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1.2. Su agrupamiento en tetralogías

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Es bien sabido que cada poeta trágico que competía en el concurso de las Grandes Dionisias en el siglo v a. C., presentaba tres tragedias y un drama satírico, que ocupaban así el tiempo preestablecido del día. Este bloque de obras recibía ya desde la Antigüedad el nombre de tetralogía, pero Gantz 23 demuestra que este término implicaba la existencia de una unidad temática en el conjunto, de manera que las tres tragedias eran partes sucesivas de un mismo relato argumental, y también el drama satírico pertenecía a ese ámbito temático, aunque en este caso podía darse una mayor desvinculación. Disponemos de tres ejemplos inequívocos en Esquilo: la Orestía, título de la tetralogía sobre la muerte de Agamenón y la venganza de Orestes, cuyas tres tragedias conservamos enteras, y tras las que venía el drama satírico Proteo 24 ; la Licurgía, un bloque de piezas en torno a la figura de Licurgo 25 ; y en tercer lugar, algunas noticias didascálicas 26 certifican la existencia de una tetralogía sobre los Labdácidas 27 , con la que obtuvo la victoria el año 467, aunque no se conserva un título genérico del conjunto. En otro caso puede asegurarse con una casi total fiabilidad documental: la dramatización del mito de las Danaides se hacía a través de otras cuatro piezas de temática consecutiva, aunque el texto de la fuente didascálica esté corrupto 28 . Sobre el resto de los títulos conocidos la crítica tiene un criterio unánime en algunos casos, cuando la información disponible permite fijar su agrupamiento en tetralogías; pero en otros hay una gran disensión, porque se carece de testimonios suficientemente explícitos, lo que se complica al máximo cuando los propios títulos son imprecisos 29 . Sobre un hipotético número de 22 tetralogías 30 suele haber coincidencia general en unos diez casos, en los que se incluyen las cuatro seguras ya mencionadas y la de Los persas, a la que me referiré más abajo; mientras que el resto da lugar a una gran disparidad de sugerencias 31 . De todas formas, la tetralogía de Los persas plantea una situación especial: una noticia didascálica 32 certifica que Esquilo venció en el concurso de tragedias del año 472 con Fineo, Los persas, Glauco de Potnias y el drama satírico Prometeo, grupo en el que es difícil encontrar no ya una progresión narrativa dentro de un mismo argumento general, sino ni siquiera una homogeneidad temática, y los diversos intentos de explicación siguen siendo a mi juicio imprecisos y bastante generalizadores 33 , lo que deja el problema concreto sin resolver y demuestra que en algún caso Esquilo no se atuvo a su esquema de tetralogías ligadas.

En el grupo de obras difíciles de reunir en conjuntos tetralógicos, o al menos en trilogías trágicas —el drama satírico es un problema aparte—, hay casos en que sólo disponemos de dos piezas claramente relacionadas 34 , y este hecho ha dado lugar a la reaparición del tema de las dilogías, bloque compuesto por dos tragedias. El debate sobre su existencia se remonta a Welcker y Hermann en la primera mitad del siglo XIX , y ha sido retomado periódicamente: el argumento principal de los defensores reside en esos casos de parejas de piezas sin una tercera que poder adjuntar con verosimilitud; pero en contra está la ausencia de referencia explícita alguna a ese tipo de conjunto dramático, y además el número de obras esquíleas sólo lo permitiría en cuatro o seis casos, que son más fáciles de explicar por la dificultad de encontrar un tercer elemento 35 .

Cuestión aparte es la situación del drama satírico dentro de la tetralogía. Durante un tiempo se pensó que si esta pieza burlesca trataba la misma área temática que la parte trágica, se produciría un choque emocional excesivo. Pero la observación de los datos debe llevar a sostener el criterio contrario: de las cuatro tetralogías seguras aludidas, sus respectivos dramas satíricos están en estrecha relación (Proteo , Licurgo, La Esfinge y Amimona) ; además, hay otros casos donde es también clara la relación narrativa entre una parte y otra (Circe en la tetralogía sobre Odiseo; Los arrastradores de redes en la de Perseo; Las nodrizas en la de Dioniso) 36 . Tal vez, pues, deba concluirse que Esquilo perseguía asimismo que la cuarta pieza perteneciera al ámbito narrativo del conjunto, aunque la relación en este caso fuera más laxa, lógicamente. Una vez aceptado este segundo criterio, se ha tratado incluso de precisar los límites de esa relación, y así surgió la llamada «ley de Levi» 37 , que localiza la trama satírica en el momento narrativo intermedio entre la primera tragedia y la segunda.

Finalmente, queda el interrogante de en qué medida fue Esquilo el creador de la estructura tetralógica. Gantz 38 ofrece un interesante estado de la cuestión, y fija dos grandes bloques de opinión: el de quienes creían en la existencia de una gran tragedia originaria (Ur-Tragödie), que luego sería fragmentada en secciones narrativas, dando lugar a las tres tragedias ligadas que conocemos; y enfrente estaban los partidarios de que en esas etapas iniciales de la creación dramática existían múltiples piezas cortas, las necesarias para llenar el tiempo del día establecido por la normativa de las fiestas, y a partir de esa realidad se produciría el desarrollo de la trama hasta conseguir que sólo con tres se ocupase el mismo tiempo, lo que conllevaba un mayor pormenor en la narración escénica. Parece claro que la segunda opinión es más verosímil, y en esa línea habría que incluir a Esquilo, pero no disponemos de ningún dato para atribuirle la autoría.

Fragmentos. Testimonios.

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