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Capítulo 1

El estado del Qi del cuerpo

Damos por sentado que bajo la piel hay músculos, tendones, nervios, vasos sanguíneos, órganos, cartí-lagos, huesos, etc. Lo que no es tan sabido, en particular entre las personas de culturas occidentales, es que dentro de este complejo sistema hay algo más difícil de cuantificar, algo que es real y esencial en la misma medida para la buena salud: el concepto de Qi.

El Qi se define de muchas maneras, pero normalmente se describe como una «energía». Técnicamente ello es correcto, dado que el Qi sin duda es energético, pero también es mucho más que simple energía.

El kanji, o carácter, para el Qi en chino es , y aquí radica el problema: en español no existe ningún término que abarque su verdadero significado. Los japoneses poseen un carácter equivalente, el ki, los chinos lo leen como chi, los coreanos lo llaman gi, y los tailandeses, ghi. Pero en español, sin ninguna explicación adicional, tan sólo es mitad ecuación matemática, mitad un signo. Nosotros no lo vemos como un ideograma chino que representa el vapor que desprende una olla de arroz hirviendo, y aunque así fuese, no nos diría mucho más.


Qi: vapor que se eleva del arroz hirviendo

El concepto de Qi se utiliza para explicar todas las formas de lo que podemos llamar energía, aunque en esencia no es una energía. El Qi existe en todos los seres vivos, grandes y pequeños. Es duro como una roca, y por lo tanto material, pero también es como el vapor y, por ende, también inmaterial.

Es el universo, que a la vez es usted y soy yo.

Es la respiración, la vida que tenemos o nuestra propia existencia.

Fluye por todo el cuerpo en una intricada red de canales, igual como la sangre fluye por los vasos sanguíneos, y sin la cual el aire no nos llegaría a los pulmones y nuestro corazón dejaría de latir.

No aparece en los exámenes médicos convencionales, y por esta razón su existencia en ocasiones es objeto de burla. Pero las cosas no tienen que ser observables a simple vista para que existan. Sentimos la brisa en las mejillas, vemos que los árboles se mecen suavemente y oímos el silbido de los edificios altos, y aunque no lo vemos, sabemos que sopla el viento. Lo sabemos porque vemos claramente sus efectos en el mundo que nos rodea.

El Qi no es algo en lo que podamos creer o no creer. Para que la medicina oriental funcione, no se necesita un sistema de creencias que facilite su comprensión. El Qi existe independientemente de lo que pensemos de él. Una manzana caerá del árbol tanto si creemos en la teoría de la gravedad como si no. El Qi simplemente existe, nos guste o no.

El Qi es algo que normalmente no sentimos de forma cotidiana, aunque podríamos sentirlo si supiésemos qué buscar y cómo practicar su búsqueda.

Sin embargo, lo sentimos cuando algo va mal. Si el Qi se atasca en su recorrido por el cuerpo, éste nos avisa generando dolor o molestias. Si se debilita, nos sentimos agotados. A veces sabemos que algo va mal pero no sabemos exactamente el qué, o bien unas pruebas médicas exhaustivas no consiguen dar un diagnóstico claro. En ocasiones, un simple cambio de punto de vista puede ser la respuesta: reconocer que el Qi desempeña un papel en el restablecimiento de la salud.

El libro de medicina oriental (Bicolor)

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