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8. Los milagros de Apolonio y su relación con la aretalogía y la hagiografía
ОглавлениеNos resta aún aludir a un importante elemento constitutivo de la Vida de Apolonio: los milagros. Semejantes a los pasajes y referencias paradoxográficas por su carácter maravilloso, se diferencian de éstos en que, como acciones que son del propio Apolonio, forman parte esencial de su biografía y no son, como los parádoxa , elementos digresivos añadidos. La presencia de milagros constituye una novedad en el género biográfico, dado que en la biografía antes cultivada los milagros no tenían cabida. El único género literario griego en el que hay precedentes de narraciones de milagros es un género menor, religioso, popular y muy localizado: la aretalogía 77 .
Llamamos aretaí a los milagros de un dios del que los sacerdotes daban cuenta al pueblo para glorificar al dios y edificar a los fieles. Aparecen en los templos de esos dioses que, en época tardía, van suplantando a los Olímpicos por su mayor implicación con la suerte personal del hombre: Asclepio, Sérapis, Isis, etc. Que Filóstrato conoce bien este tipo de literatura es algo que se pone de manifiesto en algunas de las epifanías divinas narradas en la Vida de Apolonio 78 . Lo Cascio las analiza, tomando como término comparativo una reciente recopilación de testimonios epigráficos y papirológicos de estas aretaí 79 y pone en evidencia las íntimas relaciones, formales y de contenido, entre unas y otras, para tratar posteriormente de examinar el influjo que este tipo de narraciones ejerce en las actividades del propio Apolonio y los paralelos que pueden reseñarse entre ambas, todo lo cual permite constatar el carácter típico de estas manifestaciones. Parte Lo Cascio de la base de que ser sabio en esta época significa acercarse a los dioses, lindando así con la religión o, según los puntos de vista, con la superstición, y observa cómo Filóstrato va ofreciendo actividades sobrenaturales de Apolonio en una cuidadosa gradación que, en esquema, sintetiza del siguiente modo:
I. Actividades propias de la sabiduría humana (concentradas en la primera parte del libro), entre las cuales se cuentan:
1. Interpretación de sueños (I 23).
2. Poder sobre los espectros; por ejemplo, la evocación de la sombra de Aquiles (IV 16), el sátiro y el vino (VI 27) y especialmente Menipo y la empusa (IV 25). De este último episodio hay un paralelo muy claro en la tremebunda historia de Flegón de Tralles sobre Macates y Filinion 80 , en la que se nos narra cómo Filinion, muerta seis meses antes, obtiene la posibilidad de pasar tres días con su amado y así lo hace. Aunque los padres le advierten de lo que realmente está sucediendo, Macates hace caso omiso de su advertencia. Por fin, la empusa huye, Filinion queda muerta y Macates se suicida.
3. Conocimiento de lo oculto: por ejemplo, el mercader de Cilicia (I 10), la inocencia de un condenado a muerte (V 24) y las historias de Timasión (VI 3) y el hombre de Menfis (VI 5).
4. Conocimiento del futuro, que le permite a Apolonio adivinar una serie de hechos, como la muerte del gobernador de Cilicia (I 12), el tiempo que iba a permanecer en Babilonia (I 22), la epidemia que amenazaba Éfeso (IV 4), la identidad del próximo hierofante de Eleusis (IV 18), que el Istmo de Corinto comenzaría a excavarse y las obras no se acabarían (IV 24), que surgiría una isla entre Tera y Creta (IV 34), que un rayo estaría a punto de matar a Nerón (IV 43), la efímera toma del poder de Galba, Otón y Vitelio (V 11-13), el naufragio de una nave (V 18), la reedificación del templo de Júpiter Capitolino (V 30), el destino futuro de Tito (VI 32) o la inminente muerte de Nerva (VIII 27).
II. Poderes más propiamente divinos (que ocupan la parte central de la obra), como son los siguientes:
1. Curaciones, que constituyen el milagro por excelencia, la prueba típica de santidad, en relación aquí, además, con la idea de que la enfermedad está causada por la ira de un dios ante las culpas humanas, con lo que, en palabras de Teresa Mantero 81 , la medicina se vuelve en esta época arte de obrar exorcismos. Apolonio aprende este arte con los Brahmanes, que curan a un cojo, un ciego y un paralítico (III 39), pero los supera, especialmente en dos casos particularmente relevantes:
a ) La resurrección de una muchacha (IV 45), que tiene paralelos en los Evangelios 82 y en la literatura aretalógica, en la curación de una tal Sóstrata 83 .
b ) El joven mordido por un perro (VI 43). Es de señalar que en las aretaí es frecuente que los animales, como aquí el perro, intervengan en la curación 84 , pero que, si bien el animal es el instrumento de la curación, sólo el dios (aquí, Apolonio) es el que tiene la capacidad para curar.
2. Exorcismos, no muy distintos de las curaciones según lo que antes he apuntado. Apolonio los aprende también de Yarcas (III 38), pero también en este caso supera a su maestro, en los siguientes episodios:
a ) El exorcismo de la ciudad de Éfeso (IV 10), en relación con la vieja idea del sacrificio del pharmakós , que asume todas las culpas y libera, con su inmolación a la comunidad. Un paralelo de este caso, excepcional por tratarse de un exorcismo colectivo, lo hallamos en el peán de Isilo de Epidauro 85 , según el cual, Asclepio intervino en favor de Esparta en una situación apurada.
b ) El poseso de Colofón (IV 20), episodio en el que el demon derriba una estatua, como prueba de que ha abandonado el cuerpo. El tema presenta paralelos con un milagro narrado en los Hechos de San Pedro 86 , especialmente, el estupor de la gente y la actitud del endemoniado que, una vez liberado, no recuerda nada y cambia totalmente de forma de vida.
