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Presión: la filosofía
ОглавлениеSi tuviera que ofrecer en pocas palabras una valoración de mi filosofía del coaching, diría: “volver a despertar una actitud juvenil en el aprendizaje y crear una mentalidad ‘sin límites’”.
No importa quién seas –el mejor golfista del mundo, una enfermera en una sala de emergencias sobrecargada, el mejor pateador de rugby o un empleado entre miles en una gran empresa–, siempre puedes mejorar. En los márgenes de tu desempeño, puedes ser aún mejor y puedes aprender a disfrutar y a darle la bienvenida al desafío de mejorar y celebrar tu progreso.
Los deportes de élite muestran a la perfección y en forma pura las ideas y preconceptos que tenemos acerca de la presión. ¿En qué otro lugar un jugador tendría que patear un penal frente un estadio lleno, con millones mirando por televisión, para ganar un torneo que sucede solo cada cuatro años y que para el jugador y su equipo podría significar la única chance de ganarlo?
En los deportes los márgenes son muy finos y sin embargo los resultados son tan en blanco y negro: ganadores y perdedores. Solo en los deportes somos testigos colectivos y en forma pública de los efectos de la presión llevada al extremo. Un jugador puede ser el mejor del mundo y aun así errar un simple tiro desde doce pasos, un putt de un metro en un hoyo fácil, o tener una doble falta en un momento crucial. Más allá de la presión extrema bajo la cual se desempeñan paramédicos, soldados, bomberos, policías y otros profesionales por el estilo –cuyas decisiones pueden ser literalmente de vida o muerte–, sus actividades a menudo asombrosas, peligrosas y heroicas no suceden a la vista del público. Ninguna multitud juzgará cómo responden a la presión. De manera similar, quienes se dedican a profesiones menos peligrosas pero muy estresantes, como banqueros, abogados y corredores de inversión, no desempeñan regularmente sus tareas ante el escrutinio de las cámaras de TV –aun cuando algunos apreciaríamos saber qué ocurre exactamente detrás de las puertas.
Es en los deportes, entonces, donde la aplicación y las consecuencias de la presión aparecen con claridad, donde el fenómeno puede estudiarse y comprenderse de manera más fácil. Los deportes son nuestro portal público al tormento físico y psicológico que la presión puede desencadenar –y a los héroes capaces de manejar y aprovechar sus efectos tanto para su gloria personal como para la gloria de sus equipos.
A lo largo de más de veinte años de trayectoria en el deporte he tenido la fortuna de conocer a muchos grandes coaches y deportistas y aprender de ellos. Trabajé, entre otros, con los jugadores internacionales de rugby Jonny Wilkinson y Johnny Sexton, con los golfistas Luke Donald y Padraig Harrington, y con varios equipos de élite, incluyendo la selección de rugby de Inglaterra, los British and Irish Lions, la Asociación Británica de Judo y con los West Coast Eagles del fútbol australiano. También trabajé con deportistas cuyos nombres no son famosos pero tienen el mismo compromiso de asumir el desafío de mejorar su nivel, a su manera y según sus márgenes. Ayudarlos a desarrollarse ha sido muy satisfactorio. Y es también en los deportes –específicamente el golf– donde trabajé en mi propio progreso y redescubrí mi empatía con la angustia y las presiones de aprender y dominar cualquier nueva destreza.
El deporte, de todos modos, es solo el punto de despegue. Fui profesor de escuela secundaria y trabajé durante varios años en tres grandes establecimientos enclavados en el cinturón de pobreza de la ciudad de Bristol. Estoy convencido de que esa experiencia docente creó los fundamentos más sólidos de mis habilidades como coach. Guardo una enorme gratitud hacia aquellos colegas que, en esta profesión frecuentemente subestimada, apoyaron y alentaron mis primeros avances.
He sentido también las presiones que se pueden producir en la vida aparte de los deportes. He aprendido de ambos lados, con mi trabajo en los deportes modelando mi vida fuera de ellos y viceversa. Mi deseo de mejorar me motivó a completar un PhD en la Universidad de Loughborough al mismo tiempo que trabajaba la jornada completa, una buena experiencia pero que me dejó más preguntas que respuestas. Ahora hago mucho mejores preguntas.