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22 de enero ¿Libertad o libertinaje?

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“Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud” (Gál. 5:1).

Desde el punto de vista bíblico, la libertad es un legado de Dios a sus criaturas. Fuimos hechos para ser libres, derecho al que renun­ciamos cuando el pecado nos hizo esclavos. La libertad implica elec­ción, decisión y responsabilidad. Sin embargo, la libertad es entendida hoy como el derecho de toda persona a hacer lo que desee, como dueña de su vida que es. Esto no es bíblico. Este nuevo y extendido concepto de libertad implica decidir aunque no se esté dispuesto a hacerse cargo de las consecuencias. Lamentablemente, en una sociedad hedonista, la libertad se mira como sinó­nimo de excesos y búsqueda desenfrenada del placer inmediato. Esto, en reali­dad, es libertinaje.

Mucho se habla hoy de la “liberación femenina”, insinuando con ello que siempre hemos vivido en opresión, sin auténtica libertad. Esta forma de pen­sar puede resultar fascinante, si no tenemos cuidado. Por supuesto que, de acuerdo a la voluntad de Dios, debemos pensar, actuar y vivir en libertad. La felicidad de la vida se encuentra a través de la autodeterminación para ser lo que deseo ser. Pero la mujer libre no desestima lo masculino; al contrario, lo aprecia y lo necesita. Tampoco es libre al atribuirse los roles masculinos. La libertad se encuentra en la concordia, el respeto mutuo y el rescate de nuestra esencia personal. La libertad se origina en el ser interno, y permite obrar según la propia voluntad puesta en sujeción a la voluntad de Dios.

Dios te hizo libre y desea verte libre; pero con la verdadera libertad. Levan­ta la cabeza y sacúdete las cadenas del miedo. No permitas que un sentido in­fundado de incapacidad te gobierne. En la Escritura leemos: “Conocerán la ver dad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:32). Busca tu libertad en la verdad.

El desenfreno, los placeres ilícitos y el desprecio por las normas no te ha­rán libre; solo lograrán encadenarte a la culpa, al desprecio por ti misma y a no comprender el significado de tu existencia. Confía en tu Creador y cumple sus propósitos en tu vida. Pregúntale en oración: ¿quién soy?, ¿a dónde voy? y ¿cuáles son los planes que tienes para mí? Es así como tu rumbo en la senda de la vida te llevará en libertad al cumplimiento de la promesa: “Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha y te dice: ‘No temas, yo te ayudo’ ” (Isa. 41:13, RVR 95).

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