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Cada trabajo unas necesidades

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El cerebro sólo utiliza la información que necesita para cada actividad y desecha el resto. Si estamos leyendo un libro, interesados en su contenido no seremos conscientes de la calidad del papel, de la forma de las letras, de cómo son los márgenes. Nuestro cerebro sustituye los símbolos de las palabras por pensamientos. Pero si estamos recabando datos para editar un libro sí que analizaremos el gramaje del papel, la tipografía, su tamaño, cómo se distribuyen las fotos, cuántas columnas tiene el texto…

Cuando voy por el campo con otros amigos fotógrafos se sorprenden de la enorme cantidad de insectos que veo. Es normal, voy buscándolos mientras ellos miran hacia arriba, bien lejos en busca de aves que fotografiar con sus teleobjetivos. Si llevo montado un angular para fotografiar paisaje tampoco veo insectos con tanta facilidad. La atención se focaliza en lo que nos interesa y desecha el resto de la información recibida, al no ser útil para la labor en que estamos concentrados.

Esta capacidad infantil hemos de intentar recuperarla para que nuestro trabajo sea más productivo. Debemos hacer un esfuerzo para analizar la realidad bajo un prisma diferente al que usamos habitualmente, de forma mecanizada. Acercarse a un mismo objeto con una disposición distinta nos permitirá obtener resultados diferentes. La realidad en sí misma se nos escapa, siempre la filtramos a través de nuestras experiencias y prejuicios. Por eso es tan importante adquirir todos los conocimientos que podamos, para poder encontrar diferentes planos de visión, interpretación de un mismo objeto o situación. Somos capaces de formar imágenes mentales, de analizarlas, volver atrás en su proceso de elaboración y obtener nueva información de ellas en un desarrollo de creación interno.

En nuestras primeras etapas con la cámara estamos tan obsesionados en manejar adecuadamente sus botones y menús que dedicamos toda nuestra capacidad mental a eso. Es un proceso de adaptación normal que no debemos desdeñar ni infravalorar. Nos llevamos imágenes sin habernos parado a examinar la escena y valorar qué es lo que nos atrae de ella. Componemos de forma totalmente instintiva y, generalmente, poco acertada. Cuando nos enfrentamos a un tema que deseamos fotografiar analizaremos primero cuáles son nuestras sensaciones y relaciones con él. Forzar a nuestro cerebro a interpretar una situación de diversas maneras mejorará nuestra creatividad y ofrecerá visiones distintas al observador de nuestra obra final. Esta actitud necesita, como todo, entrenamiento. Somos fotógrafos a tiempo completo, no sólo cuando llevamos la cámara. La observación constante de la luz, las texturas, la relación entre los objetos, etc. nos aportará un buen punto de partida para construir un mensaje más claro.

El arte de la composición Enriquece tu mirada fotográfica

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