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¿Una sola comida fuerte al día?
ОглавлениеDesde el nacimiento hasta su muerte, el hombre no hace más que maltratar sus órganos digestivos
Dr. Lavoisier
Recuerdo que, hace aproximadamente unos veinte años, cuando había desarrollado mi método personal de desintoxicación, llamado Ankshu, había sido una sorpresa para mí que el consultorio se llenara de pacientes que buscaran adelgazar. Había usado durante diez años un método que se basaba en la ayunoterapia y acupuntura egipcia para los pacientes terminales, pero apareció un amigo que hacía mucho tiempo que no veía que estaba con un sobrepeso de unos 40 kilos y le dije que tenía un tratamiento, el Método Ankshu, que aplicaba siempre en pacientes terminales y que a él lo iba a beneficiar en la bajada de peso.
En aquel tiempo era solo psicólogo y sin querer me estaba metiendo en un terreno que parecía una batalla campal, donde todos los días había una teoría nueva para el mismo problema: la obesidad. Pensé que tratar a mi amigo iba a ser un caso puntual, pero la verdad fue la punta de un iceberg. Recuerdo que bajaba un kilo por día aproximadamente, lo hacía a rajatabla y a pesar de estar en ayuno le había dicho que no cortara ni con su rutina de trabajo ni de deportes si tenía. Obvio que a los tres primeros kilos en los tres primeros días que empezó dijo que quería jugar al futbol, así que se anotó con el resto de los amigos para jugar futbol y nadie podía creer el rendimiento de mi amigo. El realizaba el tratamiento solamente con agua, nada más que agua y sin embargo jugaba al futbol como en sus mejores tiempos, con la acupuntura no sentía cansancio ni nada. Pasaban los días y su rendimiento en el futbol era mejor, la bajada de peso era asombrosa, su tío que es médico nefrólogo lo supervisó y le dijo que continuara con esa «locura» que parecía que funcionaba. El resto de nuestros amigos le decían que parecía Aquaman porque siempre estaba tomando agua, solamente agua, sin comida ni nada y estaba con una agilidad increíble. Al final realizó 40 días de ayuno, jugando al futbol y bajando 22 kilos. Todo un éxito, para los dos. Ya que a partir de allí el consultorio cambió para siempre. Las demás clínicas que estaban alrededor comenzaron a juzgar mi método como fuerte, agresivo, descabellado, loco, imbécil, dañino, tóxico, enfermante y muy peligroso. Obviamente, tuve que recurrir a otro título universitario para sostenerme en él, el de Nutricionista. Allí los pacientes comenzaron a llegar de todas partes, de todas partes me refiero de otras dietas, siempre fracasaban, no importaba la dieta que hicieran, siempre le iban a encontrar un problema. Una paciente me había traído todos los libros de la dieta que había hecho y era justamente comer 6 veces al día. Otros que planteaban las tres comidas diarias, la del rey, el príncipe y el mendigo. Otra de cinco tomas. Otra que era una sigla recuerdo, la DLMLM, me dio mucha gracia cuando la escuché, porque sonó a grupo tupamaro o terrorista. Y, sin embargo, eran las iniciales de una frase: «de lo mismo la mitad», vamos, que era comer menos y punto. Sin embargo, una vez que terminó el ayuno mi amigo me dijo que ahora como seguía y me preguntó como hacía yo para estar como estaba. Le dije que no desayunaba, simplemente tomaba una infusión y arrancaba el consultorio. Al mediodía había hecho la prueba de almorzar y me había encontrado con el paciente que venía después, que no conseguía entenderle lo que me decía, me dejaba agotado almorzar. Así que opté por empezar a almorzar después del consultorio, pero como luego del consultorio tenía que ir a dar clases de buceo tenía que almorzar a eso de las 17 horas. Sin querer fui haciendo perfeccionando mi almuerzo a que esa comida sola fuera contundente, fuerte y me dejaba con energía para el club, estaba con energía antes, etc. Y mi cuerpo empezó a cambiar nuevamente y a estabilizarse dentro de la zona verde de la salud.
