estaciones. Naturalmente, tenemos la sensación de que eso sólo ocurre cuando algo importante para nosotros depende de que lleguemos puntuales a una cita. Las ventanas sólo muestran las paredes negras y sucias del túnel, y nuestros ojos saltan de la puerta a la ventana, al anuncio de seguros, a la ventana y al pasajero de al lado en un intento desesperado de hacer arrancar el tren.

Un momento después, cuando hemos renunciado a intentar arrancar el tren telepáticamente, éste empieza a chirriar y el trayecto continúa, con un pequeño retraso crucial para nosotros.

Cuando finalmente bajamos al andén, de camino a nuestra destinación, la frustración se desvanece y los sentimientos vuelven a la normalidad. Pero sólo hasta que subimos por las escaleras mecánicas, abarrotadas, e intentamos abrirnos camino entre turistas que no saben dónde tienen la mano derecha. Hacer esto de vez en cuando provoca estrés y frustración, pero sólo de forma temporal. Si sucede día sí, día no, cada semana, significa que es posible que surjan problemas.

Lo que ocurre a veces es que el sentimiento de ira o frustración no desaparece del todo. Puede subsistir, sobre todo si lo reprimimos y forma parte de unos problemas emocionales persistentes, y puede «enconarse» fácilmente en nuestro interior. Ello se debe a que el Qi se estanca en el cuerpo, literalmente se queda atascado. El Qi se va acumulando, y con el tiempo la presión que ejerce provoca dolor físico, malestar o estancamiento emocional.

Algunos problemas asociados son: cambios de humor, depresión, timidez, exceso de control e inflexibilidad, así como síntomas muy físicos, como trastornos intestinales, síndrome del intestino irritable (SII), tumores internos y fibromas uterinos.

Preocupación: ansiedad, cavilar en exceso e inquietud

Cuando estamos particularmente preocupados o ansiosos, se puede notar una tensión en el estómago, que se suele describir como tener «un nudo en el estómago».

En medicina oriental, los sentimientos de tipo preocupación se dice que enredan o atan el Qi del Bazo. El Bazo, juntamente con el Estómago, pertenece al elemento tierra, de modo que las sensaciones fisiológicas en el estómago cuando estamos preocupados reflejan cambios súbitos en el Qi del Estómago o el Bazo.

Estos órganos son responsables de la digestión y de extraer Qi y nutrientes de los alimentos que tomamos. Una persona con el Estómago o el Bazo débiles puede ser más propensa a preocuparse; además, se crea un círculo vicioso cuando las preocupaciones constantes debilitan a su vez el Estómago y el Bazo.

Entre los trastornos comunes asociados se incluyen los siguientes: úlceras, náuseas, problemas digestivos, estreñimiento, diarrea, cefaleas frontales, propensión a los pensamientos recurrentes, falta de claridad y obsesión.

Pena: tristeza, pérdida, pesar y separación

Experimentar súbitamente una pérdida y pena puede ocasionar dificultad temporal para respirar y para recuperar el aliento. A menudo ello se debe a que el sentimiento de la pena va directamente a los Pulmones, donde dispersa y estanca el Qi. La pena no tiene que ser causada por sucesos como la muerte de un ser querido, sino que también se puede sentir en situaciones menos obvias, como cuando se da un cambio en nuestra vida. También la provoca el hecho de mirar atrás y pensar en cómo eran las cosas en el pasado.

Si el sentimiento es expresado y tratado, la pena puede reforzar los Pulmones y la salud en general, pero si se reprime es posible que afecte la salud.

El otro órgano que forma parte del elemento metal junto con los Pulmones es el Intestino Grueso, de ahí que a menudo se den síntomas intestinales asociados a este sentimiento.

Entre los trastornos asociados habituales están los siguientes: congestión pulmonar, asma, infecciones de pulmones o resfriados recurrentes, alteraciones de la piel y problemas intestinales como el SII o la colitis. También puede darse una tendencia a ser distante, crítico, arrogante y obstinado.

Shock: miedo y angustia

Un shock o impresión pueden prácticamente detener el tiempo. Cuando estamos impresionados no podemos hablar, pensar ni movernos. Mientras no cesa la impresión, el tiempo no vuelve a correr ni el cuerpo reacciona.

