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La dieta hídrica o ayuno total.
El Método Ankshu
ОглавлениеSi haces planes para un año, planta arroz; si lo haces para dos lustros, planta árboles, si lo haces para toda la vida, educa, obsequiando un libro
Proverbio Chino
Muy pocos conocen la historia documentada que tenemos de la vieja Edad Media, por aquellas tierras del viejo continente, donde hacer algo fuera de lo «común» —como bañarse— podría ser la muerte. Como, por ejemplo, en el Siglo X, en la península ibérica el rey de León, Ramiro II, que tuvo dos esposas y un hijo de cada una. Ordoño, que era su primogénito, y Sancho. Este rey era tan malvado que era conocido como «El Diablo», uno tendría que suponer el estrés que generaría tanto en la Corte como en la familia un tipo así. Tras su muerte, Ordoño se coronaría como Ordoño III, rey de León, pero inmediatamente después ocurrirán una serie de intrigas de palacio y alianzas entre los reinos del norte, que harán que los hermanos se enfrenten.
Había mucha tensión entre los reinos del norte cristianos y los reinos del sur por donde avanzaba Al-Ándalus. Había un plan de reconquista de la España cristiana, pero con todos los reinos divididos y un reino hereje musulmán unificado con el fin de tomar toda la península estaba complicado. Por eso, el Califa había aprovechado aquel descontrol de las tierras del norte para adueñarse de palacios, fortalezas, castillos y plazas cristianas de gran valor estratégico. De pronto, por el mediterráneo, al Califa le comenzaron a hostigar los fatimíes, motivo por el cual el califa Abd al-Rahman III buscó firmar un acuerdo urgente de paz con Ordoño III. A Ordoño también le servía este acuerdo de paz, ya que no podía pelear contra dos frentes tampoco, contra los andalusíes y contra su hermanastro con los reinos del norte. El Califa envió a las tierras cristianas del norte al mejor diplomático que tenía en su corte, Hasday Ibn Shaprut, quien regresó a Córdoba con un tratado favorable para ser firmado por el califa Abd al-Rahman III. Así que sellaron el trato.
Pero ese tratado iba a durar muy poco, ya que, poco después de firmado el contrato, mientras el Califa estaba luchando en el sur contra el avance fatimí, se entera de que el rey Ordoño III había muerto por causas desconocidas y lo había sucedido su hermanastro Sancho. Que lo primero que hizo fue invalidar el tratado de paz.
El Califa no esperó para mandar tropas hacia León, para enfrentarse al nuevo rey. Pero este nuevo rey se caracterizaba por la falta de modales y eso le hacía ganar a pasos agigantados enemigos dentro de la nobleza. Luego la historia nos daría la razón, pues en los círculos íntimos son peores las traiciones y las conspiraciones que más de mil ejércitos. Para estos enemigos conspiradores internos no hay tratado de paz que valga. Sancho se sentía atacado por todos los frentes y aumentaban sus enemigos a la misma velocidad que sus kilos. A tal punto aumento de peso que empezó a ser conocido como El Craso (El gordo), tanto con tono despectivo como de burla entre todo el pueblo.
Al final, Sancho se sentía solo y paranoico con todo su entorno, le hacían lo que hoy llamamos bullying10, todo el mundo se reía de su obesidad y de su incapacidad. Y no era para menos, había llegado a un peso de 240 kilos, apenas podía caminar y menos montar en un caballo. Pero lo más importante era que no podía sentarse en el trono real, no entraba. Por todos los lugares que pasaba la gente se reía y le faltaban el respeto, porque, más que sus habilidades y las cosas que podía hacer, demostraba todo lo que no podía.
Y otro dato a tener en cuenta es que, mientras todo aquel mundo de reinos divididos se moría de hambre, este rey estaba ostentando la gula y la depravación por la comida, como si fuera el mismo diablo.
Sin duda, el joven Cervantes se había inspirado en este rey cuando encarnó al personaje escudero como Sancho Panza —que en algunos relatos se decía también que había sido un rey—.
Se decía que en todo el reino de León no se hablaba de otra cosa y los enemigos internos que había hecho vieron la brecha para poderlo derrocar. Al punto que, en el 958, Sancho cayó enfermo de depresión y con todas las ideas puestas en escapar del reino lo más lejos posible, vamos, como una perfecta víctima del bullying masivo que recibía. Decían que era un incapaz, que no podía levantar una espada y menos yacer con una mujer. Ambas condiciones necesarias para ser un rey. Entre todo aquel caos en palacio, los conspiradores, lograron que un tío suyo, con la ayuda de otros conspiradores, se colocara en el trono de León. Su nombre, Ordoño IV, más conocido como «el Malo» por su perversidad hacia los herejes.
El rey Sancho estaba acabado psicológicamente, las pocas personas que lo apreciaban dicen que lo sacaron del palacio temiendo lo peor para su vida. Estaba destronado, expulsado, humillado y enfermo. Así que se refugió en Pamplona, en la casa de su abuela, una reina que seguramente gobernaba entre las sombras como era común en aquellos tiempos. Es más, seguramente había sido ella la que había tenido algo que ver con la repentina muerte del hermano mayor de Sancho. Pues el poder que tenía la reina sobre toda Navarra era muy fuerte, aunque, las tropas de Navarra no eran suficientes para enfrentarse a la corona de León. Necesitaba una artimaña para que Navarra no se debilitara con el enfrentamiento. La situación era complicada, ya que su nieto no tenía ningún aliado de los reinos del norte que lo apoyara.
