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Capítulo 8

Cómo comemos

El gran impacto de la alimentación en nuestra salud no se debe sólo a lo que consumimos, sino también a la manera como lo comemos. Los alimentos que engullimos, lo que comemos sin darnos cuenta estando estresados en el trabajo, o delante del televisor, absortos en un programa, a menudo el cuerpo no lo procesa adecuadamente.

Nuestros hábitos al comer afectan directamente el proceso digestivo y la capacidad del cuerpo de extraer de los alimentos el Qi que necesita. Si los hábitos alimentarios son buenos, todo el proceso se ve optimizado y funciona como un mecanismo bien engrasado. Si son malos, por muy sana que sea la dieta, los alimentos quedan atrapados en un proceso lento y perezoso que empeora o causa una serie de obstrucciones y desequilibrios, y en última instancia daña la salud.

A continuación se dan unas directrices generales para mantener unos buenos hábitos en la alimentación.

Disfrute de la comida

Comer debería ser una experiencia agradable, no sólo por los sabores, sino también por su efecto en los sentidos. En Extremo Oriente, los chefs profesionales y los particulares conceden una gran importancia al hecho de presentar la comida de un modo atractivo porque son conscientes de que la digestión empieza por la vista, la nariz, el oído y la textura de los alimentos.

Poner atención cuando uno come es un concepto muy importante, y está asociado a la idea de apreciar los alimentos. Aunque pueda parecer obvio, a fin de disfrutar realmente de los alimentos hay que ser consciente del hecho de que se está comiendo.

Es fácil distraerse por toda una serie de cosas durante las comidas, desde un programa de televisión hasta reñir a los niños, pero a menos que uno se dé cuenta y esté pendiente de lo que hace, comer puede convertirse en una simple rutina, similar a otras tareas diarias, como conducir. Pocas personas piensan cuando conducen; en general, el cuerpo lo hace automáticamente. A veces se puede conducir durante muchos kilómetros soñando despierto hasta que uno se da cuenta realmente de lo que hace.

Centrarse en la experiencia de comer, en los sabores, los colores, los sonidos, los olores, las texturas, y en las personas, aunque sólo sea durante un rato, hace desaparecer el comportamiento automático en la mesa y a partir de ese momento ayuda a reforzar los órganos digestivos.

La idea de disfrutar de la comida también es importante en el caso de dietas restrictivas que obligan a algunas personas a comer ciertos tipos de alimentos que pueden no gustarles, y todo por perder peso. En tales situaciones, a veces es importante comer también productos «apetitosos», y valorarlos al comerlos. De este modo se alimenta no sólo el cuerpo, sino también el «espíritu».

Mastique bien

El acto de masticar desmenuza la comida, de modo que el Estómago puede dedicar menos energía al proceso digestivo. También puede servir para relajar el cuerpo y reducir el estrés durante las comidas. La acción de masticar es esencial para que ciertos productos se disgreguen. Los cereales integrales, por ejemplo, no alcanzan su estado nutricional óptimo si previamente no se han disgregado con saliva en la boca.

Tengo la suerte de tener un suegro que es el paradigma de la buena masticación. Siempre es el último en levantarse de la mesa; cuando a los demás sólo les queda un poco de salsa en el plato, él todavía está masticando los encurtidos del aperitivo.

La increíble capacidad de mi suegro para masticar no resultaría práctica a la mayoría de las personas, así que, a menos que usted comparta sus mismos genes ancestrales de Ishizuka, sólo debería masticar los alimentos el tiempo suficiente para poder dejar los cubiertos sobre la mesa entre cada bocado.

Masticar es especialmente importante para las personas que desean perder peso, ya que cuanto más se mastica, al final menos se come. Según una investigación reciente realizada en China, las personas que mastican los alimentos 40 veces consumen alrededor de un 12% menos de calorías que las que los mastican sólo 15 veces.3

Mantenga unos hábitos alimentarios regulares

El ciclo natural del cuerpo requiere varias comidas al día a intervalos regulares (la mayoría de las personas toman tres comidas principales al día), y ello es importante para mantener la fuerza en los órganos digestivos.

