Читать книгу El infame - Enzo Romero - Страница 7
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ОглавлениеPitihue y Montenegro eran del Centro de Alumnos, y el Matus y Catafirtol y el Gato, la junta fue a la salida del colegio en la avenida Argentina al lado de los camioneros, y el Chupao advertía que mejor se fueran para su casa en Independencia, porque el Mono sabía algo y a las dos salían los profesores en auto y los podían ver; no le creo al Chupao, que es sapo del Mono, reclamaba Tapón González, pero Montenegro lo calló, que mejor le hacían caso y se iban para su casa que era grande y cabían los de tercero y los de cuarto. La casa del Chupao tenía un estacionamiento amplio en la entrada y ahí se metieron todos con el olor a parafina de la estufa. Había que votar el paro, los de cuarto proponían una carta dirigida al hermano Fernando exponiendo la posición de los alumnos, los de tercero que primero el paro y después la carta, que estos curas culiaos no nos podían dejar sin el Día del Alumno, Montenegro decía que ya había hablado con los de primero y los de segundo, Ortega replicaba que los podían echar del colegio y que cagaban ellos, que eran los más grandes, que lo justo era la carta y que los profes siempre habían estado con nosotros. Otros fumaban y se tomaban alguna cerveza de las que habían comprado en la botillería de don Pepe, escrupuloso emprendedor que había fijado la mayoría de edad a los trece años y les vendía licor a destajo.
No nos pueden echar del colegio, llevamos más años que el mismo hermano Fernando, además la causa es justa, el Día del Alumno estaba en el programa del Centro de Alumnos, no podemos aceptar que nos pasen a llevar, los del liceo ya hicieron una toma y luego los escucharon calladitos, debemos mostrar nuestra fuerza, si estamos unidos no nos va a pasar nada, dijo Montenegro y sacó ovación de los de tercero; los curas creen que mandan ellos, pero nosotros pagamos el colegio, se entusiasmó el Pitihue; el colegio lo pagan los papás, y si bien podemos convencer al hermano Fernando, el Teófilo y el Condoro, nos van a mandar a la chucha, además los profesores del liceo no hacen clases o llegan tarde o llegan curaos, dice mi papá que son todos comunistas, alegó el Felo; el Condoro y el Mono también son comunistas, todos los profes son comunistas, hasta el hermano Fernando; no interesa esa huevada, acá estamos por el Día del Alumno; mi papá dice que si nos vamos a paro nos echan cagando a todos, él es exalumno marista y conoce a los mochos, dijo Briones; ¡mamón culiao!, le gritó el Matus y Briones se le echó encima, no hubo pelea porque intervino Catafirtol, todos atendieron cuando habló, medía casi un metro noventa y los de cuarto lo respetaban; ¡la causa es justa y estamos todos los de tercero, si los de cuarto no quieren, hacemos el paro con los pendejos y que se vayan a la puta!, ¡pero si nos acusan se las van a ver todos conmigo, de a uno!, se produjo un silencio que ni siquiera se interrumpió por la llegada de la hermana del Chupao, que venía del colegio. Pasó calladita hasta la cocina y ni miró, no era fea, tenía buen culo y usaba la falda corta, nadie dijo esta boca es mía hasta que se escuchó que entraba en el interior de la casa, tímidos al fin. Al momento de votar el paro todos levantaron la mano, los de cuarto esperarían frente al monolito del Beato Marcelino y se irían hasta Independencia, Pitihue quedó en hablar con los de segundo y los de primero que al menos tendrían que quedarse en sus casas, el Enfermo y Catafirtol convencerían a los que no habían ido a la reunión.
Como era viernes había que ir a Marcha en la tarde, otros estaban en Eje y unos pocos en los Scouts, al final, casi todos volvían al colegio, unos a la pichanga, unos a puro huevear. El viernes en la tarde era el día de las mujeres y había que aprovecharlo: petitos y culitos, aún con frío, perfumito y tetitas por la tarde, un panorama que ni los hermanos ni los profesores, estaban en situación de rechazar. Alejandra, Andrea y Marisol, también la Cicciolina y la parvularia que decían le había hecho una paja al Montenegro en el paseo de excelencia académica a los Manantiales. El Cura andaba con Daniela desde la jornada de Semana Santa del año anterior, y se iban juntos por la tarde, caminaban hasta su casa y lo dejaba tocarle el culo. Entonces era uno de los jefes de Marcha y los profesores le tenían como un «líder positivo», a él en realidad todo le daba un poco lo mismo. Como a todos, le gustaba la Cicciolina, pero se conformaba con algún agarroncito a Daniela, una chelita, un pitito, ciertas cositas.