3. Otros favores divinos que no tienen relación con la enfermedad, como son por ejemplo el encuentro de un tesoro (VI 39), comparable con un texto aretalógico 87 , en el que una tal Calicratía, al morir su marido, ignora el lugar en el que éste había escondido el dinero, hasta que el dios se lo revela.
III. Casos en los que es el propio Apolonio el beneficiario del milagro , coexistiendo así en él los planos humano y divino. Estos episodios se concentran especialmente al final de la Vida . Podemos contar los siguientes:
1. Liberación de su pierna de la cadena, para hacer una demostración a Damis (VII 38). El hecho es importante para el desarrollo de la obra, porque es entonces cuando Damis comprende por primera vez cuál es la verdadera naturaleza de Apolonio. Tenemos un paralelo en la literatura cristiana 88 , en el que un ángel libera a San Pedro de la cadena, si bien en él el milagro no presenta el carácter meramente gratuito y demostrativo que tiene en la Vida de Apolonio .
2. Traslación mágica de Apolonio desde el tribunal hasta Dicearquía, comparable a una noticia de Porfirio 89 , según la cual Pitágoras fue visto en Metaponto y Tauromenio (localidades muy distantes entre sí, Metaponto, en el fondo del Golfo de Tarento, Tauromenio, en la actual Taormina, en Sicilia) en el mismo día. La incredulidad de Demetrio, que no sabe si se halla ante un fantasma, tiene asimismo paralelos con la incredulidad de los apóstoles ante la aparición de Jesucristo 90 .
3. Visión a distancia de la muerte de Domiciano (VIII 26) que presenta asimismo semejanzas con el relato de Aristócrito cuyo hijo, salvado de un naufragio, pero perdido en las rocas, fue visto por él desde el templo de Asclepio, y con unos pasajes de Atanasio y Gregorio de Tours 91 , si bien en este último caso es muy probable un influjo directo de la obra de Filóstrato.
Concluye Lo Cascio que esta sucesión de diferentes clases de milagros no está dictada tanto por cuestiones de orden expositivo cuanto justificada por una eficaz línea de desarrollo: de las manifestaciones de Apolonio como profeta y sabio, a la curación-exorcismo o a la resurrección, hasta la superación en sí mismo de las leyes del tiempo o del espacio, se registra un claro progreso en su capacidad milagrosa que, partiendo de características de sabiduría humana, llega a una asunción por el sabio de rasgos propios de las aretalogías y de ahí a que éste adquiera las características propias del taumaturgo. La clase de milagro varía, según progresa en su perfeccionamiento la propia figura del sabio y, consecuentemente, la forma literaria se adapta a esta evolución.
Esta asimilación en la biografía de elementos aretalógicos iba a ser fundamental para el desarrollo de un género nuevo, las Vidas de Santos , la hagiografía, destinado a un largo desarrollo posterior. Ya Reitzenstein 92 observó en un tema concreto la existencia de una sola línea literaria que ligaba el mundo pagano y cristiano: el tema que denomina «del santo y la bestia», en el que tanto vale la osa de Pitágoras como el lobo de San Francisco, pasando por el perro hidrófobo de Apolonio (VI 43). Asimismo, en otra obra 93 compara los elementos comunes entre la Vida de Apolonio y la Vida de Antonio de Atanasio, a las que considera inspiradas en un modelo común. Luego Holl 94 profundiza más en el tema al analizar las influencias literarias de la Vida de Apolonio sobre la hagiografía, pero hace derivar esta línea del ideal de sabio que aparece ya en el tratamiento de la figura de Sócrates. Por su parte, List 95 examina los inicios de la hagiografía en conexión con las vidas de los filósofos paganos, pero estima más importante el influjo neoplatónico que el de las Vidas pitagóricas como lo es la de Apolonio.
En este punto es también fundamental la aportación de Lo Cascio 96 . Comienza el autor por mostrar una serie de rasgos que asocian a Apolonio con un santo: los prodigios antes de su nacimiento; la ascesis, que lo asemeja a un padre del yermo; su renuncia a la riqueza; sus formas de penitencia, como el silencio de cinco años; su parquedad en la comida; su forma de vestir, y, en general, su huida de los placeres corporales, en la idea de que el cuerpo es la cárcel del alma. Asimismo, el hecho de que tal género de vida produzca en él, como resultado, un gran equilibrio interior, una serena alegría y, en general, el disfrute del favor de la divinidad, que se manifiesta fundamentalmente en que le es conferida la capacidad de hacer milagros. Incluso hay detalles más concretos: en primer lugar, su actividad de curar animales (V 42) es comparable a la que se atribuye a santos como San Cosme y San Damián o a San Martín. En segundo lugar, como santo que es, debe sufrir proceso, casi martirio, pero su glorificación es el triunfo sobre el enemigo, aquí Domiciano. En tercer lugar, su aparición después de la muerte es un rasgo que adquirirá importancia fundamental en las vidas de los santos, si bien en la Vida de Apolonio se halla sólo apuntado. Por último, es un detalle típico de estas vidas el que su autor se asesore de un testigo importante, un colaborador directo del santo, como lo es en la Vida de Apolonio Damis 97 .
Con todo, la novedad de la Vida de Apolonio consiste precisamente en haber incorporado un elemento antiguo, pero ajeno a la alta literatura, la aretalogía, al contexto biográfico, novedad ésta que influiría decisivamente en la configuración del género hagiográfico, en el que lo típico es precisamente esa unión de la «vida y milagros» de un santo concreto. Naturalmente que esta afinidad iba a situar necesariamente a la Vida de Apolonio en una posición de competencia con el Cristianismo, pero, pese a que en un tiempo pudo pensarse de otro modo, como veremos a continuación, esta rivalidad no surge desde el principio.