Читать книгу Meditación primordial - Daniel Taroppio - Страница 8

Prólogo II

Оглавление

Prologar a un hombre de la talla de Daniel Taroppio resulta una aventura de aprendizaje profundo y amoroso. Es alguien que conjuga, al mismo tiempo, una escritura focalizada, escrita con el arte de una mente que traza sus líneas con la precisión de un experimentado cirujano, sin perder por ello belleza y, al mismo tiempo, una capacidad de conectar espacios de pensamiento que abren una ventana de luz dentro del corazón. Y esto sólo es posible plasmar, cuando se cuenta con un extenso y profundo recorrido clínico y una sólida formación teórica.

En esta oportunidad, nos encontramos con un texto desafiante y cuestionador de muchas creencias, que portamos como hábitos, sin darnos espacio a ver que la realidad funciona de un modo diferente, más noble y sencillo de lo que imaginamos. Por ejemplo, el recordarnos que meditar no supone esfuerzo, sacrificio, ni es una tarea dificultosa, sino algo bien distinto: “…es el arte de descansar en la profundidad de nuestro Ser” (Daniel Taroppio).

Si bien es cierto que su propuesta forma parte de otra más abarcativa, fundada en el Modelo de Interacciones Primordiales, el propio texto con el que hoy nos encontramos posee una unidad propia. Al leerlo me hizo recordar una conferencia sobre el budismo en el relato de Jorge Luis Borges, que escuché en el año 1977 en el Teatro Coliseo, en la ciudad de Buenos Aires y que años más tarde tuve el placer de saborear en un hermoso libro que lamentablemente he perdido.

Es curioso que un hombre como Borges, que siempre se autodesignó como agnóstico, haya tenido una atracción inmensa por el misticismo y las religiones. Y, más singular aun, es el hecho de la inmensa comprensión que poseía sobre el budismo sin ser, como tampoco lo es Taroppio, un profesante de esta visión del mundo. Decía en esa charla: “Creo que lo importante no es que vivamos el budismo como un juego de leyendas, sino como una disciplina; una disciplina que está a nuestro alcance y que no exige de nosotros el ascetismo. Tampoco nos permite abandonarnos a las licencias de la vida carnal. Lo que nos pide es la meditación, una meditación que no tiene que ser sobre nuestras culpas, males o nuestra vida pasada”.

En esa misma conferencia, Borges insistía en que una de las cosas que más admiraba del budismo era su esencia tolerante y, por lo tanto, el hecho de no juzgar. Que el budismo no empuja a hacer afiliación y que uno puede ser budista y cualquier otra cosa sin ningún problema. En ese momento y para ilustrar su punto, Borges narraba que cuando Asoka, emperador de la India, se convirtió al budismo, no pretendió imponer a ninguno su nueva convicción. Un budista tiene ante sí la posibilidad de ser creyente de lo que desee: luterano, puritano, bautista, metodista, presbiteriano, calvinista, sintoísta, taoísta, católico, musulmán o judío. Por lo contrario ningún católico, judío o musulmán tiene autorización para ser budista.

Estas dos ideas: “no es necesario el esfuerzo para meditar” y “practicar la tolerancia, comenzando por uno mismo”, me parece que son parte del horizonte esencial que contiene este libro.

Daniel Taroppio ha sabido conjugar un recurso, la meditación, con un proceso, conectarnos con nuestro Ser profundo, y plasmar su visión y su experiencia en un texto que, como esa conferencia de Borges en mi historia personal, cambia las vidas de quienes lo leen.

DR. EDUARDO H. GRECCO,

México, verano de 2017

Meditación primordial

Подняться наверх