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Capítulo 9 No voy a postular

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Julio 2019

Jorge Saint-Jean llamó a Joaquín Lavín temprano el sábado siguiente a la reunión en que habían discutido la estrategia política y comunicacional. El alcalde ya estaba levantado, iba a visitar un hogar de ancianos que lo había invitado hacía ya varios meses.

–Joaquín, tengo una idea a la que he estado dando vuelta estos días, me gustaría planteártela –dijo con voz pausada.

–¿Nos tomamos un café en el Tavelli?, ¿cómo a las 11.00? –respondió sin denotar la más mínima curiosidad.

Saint-Jean quedó con una sensación de triunfo. Le sacaría ventaja al español –este se había devuelto el día anterior– y estaba seguro de que el alcalde estaría de acuerdo con su idea de anunciar que iría a la reelección por Las Condes y con eso descomprimiría la presión que José Antonio Kast le estaba poniendo a diario a través de su cuenta de Twitter y que buscaba que Lavín se refiriera a la coyuntura. Era una jugada inteligente porque además tenía un objetivo claro: que la UDI y una parte de RN comenzaran a pedirle que recapacitara su decisión, considerando que era, por lejos, la mejor carta de la centroderecha para las elecciones de 2021.

–No estoy seguro, Jorge –dijo Lavín mientras revolvía su café cortado–, encuentro riesgoso jugar al límite para echar pie atrás a última hora, no sé cómo lo recibirá la gente, me puede jugar súper en contra –concluyó mientras devolvía saludos de las mesas vecinas.

–La idea no es que esperemos hasta el final, pero al menos así descomprimimos hasta marzo o abril de 2020, y te aseguro que la presión porque seas candidato presidencial va a venir de muchos lados, hasta de gente de la ex Nueva Mayoría, a este paso dudo que alcancen a levantar una carta competitiva –respondió disimulando su incomodidad por una señora que minutos antes se había acercado a la mesa para enviar saludos a Miriam y que lo seguía observando.

–No estoy en condiciones de decirte sí o no ahora, pero te voy a pedir una cosa, ¿puedes hacer un cuadro de ventajas y desventajas de las dos opciones?, me gustaría darle una vuelta, ahora te dejo, Jorge, la Estela tiene invitadas a unas excompañeras del colegio Compañía de María a almorzar y no me puedo atrasar –y se paró bajo la atenta mirada de la mitad de los clientes del local. Cuando iba partiendo se dio vuelta, le lanzó una sonrisa y dijo–: No es mala idea, no es mala idea.

Dos días después, Joaquín Lavín Infante, en un programa matinal, confirmaba a la audiencia, compuesta mayoritariamente por mujeres de clase media, que volvería a postular a la alcaldía de Las Condes. Aunque la noticia tuvo mucho menos revuelo que lo que esperaba Saint-Jean, en la UDI el anunció explotó como una verdadera bomba. Mientras tanto, en la oficina de José Antonio Kast que se había convertido en un verdadero comando, el exdiputado citaba a su círculo íntimo a una reunión para evaluar el nuevo escenario. Algo le decía que esta no era más que una estrategia del edil.

A pocas cuadras de la Municipalidad de Las Condes, en un café de moda en el barrio El Golf, un grupo de cinco personas conversaba efusivamente en una mesa ubicada en un costado del local y la verdad es que de no ser por el tono que usaban habrían pasado inadvertidos.

Uno de ellos tenía una pequeña libreta en que apuntaba parte de la conversación. Era evidente que lideraba la mesa. Calvo, cercano a los setenta años, vestido de manera informal, con una chaqueta de tweed que le daba un aire de profesor universitario. Llevaban al menos dos horas entre cafés, croissant y tostadas con palta. Solo una mujer formaba parte del grupo, algo habitual en el partido fundado en 1957 y que, al igual que todos los conglomerados tradicionales, era conducido por hombres.

–Voy a hacer una síntesis entonces de lo que hemos acordado hasta aquí –dijo quien de todos parecía tener más edad.

–Espera un poco, Genaro –respondió la mujer–, no hemos acordado nada que yo sepa, hay propuestas que hemos lanzado todos, incluyéndome, pero eso no significa que tengamos acuerdos, ¿o estoy equivocada? –sentenció molesta.

–A ver, Ximena, cuando digo “lo que hemos acordado”, también me refiero a los puntos que hemos dejado para evaluar más adelante, mas creo que hay que ir cerrando algunos puntos. Tengo claro que este es un órgano consultor de la directiva, lo que nos obliga al menos a sugerir líneas de acción, y eso requiere de un mínimo de acuerdos –dijo el exministro de Patricio Aylwin, y continúo–: Creo, Ximena, que hay dos consensos: el primero que Fuad abrirá conversaciones amplias para poder reconstruir un bloque de centro en que la DC sea protagonista y, segundo, que vamos a jugarnos por ir con un candidato o candidata propia hasta el final. Bueno, tal vez puedo agregar un tercer punto. Hasta aquí, Ximena, tú eres nuestra única carta –concluyó mirando fijamente a la senadora, quien hizo un gesto de incomodidad.

–Está bien, Genaro –respondió–, no estaba esperando que me proclamaras, pero sí, que seamos un poco más claros respecto de nuestra política de alianzas, me vas a perdonar, pero no veo qué diferencia hay entre lo que dices y lo que ha hecho esta directiva – indicó tomando con calma su taza de café y desviando la mirada hacia el presidente del partido.

–Ximena, yo solo he actuado con el mandato que me da haber ganado las elecciones del partido, y no me voy a cerrar a ningún tipo de alianza –respondió el exdiputado y presidente del partido.

–Fuad, no sé si seré la única persona en la Democracia Cristiana a quien le molesta que hables en primera persona como si no hubiera nadie más en la directiva, pero yo al menos tengo claro que si yo me meto en esto no es a cualquier precio, te he escuchado a ti y a Genaro deslizar que podríamos acercarnos a un grupo de RN y de Evópoli, si es así yo no estoy disponible.

–No te equivoques, yo pienso que esa es una alternativa que no hay que descartar, pero si tú me preguntas cuál es el escenario que a mí me gusta, es que vayamos solos, a la DC le hace falta volver a posicionarse como el gran partido de centro que fuimos siempre –dijo con convicción el presidente de la falange.

–Por favor, Chaín –lo increpó Rincón–, no sé quién esté disponible para volver a pasar por el bochorno que vivimos con la Carolina en 2017.

–Yo tengo un nombre –le replicó el exdiputado–, Alberto Undurraga.

La historia de cómo Andrónico llegó a ser presidente

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