Esta respuesta fisiológica se debe a que la impresión literalmente dispersa el Qi. Patalee cerca de un grupo de palomas mientras comen y saldrán volando en todas direcciones en busca de seguridad. Cuando les parezca que ha dejado de ser una amenaza, volverán y seguirán picoteando las migas del suelo. Lo mismo sucede con el Qi cuando nos dan un susto. Se esparce en todas direcciones, y no vuelve a su funcionamiento normal hasta que se recupera el estado inicial al cabo de un rato.

A veces este estado ordenado no es el mismo que existía antes, y puede darse un desequilibrio. Puede surgir la sensación general de que nada ha vuelto a ser igual desde entonces. El shock o la impresión pueden revestir distintas formas, desde un parto difícil o un accidente hasta una separación matrimonial, y el Corazón es el principal órgano afectado. El Qi y la sangre son extraídos del Corazón para compensar la pérdida repentina de Qi y sangre en todo el cuerpo. Ello puede debilitar el yin del Corazón y reducir la circulación de la sangre y del Qi por todo el cuerpo.

Entre los trastornos frecuentes cabe señalar: dolor crónico, alteraciones del sueño, fatiga crónica y fibromialgia.

Miedo: pánico, ansiedad y aprensión

El miedo forma parte del elemento agua. También forma parte de una respuesta natural esencial a las situaciones de peligro. Percibimos el peligro, lo reconocemos y respondemos ante él, normalmente reduciendo la amenaza de algún modo. Cuando tenemos miedo, el Qi del Riñón desciende rápidamente. Por ello, a veces tenemos la sensación de que nuestras entrañas se han hundido y necesitamos ir al baño de inmediato.

Con frecuencia, la debilidad del Qi del Riñón puede causar temores y angustia. Cualquier desequilibrio fuerte puede causar un estado de temor y angustia general, aunque la amenaza real esté poco definida.

Entre los problemas comunes asociados están los siguientes: a nivel mental, síntomas como ataques de pánico, paranoia, sospechas, fobias y una sensación de ansiedad en relación con la vida; a nivel físico, síntomas como dolor de espalda y problemas urinarios.

Alegría: manía, sobreexcitación y vulnerabilidad

La alegría se sitúa firmemente en el elemento fuego, y tiene mucho que ver con el amor, las risas y el placer. Cuando sentimos alegría, el órgano más afectado es el Corazón.

El Qi del Corazón decae con estos sentimientos, con lo cual se puede experimentar la gama normal de sentimientos alegres, a menudo en beneficio del Qi del Corazón y liberando el estancamiento del cuerpo. Ello puede afectar no sólo nuestra felicidad, sino también la de los de nuestro alrededor. Según un estudio del corazón realizado en Estados Unidos1, los sentimientos alegres incrementan en una tercera parte las posibilidades de que la pareja, hermanos y vecinos sean más felices. El estudio también descubrió que la relación entre la felicidad de las personas puede extenderse mucho más –de hecho, hasta tres grados de separación (hasta el amigo del amigo de nuestro amigo) –, y que las personas que están rodeadas por muchas personas felices tienen más probabilidades de ser felices a su vez.

Sin embargo, cuando se produce un desequilibrio en el Corazón, a las personas les cuesta manejar los sentimientos de alegría y felicidad. A veces su reacción es inadecuada: reaccionan demasiado en el momento inoportuno o el lugar inadecuado, o incluso pueden mostrar una ausencia total de felicidad. Un deseo insaciable de felicidad, buscada sin pausa en el trabajo o el juego, puede suponer un estrés excesivo para el Corazón, y en ocasiones es la causa de este desequilibrio.

En la medicina oriental, el Corazón y la mente forman parte del mismo continuo, de ahí que un exceso en el Corazón pueda subir a la cabeza y trastornar la mente. Por este motivo, muchos de los síntomas asociados a los desequilibrios en el Corazón y los efectos de la alegría reciben nombres psicológicos bien conocidos.

Los trastornos habituales asociados incluyen: palpitaciones, insomnio, comportamiento maniático, problemas de corazón y tendencia a estar a la defensiva, o a ser excesivamente susceptible, paranoico y poco comunicativo.

El libro de medicina oriental (Bicolor)

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