Saltarse comidas con frecuencia puede causar toda una serie de problemas:

• Saltarse el desayuno puede debilitar el Qi del Bazo. Tradicionalmente, el desayuno ha sido la principal comida del día, y proporciona la energía que el cuerpo necesita para salir a trabajar. Si el Bazo está débil, la digestión se ralentiza y se puede acumular humedad. En términos comunes ello significa que si uno se salta el desayuno –o cualquier comida, en realidad–, tiene más posibilidades de ganar peso en los momentos en que decide comer. Por lo tanto, para la persona que desea perder peso, saltarse el desayuno es contraproducente.

• Saltarse la comida acumula calor en el Estómago, ya que éste se prepara para comer, pero no le llega comida. El calor puede afectar la pared del estómago, los niveles de humedad y el yin. Ello puede causar una desagradable sensación de ardor en el estómago, apetito constante, sed y encías débiles.

• Saltarse la cena debilita el yin del Estómago, causando una falta de apetito, molestias estomacales y sequedad en la boca.

• Comer entre comidas y picar puede hacer que el Qi se estanque y la humedad se acumule. Ésta es otra causa de aumento de peso, y también causa dolor, molestias, gases e hinchazón.

• Los cambios frecuentes de dieta, por ejemplo cuando se viaja o se hace régimen, también pueden debilitar el Estómago.

Regule la rapidez con que come y bebe

Comer demasiado rápido puede dañar el Estómago y el Bazo y suponer una carga para el proceso de digestión. Puede causar un estancamiento del Qi y producir humedad. Ello ha sido confirmado por una investigación japonesa reciente que estudiaba el hábito de comer rápido durante las comidas. Concluía que las personas que comen rápidamente presentan el tripe de probabilidades de tener sobrepeso que las que comen a un ritmo normal.4

Beber demasiado puede llenar el estómago, y es algo que debe evitarse durante las comidas para no hacer trabajar demasiado al Estómago ni al Bazo. Durante las comidas se debería beber a sorbos, no a tragos largos.

Coma sin distracciones

Evite comer durante una situación emocionalmente delicada, durante una discusión, un debate, delante de la televisión o el ordenador, mientras trabaja o estudia y, en general, cuando esté estresado. Todas estas actividades pueden debilitar la digestión.

Cuando se está estresado, la circulación del Qi puede bloquearse, y la delicada relación entre el Hígado, el Bazo y el Estómago puede alterarse, lo cual causa indigestión, dolor de estómago e hinchazón.

Limite la cantidad de comida

Comer en exceso es algo que la mayoría hacemos sin ni siquiera darnos cuenta de cuán a menudo sucede. Los síntomas extremos del comer en exceso, entre ellos la indigestión, la hinchazón y los gases, dejan de ser extremos. De hecho, son tan corrientes que la gente los soporta a diario sin comprender que no aparecen por culpa de su cuerpo, sino por sus hábitos alimentarios.

Comer demasiado de una sola vez puede hacer que la comida se estanque por falta de espacio suficiente, literalmente, para que circule. Ello provoca dolor e incomodidad en el estómago, mal aliento, hinchazón, estreñimiento y cansancio. También se puede generar humedad y calor en el Estómago, ya que el estancamiento genera calor y acumula líquidos. Eso puede causar dolor de cabeza frontal, náuseas, sensación de pesadez, dolor estomacal e incomodidad y diarrea.

Lo ideal es parar de comer justo el momento antes de sentirse lleno, cuando la comida ocupa sólo dos terceras partes del estómago.

Cuidado con las dietas

Las dietas para perder peso que exigen comer menos pueden debilitar el Estómago, generando calor y dañando el yin. Si se sigue este tipo de dieta, probablemente se pierda grasa, pero a menudo el efecto en el Estómago y el Bazo supone que, una vez que se deja la dieta, se recupera lo perdido. Las dietas basadas en comer un solo tipo de alimento en cantidad también desequilibran el Estómago y el Bazo, y a menudo provocan una acumulación de humedad.

