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4. Las fuentes de la «Vida de Apolonio de Tiana» y la autenticidad del libro de Damis
ОглавлениеAl principio de la obra (I 2-3), el propio Filóstrato enumera cuáles son sus fuentes de información para configurar la biografía de Apolonio: tradiciones orales locales, textos del propio Apolonio, concretamente sus cartas y su testamento, y diversos escritos sobre el de Tiana, entre los cuales menciona un Libro de Máximo de Egas sobre la estancia del sabio en Egas, otro de cuatro volúmenes de Merágenes, y especialmente un relato del propio Damis, el asirio compañero inseparable de Apolonio. Ninguna de estas tres obras se nos ha conservado, y en cuanto a sus autores, poco o nada es lo que sabemos. Respecto a Máximo de Egas, sabemos que ocupó el cargo de ab epistulis Graecis , una especie de secretario del emperador, con la misión de ocuparse de su correspondencia en griego. A Merágenes lo cita también Orígenes, y de su referencia parece deducirse que la visión que en su obra se daba de Apolonio era contrapuesta a la de Filóstrato, probablemente incorporando el punto de vista del gran enemigo de Apolonio, Éufrates. De ahí que el autor de la Vida le niegue toda validez como testimonio. En cuanto a Damis, se han suscitado grandes dudas y múltiples trabajos en torno al tema, sin que se haya llegado a una solución generalmente aceptada, si bien son frecuentes las posiciones dogmáticas y no discutidas respecto a si existieron o no realmente Damis y su manuscrito. Ya desde Baur, en 1832 45 , se comenzó a poner en duda la cuestión, dudas que han ido acrecentándose entre varios autores posteriores, aunque con variantes, desde quienes creen una mera ficción literaria, tanto el manuscrito como su autor 46 , hasta quienes defienden la existencia de Damis y su relato 47 , pasando por quienes creen que Filóstrato accedió a un relato anterior, pero no de Damis 48 , o creen en Damis, pero no en su texto 49 , hasta quienes se mantienen indecisos respecto al problema 50 . La desconfianza de algunos autores ha llegado incluso a negar la existencia del escrito de Máximo de Egas y a considerarlo como un texto complementario, inventada por Filóstrato por la necesidad de justificar los hechos de Apolonio en Egas, que obviamente no habrían podido ser conocidos por Damis 51 .
La argumentación para negar la existencia de Damis, sin entrar en los complejos detalles de la cuestión, se basa fundamentalmente en tres aspectos: el primero, que la referencia a un manuscrito anterior es un expediente típico de la época —y posteriormente, piénsese en la ficción novelesca de Cervantes respecto al manuscrito de Cide Hamete Benengeli, en el Quijote —, especialmente en narraciones novelescas, que daban de un tema versiones nuevas y «subversivas»; el segundo, que las coincidencias entre detalles atribuidos a Damis en la Vida de Apolonio con los expresados por Filóstrato como cosa propia en otras obras, así como la aparición, bajo el nombre de Damis, del conjunto de aspectos que son los típicos del interés de la Segunda Sofística, hacen sospechar que Filóstrato le ha atribuido a Damis múltiples cosas de su propia cosecha, y el tercero que los errores históricos, que no escasean en la Vida de Apolonio , resultan difícilmente atribuibles a un autor como Damis, al que suponemos contemporáneo de los hechos.
La verdad es que ninguno de los argumentos es concluyente. Por argumentaciones del primer tipo aquí indicado, se consideró durante años un farsante a Herenio Filón de Biblos, autor, en época de Adriano, de una Historia Fenicia , en la que invocaba como fuente a un tal Sancuniatón, que habría vivido antes de la guerra de Troya, y se consideraba que Filón se había limitado a plagiar la Teogonía de Hesíodo. La aparición en Ras Samra de textos ugaríticos fechados en el segundo milenio antes de Cristo, que presentan múltiples detalles coincidentes con los atribuidos a Sancuniatón, en una fecha asimismo coincidente con la que le asignaba Filón, obligó a reconocer la veracidad de este autor y la existencia de su fuente. Errores filológicos como éste nos hacen ser más prudentes y evitar asertos tajantes sólo sobre esta base. En cuanto a los argumentos del segundo y el tercer tipo, pierden fuerza si tenemos en cuenta la inexistencia en la época del respeto a la propiedad intelectual y de la pulcritud en el manejo de las fuentes, y consideramos que Filóstrato, como por otra parte él mismo declara, ha reelaborado ampliamente el texto de Damis, tras aludir a su mal estilo (I 3). En conclusión hay que decir que, si bien no disponemos de absolutamente ningún testimonio, fuera de Filóstrato, que garantice la existencia de Damis y de su escrito, tampoco hay ningún argumento definitivo para negarla, por lo cual el tema se convierte en una elección entre darle o no crédito al propio Filóstrato.
Dejando ya aparte la validez o no del testimonio de Damis, existe, relacionado con éste, otro problema: la Vida de Apolonio transcurre en un marco histórico concreto al que Filóstrato hace a menudo referencia, y repetidas veces se ha puesto en duda la credibilidad de las afirmaciones de Filóstrato como fuente histórica. Merece la pena decir alguna palabra sobre este tema.