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III

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Podemos a esta altura hacer una relación más entre los personajes interpretados por Vincent Price y las plagas, pero esta vez, desde una perspectiva distinta. En El abominable Dr. Phibes (1971) de Robert Fuest, Price encarna a uno de esos villanos memorables que le dieron su fama, el Dr. Anton Phibes del título, quien maquina una puntillosa venganza aplicando sobre sus víctimas la secuencia de las plagas bíblicas citadas en el Éxodo. Por supuesto que somos conscientes de que este es un desvío sustancial de nuestro tema. Pero, no obstante, ello nos remite en definitiva a aquellas plagas universalmente conocidas del Antiguo Testamento, y las plagas de Egipto del Éxodo podrían encuadrar en este mismo tipo de fenómeno. A Cecil B. DeMille le corresponden las dos versiones clásicas de Los Diez Mandamientos: la versión muda de 1923, en cuyo inicio ya se han producido las plagas enviadas por Jehová para liberar a su pueblo, quedando la última y más dramática, la muerte de los primogénitos, para el comienzo de la película. En el remake de 1956, que según los estándares actuales más que película sería una miniserie (dura 3 h 40’), el director aprovecha el desarrollo de los efectos especiales y el uso del color, y muestra un poco más algunas plagas, aunque no el detalle de todas. (31) Recién encontraremos una secuencia más completa de los flagelos (ranas, langostas, piojos, etc.) en la excelente versión animada El Príncipe de Egipto (1998) dirigida por S. Wells, S. Hichner y B. Chapman.

Sin embargo, notemos un comentario sobre la versión de 1956. Tiene que ver con la introducción y tratamiento del tema: de modo inusual, el filme es presentado por el mismo director, C. B. DeMille vestido impecable con traje de “domingo”. Considera lo que vamos a ver como “La historia del nacimiento de la libertad… El tema de esta película trata sobre si el hombre debe regirse por la Ley de Dios, o si debe regirse por los caprichos de un dictador… ¿Son los hombres propiedad del estado o son espíritus libres bajo la Ley de Dios?” Cuestión inquietante que cabría desmenuzar. (32) Luego, el eje de la trama gira en torno a lograr la libertad del yugo y la tiranía, lo cual se dirime en lo que considerábamos al principio del capítulo: una guerra de dioses. ¿Cuál es el Dios verdadero y más poderoso? ¿Jehová o el panteón egipcio? Pero en un momento clave de esa medición de fuerzas a través de los prodigios, tercia una posición muy moderna: Faraón descree del Dios de Israel y de sus propios sacerdotes (la religión es usada, en definitiva, para infundir miedo, dice) y argumenta el origen natural de los fenómenos que los religiosos atribuyen a los dioses. (33)

La peste en el cine

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