Читать книгу Pinceladas del amor divino - Erna Alvarado Poblete - Страница 22
17 de enero Siempre hay esperanza
Оглавление“Fíjense cómo crecen los lirios: no trabajan ni hilan. Sin embargo, les digo que ni siquiera el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como uno de ellos. Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¡cuánto más habrá de vestirlos a ustedes” (Luc. 12:27, 28).
Hace tiempo, un viaje por carretera me llevó al corazón de uno de los desiertos más inhóspitos del planeta. Por primera vez pude ver el sol caer a plomo sobre la tierra agrietada. Cuando una florecita logra vencer esa adversidad y brotar, es un acontecimiento asombroso.
Las plantas del desierto son ingeniosas. Durante las horas de calor cierran sus hojas y se inclinan a tierra; cuando atardece y la temperatura baja, abren sus hojas y miran al cielo para recibir el rocío y almacenar agua para la jornada que vendrá. Por las noches, el frío es tan intenso, que no parecen dar señales de vida. Sin embargo, al amanecer continúan fieles a su misión: florecer. ¡Cuán grande es el amor de Dios por sus criaturas! Si él cuida de las flores, cuidará también de ti.
¡Hay tantas mujeres semejantes a las flores del desierto, rodeadas de condiciones adversas! Nacen y viven en situaciones de abandono; inmersas en relaciones áridas incluso con las personas que deberían amarlas. Algunas son despreciadas por su origen. Las circunstancias parecen no darles tregua. Los días son largos y las oportunidades cortas. Viven en un desierto. ¿Qué hacer para sobrevivir? ¿Cómo enfrentar el día a día ahogadas en llanto, sin un “pañuelo” que lo enjugue? ¿Cómo encontrarle sentido a la vida? Saber que Dios está cerca es el único consuelo.
“El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza” (Sal. 34:18). Esta es una “oferta” de vida que podemos aceptar, con la seguridad de que nunca fallará. En el desierto hay vida a pesar de las circunstancias; en tu “desierto”, también hay vida. Tu entorno parece imposible de cambiar, pero sí puede cambiar tu forma de entenderlo.
Las tribulaciones son permitidas por Dios para algún propósito.
El que comenzó en ti la buena obra, la concluirá (ver Fil. 1:6).
Aprovecha tu “libertad interior” para tomar decisiones correctas.
Haz que tu sufrimiento valga la pena.
“Yo, el Señor tu Dios, te he tomado de la mano; yo te he dicho: “No tengas miedo, yo te ayudo”” (Isa. 41:13).