Atención a cómo combina los alimentos

Si se tiene el Estómago débil, lo mejor es evitar tomar alimentos calientes (cocinados) y fríos (refrigerados) a la vez. La razón es simple: el estómago tiene que trabajar más para procesarlos.

Igualmente, combinar demasiados tipos de alimentos, sabores y cualidades muy diferentes en un espacio de tiempo breve puede ser excesivo para un Estómago débil, y provocar estancamiento y humedad. En este caso, lo mejor es preparar comidas sencillas.

La fruta puede aportar mucha humedad al cuerpo, es fácil de digerir y ayuda a mantener un movimiento regular en el intestino. Sin embargo, si se toma con las comidas, en combinación con otros alimentos, muchos de estos beneficios se diluyen. Para que la fruta aporte todos sus beneficios, debe tomarse sola, fuera de las comidas principales, si es posible.

Una dieta ideal

Un estudio realizado en Grecia y publicado en 2009 constataba que muchas características de la dieta mediterránea tradicional favorecen la longevidad. Algunas de ellas son un consumo moderado de alcohol, un consumo bajo de carne y productos cárnicos, un alto consumo de verduras, frutas, frutos secos y legumbres, y una proporción alta de grasas monoinsaturadas frente a las saturadas.5

La dieta mediterránea favorece unos hábitos dietéticos que tienen mucho en común con los considerados beneficiosos para reforzar el Estómago y el Bazo. Si estos dos órganos digestivos están fuertes y reciben alimentos que favorece la producción de Qi y sangre, todo el cuerpo se ve beneficiado.

Según la medicina oriental, la dieta ideal es la que incluye los cinco sabores: amargo, dulce, picante, ácido y salado (ver el capítulo anterior). Pero como todos tenemos distintos cuerpos con desequilibrios, preocupaciones y vidas diferentes, la combinación adecuada exacta de sabores y temperaturas varía de una persona a otra. Lo que es saludable para una persona puede dañar a otra. Los individuos con un Qi débil, por ejemplo, pueden sentirse hinchados con productos lácteos, mientras que a los que tienen un yin débil les favorece su efecto humectante.

Para la mayoría de las personas, una dieta equilibrada puede consistir en:

35 % APROX.: cereales integrales, como arroz, mijo, cebada, trigo, avena, maíz, centeno, quínoa y amaranto.

35 % APROX.: fruta fresca y verdura de la temporada.

20 %: legumbres, semillas o frutos secos, entre ellos judías, lentejas, pipas, almendras y nueces.

10 % O MENOS: proteínas animales, entre ellas lácteos, carne, pescado, aves y huevos.

La mayor cantidad posible de comida debería ser de la máxima calidad y producida orgánicamente, ya que los productos animales comerciales pueden contener hormonas del crecimiento, antibióticos y esteroides, sustancias que no deberían entrar en nuestro cuerpo con frecuencia.

Las directrices anteriores son la base de una dieta equilibrada, y ésta debería adaptarse según las necesidades individuales.

Grasas

En general, las ideas convencionales sobre los alimentos saludables y no saludables han estado dominadas por conceptos sobre las grasas y sobre cómo su cualidad puede hacer enfermar.

Por lógica, un consumo de grasas saturadas y grasas hidrogenadas (a veces llamadas «grasas malas») aumenta claramente nuestra propensión a sufrir todo tipo de trastornos graves, como enfermedades cardíacas o un nivel de colesterol alto. Las grasas saturadas se encuentran en muchos tipos de carnes, lácteos, helados y algunos aceites, como el de palma y el de coco. Las grasas hidrogenadas, o trans, se encuentran en la mayoría de los alimentos procesados y envasados, como las galletas, las patatas fritas, los donuts, los pasteles, los productos basura fritos, y la mayoría de las barritas de caramelo o chocolate.

