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2.3 La Enciclopedia dello Spettacolo y el Patalogo. Historiografía teatral del siglo XX

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No sorprenderá, en consecuencia, si, después de haber hablado del modo aparentemente aséptico de excavación y del modo jocoso de feuilleton o conferencia-espectáculo de transmitir la memoria del teatro, nos detenemos ahora a observar una enciclopedia y un anuario. En el espacio literario del teatro su lugar no hay que minusvalorarlo. Estos grandes repertorios de informaciones son también la materialización de una actitud, de un modo bien caracterizado, de recordar y transmitir.

Un verdadero teatro-en-forma-de-libro es la Enciclopedia dello Spettacolo, ideada y dirigida por Silvio d’Amico, publicada en 9 volúmenes entre 1954 y 1962, concebida eliminando las fronteras drásticas entre teatro, cine, circo y ballet; concediendo espacio a los teatros asiáticos; insertando un gran número de voces que se refieren a la vida material de los teatros, la jerga y la legislación; prestando a los actores una atención no distinta a la prestada a los escritores y recogiendo una importante documentación iconográfica.

Dado que la Enciclopedia dello Spettacolo ha quedado carente de índices generales (aparte de un décimo volumen de actualización de los años 1955-1965, tiene un volumen en el que han sido recogidos en orden alfabético todos los títulos de las obras teatrales citadas, indicando el autor pero sin indicar los lugares en que aparecen), ofrece todavía muchas sorpresas, incluso a quien es su usuario desde hace años: de hecho, ocurre que uno se encuentra en medio de voces insospechadas.

La Enciclopedia dello Spettacolo representa en su conjunto un nivel de concienciación de los problemas teatrales superior al difundido hoy, incluso entre los especialistas. Además, antes incluso que un enorme teatro-en-forma-de-libro, hubo un ambiente. En aquélla trabajaron jóvenes que más tarde contribuyeron a ampliar los confines del teatro. Y, sobre todo, en ella se creó una fecunda contigüidad entre los estudios históricos y la investigación artística. La Enciclopedia dello Spettacolo integró en su prolongada gestación a especialistas académicos y jóvenes que se adiestraban en los estudios y en el escenario, realizando casi en laboratorio uno de los sueños de Silvio d’Amico: la no distinción entre los hombres de libro y los hombres de teatro.

Esta «invención» no se tradujo en una práctica renovada de la cultura y de la producción teatral. De ello se siguió un gran derroche de personas, tan grande que dan ganas de preguntarse qué habría ocurrido si el movimiento cultural impulsado por la gestación de la Enciclopedia dello Spettacolo se hubiese difundido verdaderamente en el teatro práctico, enlazando las propias certezas con los proyectos y con las temporadas escénicas. Sin embargo, también ésa quedó como una invención desperdiciada.

En el otro extremo hay un monumento inestable, una serie de libros en ebullición, hormigueros de fotos y de noticias: los distintos números del Patalogo, ideado y dirigido por Franco Quadri y publicado cada fin de año por la editorial Ubulibri de Milán a partir de 1979.

El término patálogo y la insignia de Ubú muestran que Franco Quadri pertenece a ese raro equipo de sarcásticos meticulosos que se reconocen en la estela de Alfred Jarry y en la ciencia que hace un siglo definió Patafísica: ciencia de las excepciones y de las particularidades, de las potencialidades y de las soluciones imaginarias.

Es sorprendente el modo en que tal manera de pensar cala en la fabricación de un anuario de las temporadas teatrales. En él se crea una fecunda mezcla de precisión y desorden. Se enumeran todos los espectáculos italianos de la temporada, los festivales, los libros, los premios concedidos, los muertos. Hay también amplios fragmentos sobre los espectáculos juzgados más significativos, eficaces collages de citas en las que las declaraciones de intenciones de los autores se alternan con las reacciones de los críticos. Y sondeos, sátiras, ensayos críticos, viñetas, diálogos ilustrados y alucinados sobre los usos teatrales. Allí se escuchan las voces del grupito de personas reunidas, con el pasar del tiempo, en torno a Quadri, escurridizos y luchadores: periodistas no asiduos de los periódicos.

Y, sobre todo, allí se siente circular, entre el marasmo de los textos de las fichas y de las fotos, no sólo el juego transgresivo sino también la rabia, que es la otra cara de la pasión amorosa. El corazón ideal de estos libros que dan oxígeno y agitación a la idea habitualmente mortuoria de «catálogo» me parece que es un ensayo de Franco Quadri sobre el nomadismo (Patalogo 3, 1981), donde los continuos viajes del periodista, los enlaces ferroviarios, los itinerarios alejados de las autopistas, se convierten en imagen de una cultura fluctuante, de esa inquietud que funda la nobleza del teatro. Le hace eco, algunos años más tarde (Patalogo 9, 1986), un hermosísimo texto escrito con ocasión de la muerte de Jean Genet, donde el nomadismo teatral da presencia al ausente, a ese Genet al que el autor nunca ha llegado a conocer, de quien ha hablado y ha oído hablar en los más distintos lugares de los que se acababa de ir.

Hombres de escena, hombres de libro

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