Como había tenido tantos choques con la medicina tradicional, y más en Uruguay que el mundo es muy pequeño, siempre opté por no dar como premisa lo que hacía en mi vida cotidiana. Seguramente, todo el aparato médico iba a saltar contra mí diciendo que era un disparate, nuevamente, y ya llevaba demasiado tiempo defendiendo «el ayuno», que «la carne no es buena», que «no hay que ingerir lácteos», que «no hay que desayunar como un rey», como para proponer ahora una nueva ley, que «hay que comer una sola vez al día». Realmente, como dicen en Uruguay: «el horno no estaba para bollos». Así que, cada vez que me preguntaban cómo hacía yo con las comidas o cuántas comidas tenía al día, si tres, cinco o seis, les respondía que solamente tenía una. Pero aclaraba enseguida que era una metodología que solamente a mí me sirve, porque prefiero comer después del consultorio una comida fuerte y luego iba al club o hacía otras tareas tranquilo. Por la noche por lo general no cenaba porque ya estaba satisfecho de lo que había comido a la tarde y a lo sumo, si hubiera sido poco tomaba una sopa antes de irme a dormir, para tranquilizar al gusanillo.
Ahora bien, al comer una vez al día, esa comida tiene que ser completa, en todos los sentidos. También saber elegir cuál es el mejor horario para esa comida. Si van seguir mi consejo y lo que vengo practicando desde hace muchos años, es que la comida fuerte sea siempre después del trabajo. Intentar que el trabajo no sea interrumpido con un fuerte almuerzo que luego nos quite fuerzas mentales y físicas para seguir con nuestro desempeño. Como les decía, la comida tiene que ser completa. Lo ideal es que tenga bastante crudos para conservar las energías y transformarlas en nuestras. Hay que elegir alimentos completos sin azúcares refinados como el arroz integral, cereales integrales o frutas con piel. Recuerden que estos alimentos se tienen que comer antes de que se ponga el sol o bien comienza la noche.
Intentar durante todo el día beber mucho líquido, para mitigar la posible sed solapada al hambre. Siempre les dije a mis pacientes que la sensación de sed es de tanque vacío, y que eso es fatal. Es como estar con el tanque seco de nuestro motor, más vale que sobre agua a que falte. Recuerden ese principio. El organismo tiene recursos para los dos extremos, pero el peor es cuando él cree que falta líquido y comienza a retenerlo.
Otras de las cosas que hago muchas veces cuando me quedo hasta muy tarde y me entretengo mirando la TV o leyendo un libro, es comer frutos secos. Un puñado de frutos secos son ideales para cuando pica el hambre y queremos evitar todos los azúcares posibles, especialmente las harinas, que sin lugar a dudas son las causas principales de nuestros actuales trastornos alimenticios.
Hay que tener en cuenta que, según unos estudios realizados por Yoshinori Naguno en Japón, si no comemos por la mañana ni al mediodía al llegar la noche nos iban a sonar las tripas. El nombre de que nos suenas las tripas se llama científicamente borborigmos y está provocado por el movimiento de los alimentos y los gases a través del aparato digestivo. El estómago y el intestino muchas veces se contraen y producen esos ruidos. Ahora bien, Naguno dice que el primer ruido de tripas que tengamos segrega la hormona de la longevidad, o sea que tener hambre equivale a hacerse un tratamiento de antiaging, ya que asegura que rejuvenece la piel y las mucosas. El segundo show de ruidos de las tripas se activa la sirtuina, el gen rejuvenecedor que reactiva los genes y las células. Y si nos suena una tercera vez plantea que nuestras grasas sintetizan la adiponectina, una proteína que metaboliza la glucosa y tonifica las arterias. Todo esto me recuerda un viejo dicho naturista que decía que para mantener la salud había que acostarse con un poco de frío y un poco de hambre.
