Читать книгу Matusalén - Giovanna Pollarolo - Страница 6
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Sus biógrafos aún no se ponen de acuerdo si fue un huracán, un tsunami o un terremoto el fenómeno natural que destruyó la casa del viejo Matusalén. Pero todos señalan que no quedó piedra sobre piedra. Ni siquiera una pared donde apoyarse. Solo escombros. Tras la catástrofe, una voz le dijo: «Construye una nueva casa, Matusalén. Una más cómoda, con vista. Una donde te plazca vivir; cálida y fría. Con balcones y terrazas». Pero otra voz, más fuerte y estentórea, se impuso: «A santo de qué vas a construir otra casa. ¿Cuántos años más crees que vivirás? No tienes herederos directos ni indirectos, amigos ni conocidos estimables. Se la apropiará el gobierno; quién sabe qué corruptos de turno serán beneficiados, a cambio de qué favores». Matusalén escuchó, pensó y decidió: buscaré una piedra como cobijo; una roca, un muro. Cuando el viento sople de izquierda a derecha, me resguardaré en el lado izquierdo; cuando sople de derecha a izquierda, en el derecho. Al cabo de un año —algo más, algo menos— de vivir en la intemperie, la primera voz volvió a hablar: «Construye una nueva casa, Matusalén, mira cómo vives sin el más mínimo confort, mudándote de un lado a otro de la roca según el dictado de los vientos y la potencia del sol. Todavía estás a tiempo». Matusalén le dio la razón y empezó a buscar el lugar donde levantaría su nueva morada. Y lo encontró en una colina desde donde se veía el mar azul de un lado; y del otro, el verde campo. Se vio sentado junto al calor del fuego, frente a un enorme ventanal; sus piernas cubiertas por una manta. Pero la segunda voz susurró: «¿Para qué, Matusalén? Tu final está cerca, muy cerca. ¿No lo ves en la flacidez de tu piel, la oscuridad de tus ojos, la inseguridad de tus piernas, el temblor de tus manos, el cansancio que no te abandona? ¿Con qué fuerza vas a levantar una casa, Matusalén?».
Pero pasaban los años, y Matusalén seguía esperando. Las tierras se empezaron a poblar. Cuentan que quienes por ahí transitaban, compadecidos, le ofrecían ayuda.
¿Quién eres, venerable anciano?
Soy Matusalén, el olvidado de la Muerte, respondía.
El Antiguo Testamento de la Biblia cristiana y el Bereshit de la Torá coinciden en que Matusalén murió a los 969 años. Biógrafos del siglo XIX, partiendo de la certeza de que el ser humano no está programado para vivir más de 10 décadas, estudiaron la diferencia entre años solares y años lunares para dilucidar el problema sin desautorizar a los libros sagrados. Y sacando cuentas, sumando y restando, concluyeron que Matusalén vivió 969 años lunares, equivalentes a 80 de los nuestros, solares. También constataron que cuando se derrumbó su casa, había cumplido 30. Apoyados en los nuevos instrumentos de medición, estudiosos del siglo XX aceptaron que Matusalén tenía esa edad, 30, cuando ocurrió el tsunami, pero establecieron que murió a los 102. Los científicos quánticos y posquánticos del siglo XXI rechazan todas las afirmaciones anteriores argumentando que el tiempo es relativo a la posición del espectador, de allí que sea solo una ilusión. No hay pasado ni futuro; solo existe el ahora. Todo depende del movimiento, de la distancia y del nivel de conciencia de quien observa1.
Lo cierto es que Matusalén nunca construyó la casa.
1 New Catholic Encyclopedia (1967). Edición consultada: 2021, vol.15 de: https://www.investigacionyciencia.es/blogs/fisica-y-quimica/85/posts/diccionario-de-fsica-cuantica-causalidad-19590