A menudo, se anima a la gente a reducir las grasas saturadas e hidrogenadas y a consumir más «grasas buenas» (monoinsaturadas y poliinsaturadas), porque se cree que en general son beneficiosas para la salud del corazón y para el nivel de colesterol. Las grasas monoinsaturadas (entre ellas los ácidos grasos omega 9) se encuentran en alimentos como los aceites de oliva, de girasol, de cacahuete y de sésamo, aguacates, aceitunas, almendras, cacahuetes, nueces de macadamia, avellanas, pacanas y anacardos. Las grasas poliinsaturadas (entre ellas los ácidos grasos omega 3 y 6) contienen «ácidos grasos esenciales», y están en los aceites de soja, maíz y cártamo, en las avellanas, pipas, semillas de sésamo, de calabaza y de lino, pescados grasos (salmón, atún, caballa, arenque, trucha y sardinas), verduras de color verde oscuro, leche de soja y tofu.

Existe una estrecha correlación entre la medicina convencional y la oriental en este ámbito, en particular en la necesidad de evitar las «grasas malas», que entorpecen la digestión y causan una acumulación de humedad y flemas en el cuerpo. No obstante, el problema con este enfoque es que muchos de estos alimentos contienen otros constituyentes, aparte de los ácidos grasos, o que en ocasiones tienen una clasificación algo distinta en la medicina nutricional oriental tradicional.

Por otra parte, si bien es cierto que mucha gente consume sistemáticamente demasiadas «grasas malas» con su dieta –grasas que generan humedad y flemas o mucosidad en el cuerpo–, estas grasas no son malas para todo el mundo y en todo momento. Para las personas delgadas, con un yin muy débil, por ejemplo, los alimentos altos en grasas saturadas pueden ser beneficiosos, siempre que sean de buena calidad y tomados con moderación.

Un consumo excesivo de «grasas buenas» también puede ser problemático. Muchas de ellas parecen tener un efecto beneficioso en el movimiento del Qi y la reducción de la mucosidad y la humedad, pero su exceso altera por completo la situación. Demasiadas avellanas, por ejemplo, aumentan la mucosidad en los Pulmones y el calor en el Corazón. El tofu puede debilitar el yang del Bazo porque es muy refrescante. La sal de las anchoas puede debilitar el Qi del Riñón y los huesos. Las sardinas pueden incrementar la mucosidad, y los cacahuetes y aguacates son fuente de humedad y pueden dañar el Qi del Bazo. Por lo tanto, es aconsejable considerar las grasas en el contexto más amplio de la dieta y los hábitos alimentarios.

Vegetarianos

Ya que el consumo de productos animales no debería llegar a más del 10 % del total en una dieta saludable normal, los vegetarianos no deberían preocuparse demasiado por carecer de las ventajas nutritivas de la carne. Las legumbres, cereales y frutos secos pueden más que compensar la carne de la dieta si se toman regularmente. Con todo, es importante no depender demasiado de alimentos proteicos altos en grasas concentradas, como los frutos secos y las semillas, y tomar más cereales integrales.

Un problema frecuente es que como la carne suele calentar ligeramente, sin ella hay a veces una falta de equilibrio. Muchos vegetarianos toman abundantes alimentos fríos y crudos, como ensaladas, que pueden debilitar la digestión y el yang. Ello se puede corregir añadiendo productos cálidos, como jengibre, canela y otras especias.

Entre los vegetarianos también aparece a menudo una debilidad en la sangre, y no porque no coman carne, sino debido a las combinaciones y a la calidad de los alimentos que toman. Para evitar este desequilibrio, ver el apartado «Sangre débil», para más detalles sobre la dieta.

Alergias

Algunas personas sufren reacciones alérgicas a ciertos tipos de alimentos, como los frutos secos. Si a usted le sucede, escuche a su cuerpo, en lugar de seguir una dieta o una lista de productos al pie de la letra. Si tiene una reacción «alérgica» después de tomar alimentos que deberían ser beneficiosos, es que esos productos no lo son para usted, de modo que debe buscar alternativas. Recuerde que la clave es el sentido común.

El libro de medicina oriental (Bicolor)

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