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Todo camino te llevará allí

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Un equipo que languidece cerca del fondo de la tabla de la Premier League –por ejemplo Leicester City o Sunderland en la temporada 2014-15– y que se ha pasado casi todo el campeonato allí abajo, de repente produce una notable seguidilla de victorias y hasta vence a equipos que están en los puestos más altos del torneo, todo en una rápida sucesión para evitar el descenso. ¿Qué pasa luego cuando ya están a salvo? El rendimiento decae y los resultados también –y resulta difícil escapar a la sensación de que esos equipos estarán otra vez en la picota en la temporada siguiente.

En la Navidad de 2015, Leicester City –que tuvo una campaña de siete victorias y una derrota en los últimos partidos de 2014-15, un rendimiento de campeón si se pudiera mantener a lo largo de toda una temporada– desafiaba las críticas y estaba primero en las posiciones; Sunderland, en cambio, que de sus últimos partidos de la temporada 2014-15 había ganado seis consecutivos y perdido solo uno, una vez asegurada la permanencia se encontraba nuevamente cerca del fondo de la tabla.

¿Cómo hacen esos equipos para mostrar, aunque sea por un lapso breve, la clase de rendimiento que los colocaría en los primeros puestos si pudieran mantenerlo durante toda la temporada?

Aquellos cuya motivación es evitar –que desean alejarse de los problemas, estrés, incomodidad o sufrimiento– tienden a rendir con éxito cuando estas amenazas están cerca. Cuanto más se alejan de la fuente de malestar –en este caso el descenso– menor es el impacto de esa fuente sobre ellos. Jugaron regularmente toda la temporada y luego, cuando la amenaza se hizo acuciante, su motivación creció en forma drástica y se jugaron el pellejo para salvarse de la ignominia y la condición de (relativa) pobreza en el campeonato. Una vez desaparecida la amenaza, su motivación volvió a los niveles anteriores.

Esto no significa, por supuesto, que esta clase de rendimiento carezca de méritos. Los equipos que evitan con éxito el descenso desde esas posiciones en la tabla logran desempeñarse mejor que aquellos que, ante la misma presión, finalmente descienden. No es coincidencia que Sunderland haya logrado un escape aún más espectacular en la temporada anterior, donde ocupaba el último lugar de la tabla de posiciones cuando faltaban solo seis partidos por jugarse, de los que ganó cuatro y empató uno, venciendo en el camino a Chelsea y Manchester United en condición de visitante. Pero no son solo los equipos que están en el fondo de las posiciones: si observamos la capacidad de Arsenal para mejorar su rendimiento cuando siente amenazada su clasificación a la Champions League, veremos una similar motivación de evitar (es decir, la motivación de no terminar por debajo de los primeros cuatro puestos), la cual se nota a través de la mejora del rendimiento cuando la presión les cae encima y por el hecho de que no se han quedado fuera de las posiciones de Champions League desde la temporada 1996-97, en la que quedaron terceros cuando solo los primeros dos clasificaban. Están acostumbrados a terminar en esas posiciones y la experiencia los ayuda.

Quienes tienen como motivación primaria evitar la angustia y los resultados desfavorables invariablemente sufren de mayores niveles de ansiedad y estrés, ya sea como individuos o como equipo. No se vuelven proactivos hasta que la presión haya llegado a un punto muy alto. ¿Suena conocido? Muchos de nosotros actuamos de la misma manera en la vida cotidiana: ¿siempre postergas el trabajo escrito hasta la noche anterior? ¿Acabas preparándote para una entrevista cuando ya estás camino a ella? ¿Te quedas despierto hasta altas horas de la madrugada completando tus declaraciones de impuestos cuando ya te quedan pocas horas para el último plazo?

Sería mucho mejor, tanto para la salud como para el desempeño, reaccionar antes frente a estas situaciones, cuando todavía tenemos más opciones prácticas disponibles. Pero algunas personas parecen genuinamente incapaces de hacerlo –necesitan que la presión las obligue, a pesar de que de esta manera limitan sus opciones.

Este método para lidiar con la presión tiene sus limitaciones. Aquellas personas cuya motivación principal consiste en evitar suelen gastar tanto tiempo y energía en alejarse de la situación que no les quedan recursos para planear y trabajar métodos para mejorarse a sí mismas en el largo plazo. He conocido a futbolistas de la Premier League que en momentos de mucha presión manipulaban las situaciones para no quedar expuestos –elegían el pase fácil en vez de exponerse a un pase fallido y el consiguiente escarnio en momentos cruciales del partido.

En el trabajo, digamos que tienes problemas con hablar en público. Si te motiva evitarlo, puede que te encuentres haciendo todo lo posible para alejarte de situaciones en las que tendrías que hablar, incluso evitando ofrecerte voluntariamente para proyectos que podrían hacer avanzar tu carrera o trabajos que en realidad deseas, o tal vez delegues el hablar en público en un empleado subordinado, lo cual puede salvarte de la amenaza que percibes en el corto plazo pero ayuda muy poco a reforzar tu posición delante de tus colegas. La energía, el esfuerzo, la ansiedad y el estrés concomitantes pueden ayudarte a cumplir tus metas de corto plazo (evitar hablar en público), ¿pero te ayudan a resolver el problema? Sería mucho mejor utilizar todo ese esfuerzo para mejorar tu capacidad de hablar en público, enfrentar tus problemas y asumir aunque sea un poco de la responsabilidad que durante tanto tiempo has evitado.

Las personas cuya motivación es evitar dedican tanto tiempo a concentrarse en lo que no quieren en vez de lo que efectivamente quieren, que no tienen nada que proponerse excepto mantenerse fuera del camino de aquellas cosas que siempre evitaron. Volveremos a esto más adelante en otro capítulo, mientras tanto podemos afirmar que como Sunderland, esas personas transcurrirán la temporada con una sola motivación: no descender. Si esa es tu inclinación, no tengo duda alguna de que el año que viene, cuando llegue el período de liquidación de impuestos, te quedarás de nuevo hasta altas horas de la madrugada para que no se te venza el plazo.

El principio de la presión

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