Lo primero que hizo la reina Toda, cuando tuvo a su inmenso nieto en su palacio, fue mandar llamar al Califa para que ayudara a colocar a Sancho nuevamente en el poder de León, con la promesa, seguramente, de nuevo tratado de paz. Así que nuevamente el califa Abd al-Rahman mandó al mejor diplomático que tenía, el judío Hasday.
Cuando Hasday Ibn Shaprut llegó a Navarra para entrevistarse con la reina Toda, entendió el motivo por el cual habían destronado a su maleducado nieto. La reina Toda, a pesar de su fuerte carácter y poder, le preguntó al sabio judío qué era lo que se podía hacer. Lo que no mencionamos hasta el momento es que Hasday, aparte de ser el consejero del califa era su médico. Así que le aconsejó que, más allá que el Califa apoyara con tropas para destronar al tío de Sancho de León, el problema iba a continuar igual. El rey Sancho, no podía montar a caballo, sentarse en el trono, levantar una espada o yacer con una mujer. Por lo tanto, sería destronado nuevamente.
La solución era que el rey Sancho tenía que adelgazar 120 kilos en el menor tiempo posible, para que se pudiera llevar el plan a cabo. Las tradiciones cuentan que Hasday Ibn Shaprut era un judío cabalista, alquimista y médico. Que llevaba en sus secretos, métodos místicos para trascender el cuerpo. Le propuso un plan que consistía en encerrar a Sancho en una habitación durante 40 días, nadie lo podía ver durante todo ese tiempo excepto él. Él le entregaba unas tizanas que él mismo preparaba y mantenía una consulta en privado con Sancho durante algunas horas por día.
La reina Toda estuvo de acuerdo en que ese sería el camino. Pero Hasday le propuso más condiciones para que todo el plan se llevara a cabo. En primer lugar, el acuerdo de paz y ayuda del Califa obviamente tenía sus condiciones y costo monetario. Hasday dijo que si querían que Sancho se curara lo tendría que llevar a Córdoba a su consultorio, ya que él trabajaba junto al Califa y que ella también tendría que venir con él el tiempo que durase el tratamiento. Luego vinieron las peticiones económicas, que obviamente eran astronómicas, la reina Toda se tuvo que tragar todo el orgullo para poder aceptar la ayuda militar que necesitaba para la reconquista de León. El costo eran diez fortalezas.
Quién sabe si el Método Ankshu tan cuidadosamente guardado durante milenios, aquí por una causa de estado mayor haya salido a la vista de la historia.
El resultado fue maravilloso, la historia nos cuenta que Sancho había perdido 120 kilos en 40 días. Para mí por mi experiencia de consultorio, me parece un poco exagerada la cantidad de kilos en tan pocos días. He tenido pacientes de ese peso y los he sometido a la dieta de Sancho y lo máximo que bajaron fue 40 kilos en un mes. De todas maneras, pongo mi punto de vista a pesar de contar la historia como está escrita.
Al final partió todo un sequito real desde Pamplona, llevando en un carro al rey Sancho. Detrás iba la reina Toda con la nobleza rumbo a la capital de al-Ándalus, Córdoba. Hasday, que tenía el mando de la comitiva, hizo bajar al rey Sancho para que caminara sin descanso la mayor parte del día en la jornada.
Se hospedaron en Madinat al-Zahara, donde el rey Sancho fue puesto en una sala, con solamente infusiones preparadas a su alcance. Mientras que la reina Toda y el Califa preparaban la estrategia de invasión a la corona de León.
Una de las fuentes históricas dice que estuvieron un año en Córdoba, por lo que hace suponer que fueron algunos meses. Lo importante en todo esto, es que, al año siguiente, en el año 959 - 960, con la ayuda de andalusíes y navarros, Sancho fue repuesto como rey en el trono de León y con 120 kilos menos. Ya podía tomar la espada, sentarse en el trono y yacer con una mujer.
Hasday Ibn Shaprut había hecho un milagro con este rey, había logrado recuperar la salud del monarca, sin embargo, no pudo cambiar la esencia del mismo con su despotismo. Ya que lo primero que hizo Sancho una vez en el trono, fue negarse a entregar las diez fortalezas prometidas por su abuela, comenzando el conflicto nuevamente. Pero esta es otra historia, ya que cuentan que los mismos que lo curaron fueron los que lo matarían en el 966, a la edad de 35 años, con alguna pócima maldita.
Para tener en cuenta sobre los beneficios de este tipo de terapia, marcaré algunos que ya fueron demostrados científicamente, para que vean que no solamente se puede bajar de peso con este tipo de terapia nutricional.
Puede ayudar a la oxidación de ácidos grasos.
Puede reducir el peso corporal, regular el colesterol LDL.
Regula los niveles de triglicéridos.
Aumenta los factores neurotróficos que son importantes para el aprendizaje y la memoria.
Aumenta los factores neurogénesis adulta (la producción de nuevas neuronas a partir de células madres).
Aumenta el SIRT, la proteína de la juventud y reduce la mortalidad.
Favorece la autofagia, otro de nuestros sistemas antienvejecimiento, también en el cerebro.
Reduce indicadores de inflamación.
Mejora la plasticidad neuronal.
Limita el crecimiento de células cancerígenas.