Читать книгу Pinceladas del amor divino - Erna Alvarado Poblete - Страница 21
16 de enero Soy mujer: soy feliz
Оглавление“Alégrense siempre en el Señor. Repito: ¡Alégrense!” (Fil. 4:4).
Algunos aseguran que la felicidad es un arte que se puede cultivar; otros afirman que es un estado emocional que desarrollamos como un hábito; también hay quienes aseguran que es parte de la dicotomía de la vida; es decir que, para ser feliz, es necesario conocer la tristeza. No importa de qué lado nos pongamos, lo cierto es que el pedido de Dios al respecto es: “Estad siempre gozosos” (1 Tes. 5:16, RVR 95). Pero ¿cómo lograrlo, siendo que vivimos en un mundo de dolor y sufrimiento? ¿Es acaso un pedido imposible? Por supuesto que los pedidos de Dios no son imposibles.
Por naturaleza, los seres humanos tenemos tendencia a evitar el dolor y el sufrimiento. La máxima de la vida es encontrar la felicidad, y los caminos para encontrarla son inimaginables. La felicidad del mundo, basada en el principio del placer, genera un desgaste emocional y físico, en ocasiones, con graves consecuencias. Sin embargo, el gozo que Dios nos ofrece es mucho más sencillo. Es de dentro hacia fuera, y no está sujeto a nada de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Las mujeres que creemos en Dios tenemos razones más que suficientes para ser felices, aun en medio de las vicisitudes de la vida. La felicidad no depende de un instante; la felicidad es una cadena formada por muchos eslabones de gratitud, fe, confianza, amor, misericordia y sensibilidad. Si así no fuera, ¿cómo entenderíamos el hecho de que personas que viven en medio de carencias de todo tipo puedan verse gozosas y radiantes?
Parece ser que existe una estrecha relación entre utilidad y felicidad; de hecho, sentirse útiles abre la puerta a la verdadera alegría. Pienso ahora mismo en la misión de Jesús, que “no vino para ser servido, sino para servir” (Mat. 20:28, RVR 95).
Amiga, ¿por qué no empezar hoy? Considera en tu bitácora del día un acto de servicio. No solo ayudarás a alguien, sino que también te ayudarás a ti misma. La satisfacción de realizar un acto generoso en favor de otro es un detonante efectivo para sentir satisfacción personal, que indudablemente producirá gozo. Como dijo Teresa de Calcuta: “El servicio más grande que podemos hacer a alguien es conducirlo para que conozca a Jesús, para que lo escuche y lo siga; porque solo Jesús puede satisfacer la sed de felicidad del corazón humano, para la que hemos sido creados”.