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Montenegro y Catafirtol esperarían afuera del colegio, atajando a los de primero y segundo, adentro Matus debía tomar el micrófono y dar un discurso combativo, nadie de la Media debía presentarse en el patio a las ocho, el hermano Teófilo que esto era la revolución, el hermano Fernando que había que investigar, total de los de cuarto habían llegado varios, el Gato y el Vela entraron al colegio para apoyar a Matus. La mamá de Comecaca y del Guatón Flores clamaban que sus niños habían sido obligados por la turba revolucionaria, que ellos no tenían nada que ver, que faltaban solo por temor a las violentas represalias de sus compañeros, que apoyaban a los hermanos y las medidas que tomara el Colegio, que la culpa era de los comunistas y del Centro de Alumnos y del Montenegro y del Pitihue, y también del hermano Fernando que no tenía pantalones. Matus esperaba escondido en el baño con el Gato y el Vela, encendieron un cigarro.

¡Qué chucha están haciendo!, los recriminó el señor Fredes; ¡estamos en paro por el Día del Alumno, como representantes del Centro de Alumnos debemos informarles a nuestros compañeros de básica que daremos la lucha hasta el final!, dijo Matus; ¡tan más hueones!, el hermano Fernando anda vuelto loco y el Teófilo se los va a cagar a todos, les van a aplicar la ley marcial y todos cagando pa juera, ¡y apaguen esa hueá de cigarro!, dijo el Vela; somos la vanguardia consciente del colegio, el Gato; no nos van a amedrentar con huevadas, tenemos a toda la media de nuestro lado; pero varios papás y mamás llegaron a justificar a sus hijos, ¡están cagaos, el paro se filtró, el Mono y el Teófilo ya saben todo y los van a salir a buscar con los pacos, y hasta con los milicos!, creen que están infiltrados por los comunistas; no sea huevón, señor Fredes, si no era para tanto, ¿qué tenían que hacer los milicos en esta huevada de colegio de curas?, a lo más el hermano Fernando iba a suspender a alguno.

Como no hubo acto, Matus, el Vela y el Gato tuvieron que seguir escondidos para siempre, el hermano Fernando se paseaba por el patio semivacío, los cabros más chicos no entendían nada, los de séptimo y octavo comenzaron a aplaudir en la fila, el paro había sido un éxito. Cuando intentaron salir, los tres fueron detenidos por el Condoro, que los llevó ante la presencia del mismísimo hermano Fernando.

Me decepcionan profundamente, ¿es que acaso este colegio no les ha dado valores profundos?, ¿cómo se les ocurre hacer este paro sin avisar?, eso no es digno de un estudiante marista, dijo el hermano Fernando; nos mueve la necesidad muy digna de celebrar como corresponde el Día del Alumno, hermano Fernando, respondió el Vela, nosotros mismos lo creamos y ustedes, si leyeron el programa, lo habían aceptado; pero hay otras maneras de conseguir sus objetivos, sin recurrir a la violencia, los maristas resolvemos nuestras diferencias a través del diálogo y el respeto a los demás, no es valiente obligar a sus compañeros a no venir a clases a aprender, ¿no es acaso injusto para los que quieren estudiar tranquilamente?; es injusto estudiar tranquilamente cuando otros no lo están, hermano, somos un cuerpo y como tal debemos comportarnos, opinó Matus; eso será en el ejército, esto es un colegio y deben obedecer lo que se les manda, ese Día del Alumno no existe en ninguna parte, no es el Día de la Madre o del Padre, o el Día del Profesor, que aparecen en los calendarios escolares que entrega el Ministerio, dijo Condoro; ¡pero el mismo hermano Fernando nos enseñó del libre albedrío, Dios nos da la libertad de escoger incluso nuestro mal!, ¿cierto, hermano?, ¿qué tan terrible puede haber en esa celebración?; no es leal citar mis clases para desacreditarme como rector del Colegio, lo que hicieron es muy grave y merece la peor de las sanciones, sus actos demuestran un gran desprecio hacia nuestra institución y deben ser castigados por eso, aunque me duela, los instigadores de este paro macabro deberán tener un castigo muy severo, proporcional a la gravedad de su falta, y el Condoro; yo creo que ni con la expulsión pagarían, eso sí, ustedes tienen una oportunidad de salvarse si es que nos revelan inmediatamente, de quién fue la idea del paro, por supuesto que eso no cambiará la imagen que nosotros tenemos de ustedes como personas sensatas, aunque hayan cometido un error, ¿quiénes fueron, acaso los señores Montenegro, Páez, alias Pitihue y Contreras, alias Catafirtol?, miren que algo de información manejamos; no somos ningunos soplones, dijo el Gato, si estamos acá es porque somos la voz de nuestros compañeros, y llevamos más años en el colegio que usted y que el mismísimo hermano Fernando, así es que sabemos mucho mejor que ustedes qué es y qué no es este colegio, y definitivamente, este no es un colegio de sapos; ¡qué es ese lenguaje, mocoso, por Dios!, ¿con quién se creen que están hablando?, ¡Álvarez!, ¿me puede decir en qué momento pensó que hablar con estos pergenios serviría de algo?, ah, carajo, me parece que es usted más bruto que ellos todavía, vamos a mi oficina, que acá no vamos a resolver nada, dijo el hermano Fernando, que parecía haber perdido el control de la situación.

Los tres salieron del colegio y se juntaron en el parque que bordeaba el cerro de La Virgen, ahí se habían escondido casi todos; ¿nos vendieron?; ni cagando compañeros; este sí que fue Día del Alumno, conchetumadre, le hubieran visto la cara al culiao del Condoro, estaba que se recagaba el maricón; ¿y ustedes?; siempre dignos; ¡salgan, sapos culiaos, seguro estaban que se meaban!; un poco, pero igual aperramos cabros; capaz que nos echen a todos; no creo, el hermano Fernando es rebuena gente; no, si se veía más enojado que la cresta; la media cagaíta, mi papá me va a penquear, le dije que no iba a participar; ¡salud por el Día del Alumno!, casi cien pendejos había al borde del cerro, Catafirtol destapó una botella de cerveza; ¡salud, salud, salud!

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