Читать книгу El camino es nuestro - Elena Fortún - Страница 26
Оглавление¿POR QUÉ? [III]
En los lagos de Suiza existen unos pájaros que hacen sus nidos en las grietas horizontales de las peñas que bordean el agua. Algunos años, los pájaros anidan tranquilos casi al borde de las espumas; pero, otros, se les ve ir y venir inquietos y asustados… Vuelan en bandadas, posándose aquí y allá, indecisos y dando muestras de gran sobresalto. Al fin, la orden que reciben, no se sabe de dónde, se hace más imperiosa y precisa, y entonces, ya decididos, escogen la grieta, determinada ya de antemano por la misteriosa deidad que los dirige, y empiezan los preparativos para recibir a los polluelos, que sólo tardarán un mes en llegar.
La grieta escogida en estos casos suele estar a dos o tres metros del agua, y a veces, a cinco o seis.
Los aldeanos, que tienen la experiencia de lo que este cambio de vivienda significa, contemplan inquietos el ir y venir de los pájaros, y no dejan sus observaciones hasta que estos han escogido definitivamente su casa. Y entonces, un poco tristes, pero ya seguros de lo que va a pasar, emprenden el camino de la aldea para prevenir a todos de que «este año la crecida del lago inundará los campos».
No cabe duda de que el cerebro de los pájaros no sabe nada, ni ha podido averiguar que dentro de un mes el agua barrerá sus nidos. Las personas que todo se lo explican dicen que los animales están guiados por el instinto. Preguntadles qué cosa es el instinto y no sabrán contestar. Hemos dado nombres a cosas inexplicables, y vemos que, una vez desaparecido el nombre, no queda nada.
Para esto, como para todo, hay que volver los ojos al Oriente, donde están los hombres extáticos, que jamás inventaron nada, pero que observaron durante miles de años el vuelo de las aves, la lluvia y el sol; y ellos nos dicen, en su filosofía sutil y maravillosa, que es un solo espíritu el que cobija a todos los animales de la misma especie, y que ese espíritu, que ha trascendido más allá del tiempo y del espacio y tiene la ciencia suprema de quien nada aprendió, porque es la infinita sabiduría, ha dado la voz de alarma en el momento preciso en que la vida de la raza iba a peligrar.
¿Tienen razón los indios con su original teoría del alma grupo? Para nosotros los occidentales, un poco distraídos y ruidosos y nada contemplativos, es demasiado alambicada la idea.
Pero si desechamos el instinto, que no es nada, y no admitimos el alma grupo, sólo nos queda la inquietud del misterio en la conciencia. ¿Y quién sabe si no es lo mejor este preguntarnos todos los días, este llamar constantemente a la puerta que separa nuestro mundo conocido del que todavía no lo es? ¿No recordáis que Cristo dijo: «Llamad y se os abrirá»?
La Moda Práctica, 20 de julio de 1927