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INTRODUCCIÓN LOS CEREALES

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L a historia de los cereales está íntimamente relacionada con la evolución del hombre. Mientras este comió los cereales crudos, ya fueran enteros o machacados, remojados o simplemente masticados lentamente, tal como la naturaleza se los brindaba, todo fue bien para su salud. Pero a partir del momento en que el hombre descubre la utilización del fuego y empieza a elaborar con ellos papillas y panes, la alimentación humana sufre un profundo cambio que altera sustancialmente su salud. Nuevas enfermedades que el hombre primitivo nunca antes había padecido aparecieron como consecuencia directa de la manipulación de los alimentos que la naturaleza le ofrecía.

El hombre pasó de ser un animal crudívoro a ser un animal que cocina y acabó convertido en un «animal cocinero», tal como lo definía mi amigo el Dr. Silverio Palafox.

El proceso empeora a partir de la Revolución Industrial, cuando la industria de la alimentación, para justificar un aumento de los precios y probablemente también por una cuestión de «refinamiento», empieza a blanquear las harinas de los cereales.

Al blanquearlas, se eliminan fitonutrientes, vitaminas, minerales y oligoelementos presentes en el alimento original, conservando únicamente su valor calórico y perdiendo su valor biológico.

La harina pasa a ser un producto que engorda pero no alimenta. En este sentido, la floreciente industria alimentaria se ha convertido en una amenaza para la salud pública que, en los países civilizados, ha ido empeorando de forma alarmante durante los últimos cuarenta años. Afortunadamente, desde hace ya unos años se están alzando voces que denuncian esta manipulación alimentaria perjudicial para la salud y claman por un regreso a los alimentos de cultivo ecológico, a los cereales y harinas integrales (sin refinar).

Estudios recientes han descubierto que la especie humana conserva en su bagaje genético la memoria del tipo de alimentación de sus antecesores más lejanos, por lo que nuestro organismo recibe con gran afinidad los alimentos que han dejado huella en nuestra historia evolutiva, como las frutas y verduras o los cereales. Esos alimentos son los que mejor se digieren y los que mejor nos sientan.

Hoy en día, en el mundo civilizado, empezamos a incorporar a nuestra dieta algunos cereales como la avena en el desayuno (muesli), el maíz en las ensaladas, el centeno en los panes integrales o el mijo y, más recientemente, la quinoa o la chía.

Puesto que los nombres de muchos cereales son todavía desconocidos para la mayoría de las personas y, a veces, suscitan dudas y son motivo de confusión, he incluido una tabla en la página siguiente con los nombres científicos y comunes de cada cereal en diferentes idiomas.

Cómo cura la avena

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