Читать книгу Matusalén - Giovanna Pollarolo - Страница 7
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La joven enfermera coloca la silla de ruedas bajo la sombra de un árbol, junto a la banca de madera, frente al velatorio de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima. Antes de sentarse, le entrega a la anciana una bolsa de tela de la que extrae un tejido aún sin forma. Podría ser una de esas mantas que se usan para cubrir las piernas de quienes pasan muchas horas sentados. O tal vez un chal, una mañanita, un portabebé. O su propia mortaja. La enfermera se sienta y se dispone a revisar sus notificaciones, whatsapp, mensajes y cuántos likes le han dado a sus últimas publicaciones. La anciana observa el pasar de la gente, las parejas, las amigas, los amigos, los jóvenes, los mayores, los solos. Escucha retazos de sus frases. Piensa, recuerda, murmura, llora, se adormece. El sol se asoma, se siente calor; los pajarillos cantan, la vieja se levanta. Que llueva, que llueva. Pero no llueve. Y la vieja tampoco se levanta. Solo por ratos se acuerda de su tejido y avanza una fila. Piensa, recuerda, murmura, escucha, ve.
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