Читать книгу Un imperio eterno: Un viaje a las sombras - Daniel Correa - Страница 4
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Pasaron dos días y no podía olvidar aquellos ojos azules, penetrantes, clavándose en sus pupilas. Eran las cuatro de la mañana y su décimo cigarrillo en una hora, no se consideraba fumador, solo, como suelen decir aquellos que se niegan admitir que lo son, se decía que era fumador social, y esta espera le estaba atacando los nervios.
No podía expresar cómo se sentía: en su interior se gestaba una batalla entre si fue real o solo un sueño. Apenas recordaba cómo llegó a su casa, tan solo sabía que paró en todos los bares que encontró de camino para hacer frente a lo que había sucedido en aquella habitación. Había estado con unos de los asesinos en serie más sanguinarios que hayan existido y había salido ileso, no solo eso, había salido con una invitación. Estaba aterrorizado, pero por extraño que pareciera, durante esos dos días algo estaba creciendo dentro de él, una necesidad de saber, de conocer la verdadera historia.
Apagó el que se juró sería su último cigarrillo, al menos hasta el siguiente, y se decidió a escribir una carta a quien sin ninguna duda dentro de poco sería su exmujer. Ella no soportó sus continuos fracasos, ni su obsesión por este caso, pero por fin había dado con algo. Aún no sabía dónde le llevaría ni cómo saldría de todo aquello, pero tenía que compartirlo con ella, darle una razón para que siguiera creyendo en él y pedirle perdón.
Seguía lloviendo, no había parado de llover durante toda la noche, aquel día sería frío. Hizo la maleta sin saber qué metía en ella ni siquiera sabía si vendría, aún creía que todo aquello no era más que una broma de ese cabrón de Armando, disfruta haciendo leña del árbol caído y su situación profesional no podía caer más; él fue buena causa de aquello, destrozando y tergiversando todo su trabajo.
—Buenos días, señor Ruiz, ¿tiene todo listo?
El corazón casi se le sale del pecho cuando entró en el salón y descubrió su figura sentada en el sofá, con aquella sonrisa blanca y su traje de seda azul. No supo qué decir; se quedó completamente paralizado. No podía dejar de pensar en cuántas de sus víctimas se vieron así, sorprendidas por aquel hombre. ¿Cómo habría entrado? Tenía todo cerrado, o al menos eso creía.
—Veo que tiene una Nikon D5200, muy buena cámara, muy ligera; aunque yo prefiero la Canon EOS 6D.
—Es a todo lo que llegaba mi presupuesto —titubeó Óscar—. ¿Cómo ha entrado?
—Por la puerta, por dónde si no. Podrá llevar cámara de fotos, pero nada de vídeo, ¿de acuerdo? —Óscar asintió con la cabeza y con la boca abierta—. Bien, ¿tiene su equipaje listo? No hace falta que eche mucha ropa, solo lo esencial. Allí le proporcionaremos todo lo que necesite, es mejor viajar ligero, además en Roma se sentirá más integrado si viste como nosotros. Como ya le dije, se hospedará en mi casa. Está en isla de Equus, es la que está más al norte.
—Equus significa caballo en latín, ¿verdad?
—Sí, señor Ruiz, nuestra isla venera al caballo y nos dedicamos básicamente a la cría del mismo, todo romano tiene un caballo de la isla de Equus.
—Si voy a ser su invitado creo que deberíamos empezar a tutearnos, ¿no cree? Llámeme Óscar, por favor.
—De acuerdo, Óscar. Pues si tienes todo listo, lo mejor será que nos vayamos ya. Tenemos un largo viaje hasta Barcelona. Eso no será más que el inicio de su aventura. Sígueme, por favor.
Diario
Y sin más salimos por la puerta camino de aquella supuesta aventura con aquel hombre misterioso. Mi corazón no podía dejar de palpitar cada vez con más fuerza, tenía que tranquilizarme y relajarme, afrontar aquel viaje que empezaría en la estación de Atocha y quién sabe cuánto duraría.
