Читать книгу Comentario al texto hebreo del Antiguo Testamento - Job - Franz Julius Delitzsch - Страница 98
Job 10, 8-12
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8Tus manos me formaron y perfeccionaron del todo ¿y luego te vuelves y me deshaces?
9Recuerda que como a barro me diste forma ¿y en polvo me has de volver?
10¿No me has fundido como leche, y me has cuajado como queso?
11Con piel y carne me has vestido y me has tejido con huesos y nervios,
12vida y misericordia me has mostrado, y tu cuidado ha mantenido mi aliento (espíritu).
10, 8-9. La hokma consideraba el desarrollo del embrión como uno de los mayores misterios de Dios (Ecl 11, 5; 2 Mac 7, 22f.). Hay dos pasajes poéticos que tratan expresamente de este misterioso despliegue: esta estrofa del libro de Job y un salmo de David (Sal 139, 13‒16, cf. mi Psychol. S. 210).
Algunos autores como Scheuchzer, Hoffmann y Oetinger afirman que estos pasajes de la Escritura incluyen y van más allá que todos los systemata generationis o tratados de la generación de aquel tiempo, y que su intención era la de impartir una instrucción de tipo biológico; pero esa no es su finalidad. La Escritura no intenta ofrecer en modo alguno un análisis de la actuación de la naturaleza como tal, en un plano de ciencia moderna, sino que remite siempre a su causa final (y al origen trascendente del hombre).
Conforme a la visión de la Escritura, en el origen de cada individuo humano se repite un acto creador de Dios que es semejante al de la creación de Adán, de manera que la continuación y desarrollo del despliegue de cada individuo forma parte de la acción de Dios, lo mismo que el inicio creador de cada individuo humano. Así dice Job: “Tus manos me han formado” (con ynIWbC.[i, de עצּב, cortar, esculpir, dar forma); términos vinculados a ese son חצב y קצב, sin la noción de un instrumento material, lo que hace que esta palabra ((ynIWbC.[i) sea especialmente apropiada para describir el complejo proceso de surgimiento del ser humano, que concluye diciendo “tus manos me han perfeccionado”. Aquí no hemos empleado la palabra “hacer”, porque עשׂה se relaciona con ברא y con יצר como perficere con creare y fingere (Gen 2, 2; Is 43, 7).
יחד se refiere de un modo colectivo a los miembros del cuerpo, y סביב evoca toda su forma. El hecho de “formar” al hombre como/con barro (arcilla) implica tres cosas: el carácter terreno de la sustancia humana, el despliegue del embrión humano sin su conocimiento y cooperación, y el modelado de la substancia informe (barro) por medio del poder y de la sabiduría divina.
El origen primigenio del hombre, de limo terrae (Job 33, 6; Sal 139, 15), se repite en el vientre de la madre. Las figuras que siguen (Job 10, 10) describen este origen, que siendo en sí oscuro es tanto más misterioso y sirve para glorificar con más fuerza el poder de Dios.
El esperma humano aparece simbolizado de esa forma con un tipo de leche o líquido viscoso; la palabra ynIkE+yTiT; (de חתּיך que se utiliza normalmente en el sentido de fundir), que Seb. Schmid explica rectamente diciendo colliquatam fundere et immittere in formam aliquam (fundir algo y darle una forma especial) evoca el nisus formativus o poder formativo que está presente en el esperma. Así dicen Ewald y Hahn: No basta el suero para hacer el queso, pues se necesita leche que cuaje.
Aquí tampoco puede hablarse de cualquier tipo de leche (Schlottmann), porque la crema no es lac coagulatum, que es lo que la palabra significa. El embrión que se despliega a sí mismo a partir del esperma es como leche que se cuaja y recibe forma. De todas maneras, hay que observar la consecutio temporum. Así es, por ejemplo, incorrecto traducir como hace Ewald: ¿No me has hecho fluir como leche…?
Job está mirando hacia atrás, hacia el origen de su vida: las cuatro frases de 10, 10-11, regidas por los dos primeros verbos (10, 8), que definen el sentido de toda la estrofa tienen un significado que ha de verse de un modo retrospectivo. En esa línea, los futuros son como imperfectos sincrónicos, y en esa línea, cuando 10, 12 vuelve al perfecto, descubrimos que Job 10, 11 describe el desarrollo del embrión hasta el despliegue de la infancia.
Así lo pone de relieve Grocio (=Grotius): Hic ordo est in genitura: primum pellicula fit, deinde in ea caro, duriora paulatim accedunt (este es el orden que se da en la generación: primero se forma la piel, después la carne dentro, finalmente se añaden poco a poco las partes más duras). Por eso, en Job 10, 12 se despliega la manifestación de la divina bondad, no solo en el vientre de la madre, sino desde el comienzo de la vida hacia adelante.
La expresión “vida y misericordia (ds,x,w"â ~yYIåx;) me has mostrado” (has realizado en mí) no aparece de esta forma en ningún otro lugar de la Biblia y actúa como un zeugma, como elipsis que recoge todo lo anterior: Dios le ha dado la vida, y le ha sostenido en medio de pruebas constantes, actuando a su favor. Su cuidado ha mantenido en vida su espíritu (רוּח), de manera que todo su entramado vital ha venido a convertirse en un ser vivo y autoconsciente.
Esta retrospectiva gozosa está entremezclada con reflexiones dolorosas, en las que Job muestra sus sentimientos, poniendo de relieve el contraste entre la manifestación de la divina bondad que se había expresado en el tiempo de su nacimiento y la situación posterior de su vida. Como en Job 10, 8, también en 10, 11 la palabra ynIvE+yBil.T ha sido mal traducida por Hirzel: “y ahora quiere destruirme”. El tema de la destrucción aparece más bien en los versos que seguirán.
Esta es la paradoja o tema de fondo que anuncia esta estrofa: la obra de la creación, que en Gen 1 aparece como buena (inicio de todo lo que sigue), se interpretará a partir de aquí como principio de destrucción. Dios ha creado a Job de un modo gratuito, y de esa forma ha sostenido su vida; pero lo ha hecho para conducirla después a un fin terrible.