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SACRALIZANDO LA VIDA COTIDIANA

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Sostener una visión integral en la cotidianidad, implica trascender las acciones mecánicas, rutinarias y repetitivas, convirtiéndolas en actos conscientes en los que podemos percibir la profundidad inherente a todo lo que hacemos. Por ejemplo, la ducha matutina puede ser sólo un acto ordinario o ser un baño de purificación de todas las mañanas; comer puede consistir sólo en atiborrarse de sustancias tóxicas o en un acto sacralizado de nutrición del vehículo de nuestra conciencia; la sexualidad puede consistir en un acto biomecánico de descarga o evasión de la soledad, o puede ser un encuentro sagrado de unión entre dos seres humanos, que trascienden su alienación gracias al afecto mutuo; trabajar puede ser algo aburrido y mecánico para ganar dinero o puede ser un acto de autorrealización y servicio a la comunidad. Entonces, cuando la visión integral está incorporada, uno descubre la práctica integral todos los días, sin necesidad de un lugar especial ni horarios programados, simplemente sacralizando la vida instante a instante. Por supuesto que esto no descarta los beneficios de la meditación y los ejercicios psicofísicos, sino que los incluye. Por esta misma razón proponemos realizar breves meditaciones, pero repetidas a lo largo del día, a fin de ir profundizando nuestra percepción de los actos cotidianos.

“Cruzamos el infinito a cada paso; nos encontramos con la eternidad en cada segundo”, nos recuerda el gran poeta bengalí Rabindranath Tagore.

Es preciso asumir que mientras hablamos del desarrollo psico-espiritual, la guerra, la injusticia social y el terror siguen llenando las páginas de los medios de comunicación. ¿Qué responsabilidad nos toca frente a esta realidad?

El trabajo integral trasciende nuestros pequeños intereses personales. Los seres humanos tenemos una responsabilidad ineludible en la evolución de la conciencia. Y éste no es un tema burgués ni un divertimento intelectual. De esto depende el futuro de la vida en este planeta: de la sencilla actitud cotidiana, que nos lleve a expandir nuestra conciencia cada día un poco más. La alienación básica de nuestra conciencia, el sentirnos en estado de separación de todo lo que existe, es la raíz de la mayoría de nuestros males. Ésta es la enfermedad esencial, y sólo la meditación, ayudada por la psicoterapia (o el coaching, o el counseling) individual y grupal, puede sanarla.

Este trabajo se torna primordial. Como seres vitales necesitamos contactarnos con nuestra información primaria, que lamentablemente se empieza a bloquear cuando no recibimos la educación adecuada para crecer en libertad. Necesitamos recuperar nuestra memoria primal, el contacto con la Fuente, el origen de la vida, y desde allí nutrirnos, crecer y sanarnos. De lo contrario, la frustración crónica genera las semillas de la violencia.

Me considero un pensador evolucionista, y asumo que el Universo tiene un sentido, que no es todo casualidad y que la conciencia humana ha evolucionado y seguirá haciéndolo, aunque no de manera lineal. Cuando alguien repite que “estamos peor que 2.000 años atrás”, afirmo que lo dice simplemente porque no vivió hace 2.000 años. Estoy de acuerdo en que siguen existiendo el imperialismo, la explotación de los humildes y nuevas formas de esclavitud, pero no en una forma tan brutal como en la época de Atila, del Gengis Kan o el Imperio Romano. Me da mucha pena salir a la calle y ver niños “trabajando”, pero era peor ver gente crucificada en la puerta de la propia casa. Me produce mucha tristeza saber que hay gente esclava de un salario bajo, y que aún existe la esclavitud literalmente, pero ya no se vende gente en las plazas públicas como se hacía antes. Es lamentable el mal uso de la tecnología, pero yo no querría volver a la época donde la gente moría de infecciones porque no se había descubierto la penicilina. Hay muchísimo por cambiar, pero creo que el ser humano ha evolucionado y sigue haciéndolo, porque el camino de la evolución es infinito. Indiscutiblemente, nuestro extraordinario progreso tecnológico no ha ido acompañado de un desarrollo moral y espiritual compatible. Pero aun así, estamos evolucionando.

Considero que la clave para que la conciencia siga evolucionando está en la integración de la práctica corporal-psico-socio-espiritual. Si no desarrollamos una cultura en la cual el ejercicio físico, la dieta, el trabajo energético, la terapia, las relaciones interpersonales, el servicio y la práctica espiritual se integren, vamos a seguir disociados. Para alcanzar la paz en el mundo, antes tenemos que integrar nuestra sombra y nuestra luz, nuestro infierno y nuestro cielo interiores.

Las culturas disociativas producen métodos disociativos. Los métodos disociativos producen personas disociadas. Y las personas disociadas, que viven en guerra consigo mismas, no hacen más que llevar su guerra interior afuera, sembrando el horror en el mundo. Según su energía lo harán pegándole a su mujer, persiguiendo a quienes piensan diferente o arrojando aviones contra los edificios, pero su estado de conciencia es siempre el mismo. El trabajo vivencial del Modelo Interacciones Primordiales nos lleva a estados de conciencia en los que realmente comprendemos y sentimos que somos una unidad con la totalidad de la vida. Una persona que accede a esta experiencia, pero no una o dos veces, sino en forma sistemática, no necesita cursos de moral. Una persona así, sana su división esencial, encarna el bien y lo expresa espontáneamente en su vida. En esto consiste sacralizar la cotidianidad.

Todos los métodos del Modelo Interacciones Primordiales apuntan en esta misma dirección, por eso los describiremos muy sintéticamente en las próximas hojas, pero es la Meditación Primordial la que constituye la práctica central, puesto que más allá de las profundas experiencias que podamos experimentar durante una sesión de terapia, de Coaching Primordial o en un taller de Danza Primal, es la actitud contemplativa la que puede traernos de vuelta a la experiencia de unidad una y otra vez, de manera sistemática, no esporádica, a fin de que nuestra conciencia se asiente cada día más en ese espacio interior y sagrado, en el que fluimos en unidad con la totalidad de la vida.

Veamos una breve descripción de estas tres metodologías y de estas tres disciplinas que, como mencionaba más arriba, pueden ser vistas con mayor detalle en el apéndice final.

9 Como he mencionado en una nota anterior, he tratado este tema con mayor profundidad en El Vínculo Primordial, Op. Cit., “Introducción” y el capítulo sobre “El camino científico y el camino religioso”. Remito allí a quien tenga interés en una comprensión más profunda de la relación entre ciencia, religión y espiritualidad.

10 Las formas de psicoterapia y coaching que reniegan de la espiritualidad, caen en el mismo error que las religiones que reniegan de la psicoterapia. Es exactamente la misma estrechez de uno y otro lado.

11 El reduccionismo consiste en explicar los fenómenos que ocurren en un plano de la realidad mediante las leyes de planos menos complejos. Por ejemplo, pretender explicar la espiritualidad mediante variables biológicas, que por supuesto siempre están presentes (aun los estados más elevados de consciencia implican una determinada química cerebral) pero no alcanzan para entender la trascendencia en toda su dimensión. Una cosa es afirmar que las experiencias místicas tienen un sustrato neuroquímico, y otra cosa muy distinta es sostener que no son más que un fenómeno neuroquímico. El elevacionismo hace todo lo contrario, procura explicar los fenómenos que ocurren en un plano de la realidad mediante las leyes de un plano superior. Un ejemplo clásico es confundir una simple enfermedad mental con una auténtica experiencia mística.

Meditación primordial

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