Cada vez que paso por aquellas puertas y entro en los jardines de la estación vienen a mí aquellas tardes de domingo, jugando con mi hermano y desesperando a mi padre. Hace tiempo que no les llamo, no les veo desde Navidad y de eso hace ya cuatro meses. Quería haberles llamado antes de salir, pero no he tenido valor. Me engaño a mí mismo diciéndome que no lo he hecho para no preocuparles, pero no es así; desde la muerte de mamá todo ha cambiado: ella era el vínculo que nos unía y sin ella no sabemos estar juntos, sin un árbitro que ponga fin a nuestras eternas discusiones. Quizás tengan razón y no sepa tomar las decisiones adecuadas, no hay más que mirarme, a punto de coger un tren a Barcelona y luego quién sabe adónde, con quien sé que es un asesino en serie y que no muestra ningún tipo de arrepentimiento, es más, catalogó a sus víctimas de monstruos, quizás sea verdad que estoy perdiendo la cabeza, que este caso me ha sobrepasado, pero la sola idea de poder pisar Roma embriaga a cualquiera, descubrir sus secretos, sus ciudades, su cultura…
Aquella misma noche
—Óscar, venga, date prisa, es por aquí.
—¿Qué debemos buscar, el andén 9 3/4?
—Muy gracioso; venga, date prisa, que llegamos tarde.
Tuvieron que salir a la carrera hasta el andén 5, donde les esperaba el AVE que les llevaría a Barcelona. No es tan mágico como se había imaginado. Se sentaron en sus asientos de turista; cerró los ojos, respiró profundamente, se preparó para la que sin ninguna duda sería la aventura de su vida. O al menos eso esperaba.
Sin darse cuenta se quedó completamente dormido en su asiento; fue como si hubiera perdido toda la presión que acarreaba los últimos días y se hubiera rendido al placer de un sueño reparador.
El aviso de llegada le despertó; aún era de día, aunque bien entrada la tarde; debían de ser sobre las siete y media, con las prisas se dejó el reloj en casa y una de las muchas condiciones que le puso Lucius fue no llevar móvil.
Lucius parecía pensativo, no se atrevió a preguntarle, aún no estaba seguro de si debía confiar en él, pero no le queda más remedio si quería ir a Roma.
—¿Cuál es el plan, Lucius?
—Ahora debemos esperar. Solo hay una forma de ir a Roma y es en uno de nuestros barcos.
—¿Hasta cuándo debemos esperar?
—Mañana llegará el Esturión al puerto de Pineda del Mar. Alquilaremos un coche y pasaremos la noche allí. Mañana por la mañana embarcaremos rumbo a Equus. Allí podremos descansar y hablar tranquilamente. Explicarte el porqué de este viaje y lo que esperamos de ti.
—¿No puedes adelantarme nada?
—No es seguro, Óscar, es mejor que esperemos a cuando lleguemos a mi hogar. Solo puedo decirte que queremos que escribas un libro. Bien, antes de nada, ten.
—¿Qué es esto?
—Es tu nuevo DNI, es por precaución, no queremos que nos sigan los pasos. A partir de ahora tu nombre es Mario Sanz, y somos hermanos. Yo alquilaré el coche; tú, solo asiente.
Cuando llegaron al mostrador de Rent a car se sorprendió de la capacidad de invención de Lucius. Seguro que no era el primer papel que interpreta, ni su primer DNI falso. En ese momento comprendió por qué era tan difícil de ver un romano lejos de Roma. Se esconden tras identidades falsas para poder pasar desapercibidos. Pero, ¿por qué? Lucius, a pesar de ser unos de los hombres más buscados en Europa, había conseguido que la policía no conociera su verdadera identidad ni su aspecto físico, no tenían ni una foto suya. Aquella era una de las muchas preguntas que se apuntó mentalmente aquella noche.
Diario
Hemos llegado a Pineda del Mar a las nueve de la noche. Hemos dejado el coche y nos hemos instalado en un hostal cerca del puerto. No está siendo un viaje a todo lujo. Según Lucius así es mejor, es más fácil esconderse entre la gente que en una suite de hotel. Me ha repetido varias veces que debemos pasar desapercibidos.
Tumbado en la cama por fin tengo un momento de tranquilidad, aunque no dejo de darle vueltas: por qué tanto misterio, por qué yo también tuve que usar un DNI falso. Después de un rato recordé algo a lo que no le había dado importancia: el revisor que me picó el billete me llamó Mario; yo lo dejé correr, pero ¿por qué no me dijo entonces Lucius lo del carnet falso?, ¿creería que me echaría atrás al ver tanto misterio? No lo sé. Otra pregunta más a mi bloc mental. Ahora será mejor que me asee un poco antes de bajar a cenar.