Читать книгу Matusalén - Giovanna Pollarolo - Страница 17
IX
ОглавлениеCuando se acercaba la Navidad, lloraba. El Día de la Madre, lloraba. A veces el Día del Padre. Se emociona, recuerda el pasado, es muy sensible. Pero cuando en la mitad del almuerzo se encerraba en el baño para llorar o cuando alistándose para acompañarlo a alguna recepción, un cocktail, una cena con esposas, se quedaba a medio vestir, no se ponía los zapatos y lloraba, él no sabía qué decir. Entonces nos miraba: ¿Ha pasado algo mientras yo no estaba? ¿alguna de ustedes se ha portado mal? Empezábamos a confesar todo lo que habíamos hecho y que creíamos que podía haberla hecho llorar. Le pedí plata para comprar un lápiz, hilo para el mantel de punto cruz, lana roja para el trabajo manual; cómo se resuelve este problema de aritmética, no sé cómo hacer la tarea de inglés, ¿dónde está mi uniforme de gimnasia? Mi camisa blanca está sucia, qué hago; mañana tengo que disfrazarme de dama romana, yo de virgen y no tenemos la ropa. Ella lloraba más, movía la cabeza como negando y se encerraba en el baño. Él se iba solo a la reunión; nosotras nos acostábamos.