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GÉNESIS 39:1-6A José, comprado por Potifar (39:1)

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El capítulo 39 tiene una notable forma simétrica. Empieza narrando la prosperidad de José en casa de Potifar y cómo este lo colocó por encima de todas sus posesiones (39:1-6), y concluye describiendo la prosperidad de José en prisiones y cómo ganó la confianza del encargado de la cárcel (39:19-23). Incluso los dos pasajes emplean las mismas palabras y expresiones: Adonai estaba con José, le concedió gracia, lo prosperaba en sus manos, confió en mano de José… En medio tenemos el episodio de la esposa de Potifar, en el que destacan la rectitud, castidad y temor a Dios del joven.

A pesar de todo lo que ocurre en el ínterin, la simetría expresa perfectamente el tranquilo dominio de Dios y la victoria del hombre de fe. La buena semilla es enterrada hondo, pero empuja hacia arriba; el siervo fiel en lo poco se prepara para tener autoridad en lo mucho.64

La vida de José es una verdadera montaña rusa, con largos ascensos paulatinos seguidos por caídas repentinas. Sin embargo, cada caída lo pone en condiciones de poder empezar un nuevo ascenso.

A José, pues, se lo hizo bajar a Egipto. Y Potifar, un varón egipcio, capitán de la guardia de Faraón, guardia, lo compró de mano de los ismaelitas que lo hicieron descender allá (39:1).

Este versículo repite, de una manera ampliada, la misma información que apareció en 37:36. Esto nos indica claramente que volvemos al hilo principal de la historia de las generaciones de Jacob: la historia de José. El capítulo 38 ha sido una digresión deliberada: la sensualidad, impiedad e inmoralidad de Judá sirve para iluminar la castidad, rectitud y piedad de José.

El texto dice dos veces que a José le hicieron “bajar” a Egipto. El verbo empleado y la repetición insistente sugieren, además del traslado físico, cierto descenso social y moral, acompañado sin duda por un fuerte hundimiento anímico. Como dice el Salmo 105:17, José fue vendido como esclavo. Su bajada geográfica fue acompañada por una fuerte caída en su posición social y su honor. Del hijo predilecto, heredero honrado por su padre por encima de sus hermanos, sufrió la humillación de descender al estamento más bajo de una sociedad extranjera.

No podemos por menos que ver en José el anticipo de otro Hijo, muy amado por su Padre, que descendió a las profundidades de la tierra (Efesios 4:9) y lo hizo humillándose y tomando forma de siervo (Filipenses 2:7; cf. Mateo 20:28).

José fue comprado como esclavo por un tal Potifar,65 cuyo nombre significa “aquel que ha sido dado por Ra” (el Dios del sol). Probablemente se trate del mismo nombre que el del futuro suegro de José, Potifera (41:45, 50; 46:20). El vocablo traducido como “varón” en nuestra versión es una palabra genérica para referir a cualquier cortesano u oficial del rey, como también serán llamados así el copero y el panadero (40:2, 7). Con el paso del tiempo, iba a adquirir el significado de “eunuco”. “Faraón” no es un nombre propio, sino el título del monarca. Se suele suponer que este faraón pertenecía a las dinastías de los hicsos (XV y XVI).66

El significado exacto del título “capitán de la guardia” es incierto.67 Esta traducción se deriva del contexto y del título similar aplicado a Nabuzaradán, “capitán de la guardia” de Nabucodonosor.68 Es posible que deba traducirse como “capitán encargado de la cárcel real” o “jefe de la cárcel” (39:20; 40:3-4), en cuyo caso es probable que Potifar, cuando más adelante encarceló a José, lo estuviera reteniendo en realidad bajo su propia vigilancia y servicio.

El texto no abunda en detalles para indicar la angustia de José en el momento de ser comprado como esclavo. Da por sentado que podremos suplirlos por medio del uso sensato de nuestra imaginación:

¿Qué habrá pasado por la mente de este adolescente al verse desarraigado violentamente de su hogar, vendido como siervo, obligado a vivir entre forasteros en un país extranjero y comprado en el mercado de esclavos?69

Lo que el texto sí sugiere con claridad es la providencia divina detrás del destino de José. Podría haber sido comprado por una familia cualquiera, pero va a parar a casa de un hombre de elevado rango que ostenta importantes cargos en el reino. Este hecho, además de introducir a José en el ambiente culto del país, será el primer eslabón en una hilera de episodios y de personajes (Potifar y su esposa, el copero y el panadero, el mismo faraón) que conducirá a la introducción de José en la corte y ayudarán a explicar cómo un humilde esclavo pudo alzarse, “de la noche a la mañana”, al segundo puesto en el reino.70

De momento, José ya tiene hogar y comida como esclavo en la casa de Potifar. Su situación dista de ser ideal, pero se ve que el joven se entregó lealmente al servicio de su amo, por el principio que subyace en la conducta de todo creyente: cuanto hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor (Colosenses 3:23). Todo trabajador que ama al Señor debe dar buen testimonio en su lugar de trabajo por medio de su laboriosidad, competencia y honestidad.

José pone de sí todo su empeño, diligencia y buena voluntad. Su trabajo prospera y él cumple con sus responsabilidades de una manera excelente.71

La vida de José

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