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Al mando siempre

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La postura de mando no solo sirve para reorganizar el lenguaje corporal antes de un determinado evento. También es recomendable mantenerla en cualquier otra actividad –ya sea una conferencia de ventas o, digamos, el 2012 BMW PGA Championship de Wentworth–. Fue durante este torneo –y en toda la preparación previa a él– que trabajé con Luke Donald para ayudarlo a concentrarse en mantener su postura de mando no solo al momento de sus golpes, sino durante la totalidad de las cuatro rondas. Pusimos particular énfasis en mantenerla entre tiros, cuando es más fácil desconectarse, aunque sea por unos instantes. Nuestra esperanza era que se convirtiera en una segunda naturaleza.

La semana fue dura. Luke podía unirse a Nick Faldo y Colin Montgomerie como los únicos jugadores de la historia que defendieron un título con éxito, cosa que logró cuando tomó distancia de Justin Rose tras el noveno hoyo en la ronda final. En una entrevista posterior, Luke declaró que su calma durante el circuito se debió al trabajo que habíamos hecho con su postura:

Me ayudó a ser realmente consciente de mi postura y de cómo proyectar hacia fuera esa sensación de positividad. Me ayuda a transmitir ese mensaje a cualquiera que juegue conmigo. [Dave Alred] está siempre insistiéndome en que tire los hombros hacia atrás y no me curve sobre mí mismo, para mantenerme positivo no solo en lo mental, sino también en lo físico y en mi postura corporal. Así que creo que avancé mucho desde que trabajo con Dave. Él siempre me recuerda estas cosas.

Cuando empecé a trabajar con Luke en enero de 2010, una de las primeras cosas que hicimos fue lograr que él manifestara “inevitabilidad” –imaginando que su tiro concordaría perfectamente con su intención– en su lenguaje corporal antes del golpe, durante el golpe y luego del golpe, mientras la pelota estaba en el aire. Con toda razón, Luke inquirió: “¿cómo lo demuestro físicamente?”

Piensa en cómo te sentirías si supieras que no puedes fallar cuando realizas una determinada acción. Si supieras que el penal que estás a punto de ejecutar se dirigirá sin remedio al ángulo superior. Que la presentación que estás por hacer terminará en una ovación de pie. Las expresiones que usarías para describir lo que sientes luego del evento serían algo así como “me siento en el aire”, “me siento ancho”. Estas afirmaciones no reflejarían tu postura anterior al evento si te sintieras nervioso o ansioso.

Es cuestión de reencuadrar los pensamientos de modo que creas que en lo que vas a hacer hay una inevitabilidad: si sabes que tu desempeño será brillante, entonces la ansiedad previa al evento se convertirá en entusiasmo y los nervios se convertirán en expectación. Puedes adoptar la postura de mando y asumir un aire de confianza, pues tú sabes que tendrás éxito. Es inevitable. Quienes esperan que exhibas más signos de tensión y aprehensión hasta pueden interpretar tus modales como arrogancia, porque una persona “normal”, una sin esa postura de mando que muestra inevitabilidad y entusiasmo, debería estar nerviosa y ansiosa.

Este es entonces el desafío: a medida que la presión aumenta y naturalmente nos ponemos tensos y rígidos, necesitamos recordar y practicar la reorganización de nuestra postura tal como lo hacen los deportistas de élite –no solo reorganizarla antes de una gran ocasión, sino también mantenerla en todo momento–. Y necesitamos usar la confianza que nos da para tener una sensación de inevitabilidad respecto de lo que hacemos –esto va a ser un éxito, me voy a sentir grandioso–, de manera que los sentimientos de ansiedad puedan ser recibidos como una parte natural y esperada de lo que vendrá: un gran desempeño.

El principio de la presión

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