Obviamente, como en todas estas disciplinas naturistas, hay que tener los objetivos férreos acerca de lo que queremos y estar completamente convencidos. Intentar entender que el placer que buscamos no tiene que estar en la comida. Tendremos que aprender a desmarañar esa extraña combinación de ansiedades con placeres inmediatos que nos caracteriza actualmente y tratar de ver más allá de nuestro instante inmediato carente de placeres para visualizar nuestra salud en el mañana.
Tendríamos que pensar que tenemos seis meses de vida, para poder planificar la vida de otra manera. Si bien, el Talmud, nos decía que ayer nacimos, hoy vivimos y mañana morimos. Esta sentencia muchas veces nos puede traicionar al hacer cosas sin pensar en un sentido transcendente de la vida. La vida es maravillosa cuando tenemos tiempo para disfrutarla, pero, sobre todas las cosas, debemos tener la salud que nos permita ser felices, sentirnos plenos en donde nos encontramos y maravillados con lo que nos rodea. Intentar cambiar el foco de atención de la cosa que queremos comer para que nos dé placer o contemplar lo que nos rodea para sentirnos extraordinarios.
Ahora, ¿qué pasa si le ponemos un nombre a esto de comer una vez al día? Si le ponemos un nombre será «Ayuno Intermitente» o por lo menos un tipo de ayuno o de abstinencia. Y ahora, en un mundo donde somos invadidos por tanta información de internet, nos encontramos totalmente desinformados y, al mismo tiempo, con mucha información. Esto es exactamente igual que cuando tenemos un libro de atlas, lleno de mapas de todos los lugares del mundo, pero, sin embargo, no tenemos idea de dónde estamos parados. ¿Para qué sirve un mapa si no sabemos dónde estamos? Comer una vez al día es un tipo de ayuno, es más, cuando nos acercamos a tradiciones religiosas, nos encontramos con los musulmanes, que tienen su Ramadán. Que es un tipo de ayuno intermitente, ya que no comen durante el día, hasta el comienzo recién de la noche que se atiborran de lo que sea. No vamos a cuestionar si es sano o no, simplemente quería comentarles lo que es un ayuno intermitente. El ayuno de los judíos que se practica en el Día del Perdón o Yom Kipur, es un ayuno completo de veinticuatro horas, pero sin ningún tipo de ingesta de nada, ni de comida y ni de agua. Y luego tenemos otros, como ayuno simplemente de no comer, pero con la posibilidad de seguir tomando agua y que ésta sea la responsable de la eliminación de la mayor cantidad de toxinas de nuestro cuerpo. Con agua se puede llegar a más de cuarenta días de ayuno, sin agua no se aguantaría más de catorce, colapsando todos nuestros órganos vitales.
Ahora bien, estamos con el nuevo nombre que lleva «comer una vez al día» o «ayuno intermitente». Si recuerdan, en mi libro Y si comieras y adelgazaras, ¿qué harías? mencioné los ciclos digestivos que tiene el ser humano. Tenemos tres ciclos que se dividen en ocho horas cada uno. Comenzando por la Apropiación, luego la Asimilación y por último la Eliminación. En una persona que tiene un peso estable esos horarios son iguales y están en equilibrio. Para una persona que engorda, obviamente hay un desajuste en estos tres horarios, hay un horario que es más grande y otro que, en consecuencia, es más pequeño. Evidentemente, el horario que es más pequeño es el de la Eliminación, dando lugar a que los otros horarios, el de Apropiación y el de Asimilación sean más grandes o de más horas, haciendo que la persona esté en un camino de subida de peso. Pero, sin embargo, si comemos una vez al día, achicamos las ocho horas de la apropiación y automáticamente se agranda el horario de la Eliminación, haciendo que nuestro cuerpo tenga una tendencia a la bajada de peso. Aquí habrá varios factores, como siempre, ya que comer una vez al día no garantiza que bajemos de peso, también debemos ver lo que comemos en esa ingesta y la hora en que lo hacemos.
