Читать книгу Un Helado Para Henry - Emanuele Cerquiglini - Страница 17

​CAPÍTULO 6

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Robert Brown había reservado en Erminia, un restaurante italiano en el Upper East Side, que desde hace tiempo estaba en el top ten de la Eyewitness travel.

Barbara era de origen italiano y Robert sabía que apreciaría esa cucina, aunque sus orígenes llegaban solo hasta su abuela materna y ella nunca había visitado el “bello país”.

En Maine, Robert le pediría la mano y quería que todo saliese perfecto. Amaba a esa mujer y quería que ella fuese su esposa. Se lo había contado también a su padre por teléfono, justo esa mañana, antes de salir de la oficina y él le había respondido que esa era la tontería más grande que había oído decir a su hijo en toda su vida: “Hasta ahora lo has hecho genial y ¿ahora quieres dejarte atrapar?” El recuerdo de las palabras de su padre le hizo reír a Robert, mientras se pasaba el hilo interdental frente al espejo del baño. Robert tenía una obsesión por los dientes, se los lavaba al menos diez veces al día y usaba el hilo incluso si comía solo unas olivas como aperitivo. Siempre llevaba su fiel caja blanca del hilo interdental. Cuando era un adolescente, perdió tres dientes cuando se golpeó la cara en el suelo después de salir disparado de la bici: había cogido mal una curva al final de una bajada a gran velocidad. También se rompió un brazo, la nariz y tuvo heridas profundas en ambas rodillas. Afortunadamente sobrevivió, pero verse sin dientes durante tres meses fue para él un horrible trauma. Perdió un colmillo y los premolares, y para uno que conquistaba a las chicas por su sonrisa, eso fue un verdadero drama existencial, si se tiene en cuenta que había sido uno de los tres chicos más guapos de la Universidad. Podría haberse puesto los implantes antes, pero el padre quiso castigarlo para hacerle entender que todos estamos hechos de carne y hueso y que los superhéroes no existen. Aprendió la lección; en aquella época Robert estaba siempre metido en problemas, pero después de esa experiencia sentó la cabeza hasta convertirse en Robert Brown: el propietario de una de las mejores empresas de restructuración de la ciudad de Nueva York, y donde se encontraba el mejor carpintero: su hermano James. Los dos, junto a su equipo, eran capaces de entrar en un piso derruido y convertirlo en un apartamento de lujo en pocas semanas.

Un Helado Para Henry

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