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15 de enero Soy mujer: soy libre

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“Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud” (Gál. 5:1).

El tema de la libertad se debate en diversos foros; hablan de ella los eruditos en la materia, y también las personas comunes como tú y yo. Jóvenes y ancianos, desde diferentes escenarios, levantan la voz exigiendo libertad. Lo cierto es que la libertad fue un regalo de Dios a sus criaturas, al cual renunciamos voluntariamente cada vez que decidimos dejar de depender del Señor. No nos damos cuenta de que, al hacerlo, nos encade­namos a un poder que nos somete, llevándonos a perder ese valiosísimo te­soro llamado libertad.

Esta es una razón por la que muchas mujeres vivimos en las cárceles psi­cológicas del miedo, la ansiedad y la amargura. Intentando ser “libres” de una manera independiente a Dios, construimos muros infranqueables que no solo nos separan de Dios, sino también de los demás. Limitamos así nuestra actuación a un escenario pobre, miserable y estrecho donde solo sobrevivi­mos, sin disfrutar la emoción de vivir una vida plena en Cristo Jesús. Alguien dijo: “Hay muchas personas que sueñan con la libertad pero siguen enamo­radas de sus cadenas”. ¡Qué acertado!

La libertad que Dios nos ofrece no es el libertinaje irresponsable de quie­nes desean hacer lo que les venga en gana, sean cuales fueren las consecuencias. La mujer libre en Cristo tiene frente a ella un escenario de enormes oportu­nidades de crecimiento personal. La libertad en Dios nos permite llegar a “ser” lo que él quiere que seamos, sin intentar parecernos a nadie.

La mujer que escoge ser libre:

 Sueña sus sueños con Dios.

 Ama sin ataduras de dolor.

 Pone límites para preservar su integridad y dignidad.

 Ejerce su autonomía.

 Expresa sus emociones, sin lastimar a nadie.

 Es auténtica y original.

 No permite que la empujen a hacer lo que va en contra de sus principios.

 Busca el bien en ella y en los demás.

 Comienza y termina su día agradeciendo las bendiciones recibidas.

Amiga, escoge ser libre, con esa libertad que rompe cadenas, pero que a la vez pone límites saludables para asegurar su permanencia en Dios.

Pinceladas del amor divino

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