Me preguntarán, ¿el Ramadán está bien? Si eres musulmán, sí. Pero si estas pasado de peso, no. Atiborrarse por las noches de comida, descontroladamente, sin medir lo que comemos no va a ser el camino a la salud de nuestro cuerpo. Entendamos que la salud es tener todo en orden y en su lugar, la enfermedad es el descontrol y pérdida del equilibrio higiénico de nuestro cuerpo. Todos los síntomas que vemos, o nos llaman la atención del cuerpo, son las distintas alarmas que tiene nuestro cuerpo para avisarnos de que urgentemente hemos de poner un stop en ese camino. Cuando vamos andando en una dirección y de pronto comenzamos a sentir frío, cada vez más frío, la conclusión que sacamos es que estamos yendo para un lugar cada vez más frío y, por lo tanto, si no cambiamos la dirección de nuestro camino el frío continuará empeorando. La pregunta que no nos hacemos muchas veces es cuándo nos enfermamos. La enfermedad es una estación del camino en el que estamos y, obviamente, si seguimos en esa dirección o con esos hábitos que llevamos, alimenticios o de lo que sea, empeoraremos hasta llegar a la muerte. La enfermedad es un grito de alerta que nos está señalando que por ahí no es conveniente seguir. No es para ir a un médico que nos dé una pastilla para apagar los síntomas y sentirnos mejor en esa enfermedad. Tenemos que cambiar de camino de forma urgente, tomar otra dirección y, si es necesario, hacer un giro de 180 grados.
¿Cuál es el mejor de los giros que le podemos dar a nuestra vida cuando nos encontramos en ese punto en que todos nuestros órganos están gritando alerta con esa alarma que la sociedad llama «enfermedad»? Las enfermedades son obstáculos que tiene la salud y a medida que vamos caminando hacia donde cada uno de los órganos nos indica que está mal, terminaremos en el lugar al que los órganos estaban gritando que no querían llegar, la muerte. Por eso, cuando comenzamos a tener las distintas señales de nuestros órganos, que como un GPS nos indican que por ahí el camino va mal, tenemos que hacer un cambio de recorrido para evitar agravar la situación y colapsar el órgano.
Nuestros órganos se alimentan de lo que nosotros le damos o, mejor dicho, de lo que la sociedad dice que le demos. Es ahí, en el punto en el que queremos buscar el camino de la salud, cuando vemos la mayoría de las veces que es un camino que no es social, ya que la sociedad es una nutrición enfermiza. Y será la primera en ponernos las trabas para que no abandonemos el camino hacia el hospital y los tratamientos que las universidades imponen para ganar dinero con las internaciones.
¿Cómo podemos hacer una comida al día?
Para ir redondeando la idea y no irnos más por las ramas, vamos a «la comida única» o «ayuno intermitente». Que entendamos aquí que el ayuno se refiere a las horas que estamos sin comer durante el día. Como modo de organización, haremos lo siguiente… nos levantamos y a las ocho horas recién comeremos nuestra comida. Hablando de aquella máxima de desayuna como rey, almuerza como príncipe y cena como mendigo, haremos lo siguiente… desayunaremos como mendigos y a las ocho horas sentaremos al rey y al príncipe juntos, para luego de esa comida que pasen 16 horas hasta repetir el ciclo.
Lo que es fundamental siempre en este tipo de cambio de hábitos, es la ingesta de agua.
Para que tengan en cuenta aquellas personas que siguen a actores o figuras públicas, que se han sometido a este tipo de plan como Hugh Jackman y Dwayne Johnson tuvieron que recurrir a este plan, para poder encajar en determinados papeles de Hollywood.