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CAPÍTULO 2
Lituraterre, un neologismo de Jacques Lacan

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Comenzaré con el comentario sobre “Lituraterre”.1 Creo que se puede considerar un escrito gongoriano de Jacques Lacan. Si cito algunos poemas de Góngora, o partes de ellos, encuentro que algunos son sencillos, por ejemplo, ciertas poesías picarescas. En cambio otros son extremadamente complejos. Transcribo un par de los primeros y un fragmento de alguno de los segundos. Quiero tomar uno que, podría decirse, anticipa a Sigmund Freud o nos lleva a él: “A un sueño”, soneto cuyas dos últimas estrofas dicen:

El sueño (autor de representaciones)

En su teatro, sobre el viento armado,

Sombras suele vestir de bulto bello.

Síguelo; mostrárate el rostro amado,

Y engañarán un rato tus pasiones

Dos bienes, que serán dormir y vello.2

En el capítulo sobre el trabajo del sueño, capítulo 6 de La interpretación de los sueños, Freud plantea que en el sueño el contenido manifiesto y los pensamientos latentes “son dos figuraciones del mismo contenido en dos lenguajes diferentes” o son dos modos diferentes de expresión en los cuales el contenido manifiesto “nos es dado, por así decir, en una pictografía”. Luego agrega: “Equivocaríamos manifiestamente el camino si quisiésemos leer esos signos según su valor figural en lugar de hacerlo según su referencia signante”.

Claramente se trata de una forma de escritura. Freud expresa “leer” y “según su referencia signante”. Más adelante especificará sobre dicha escritura: “[M]e empeño en reemplazar cada figura por una sílaba o una palabra […] el sueño es un rebus de esa índole”.3 Luego introduce el siguiente párrafo que transcribo íntegramente:

Supongamos [por mi parte destaco el término “supongamos”] que me presentan un acertijo en figuras: una casa sobre cuyo tejado puede verse un bote, después una letra aislada, después una silueta humana corriendo cuya cabeza le ha sido cortada, etc. Frente a ello podría pronunciar este veredicto: tal composición y sus ingredientes no tienen sentido. No hay botes sobre los tejados de las casas, y una persona sin cabeza no puede correr; además la persona es más grande que la casa y, si el todo pretende figurar un paisaje, nada tienen que hacer allí las letras sueltas, que por cierto no se encuentran repartidas en la naturaleza.4

Es un párrafo curioso que considero necesario desbrozar. Freud dice: “supongamos” (podría ser también “imaginemos”); luego describe dicha figuración de tal modo que podríamos dibujarla señalando lo disparatado, un paisaje con este y este otro elemento, incluyendo “una letra aislada”. Y dice que debe leerse como una escritura jeroglífica o un rebus. En este párrafo nos encontramos con lo imaginario, el dibujo que podemos representar, y lo simbólico, nuestra suposición del modo en que lo leemos, y ¿lo real? Una letra suelta en un paisaje. Digo “lo real” ya que una letra introducida en ese lugar de ese modo que agujerea el paisaje sería imposible. Bien podría ser, esa letra, una letra a.

Intento ahora aproximarme al escrito lacaniano “Lituraterre” que me interesa introducir especialmente, teniendo como referencia el pasaje de Freud. Es un escrito que tiene sus peculiaridades. En primer lugar, su título está construido con una palabra que no pertenece a la lengua francesa, un neologismo que intenta justificar, como ya lo veremos. De este texto hay una versión oral, su presentación en el seminario 18, De un discurso que no fuera del semblante –que desde ya es un título raro– del 12 de mayo de 1971, y además una versión escrita o más de una. Es cercano en el tiempo a otro escrito, muy complejo, “L’étourdit”, también un neologismo, que es de julio de 1972.

Como se sabe, Lacan publicó sus Escritos en 1966 y su ordenamiento, aparte de las intercalaciones de notas y textos del momento de la publicación, no es azaroso. Escritos 1 comienza con un trabajo que no sigue el mismo orden cronológico, ni, aparentemente, ningún orden explicitado, como el resto de los textos. Ese escrito ubicado en primer lugar, “El seminario sobre la carta robada”, también tiene una versión oral y otra escrita. Se refiere a la carta, lettre, que en francés es tanto “carta” como “letra”; robada, volée en francés, se refiere a un cuento de Poe. Ese ordenamiento fue una decisión de Lacan y este escrito gira en torno a la letra y el significante.

Introduzco una aclaración importante para la traducción a la lengua que nos es común: la palabra “letra”, por la que se traduce al español la francesa lettre, según un diccionario de la Universidad de Deusto “deriva del latín littera. En la acepción «letra de cambio», 1547, es imitado del italiano lettera (fin del siglo XIV) de donde deviene «carta misiva», del latín missus, una conjugación del verbo mittere (enviar). Misiva es la carta o el papel que se envía a alguien”.5 Sus derivados pueden ser letrado, iletrado, letrilla, deletrear, deletreo, y los cultismos literal, literario, literato, literatura, aliteración, obliterar, del latín obliterare, “borrar”, obliteración.

Es decir que en castellano como en francés “letra” puede ser “letra” o bien “carta” a través de su derivación “carta misiva”. Y deriva hacia borrar y olvidar.

Cuando se publican los Otros escritos (Autres écrits, en francés), Lacan ya ha muerto y Jacques-Alain Miller, el yerno –un familiar–, al publicarlo, pertinentemente los ordena de tal modo que el “otro” escrito que se publica en primer lugar es “Lituraterre”, que también gira en torno de la letra y el significante. Posiblemente todos los textos de Lacan tienen que ver con la letra y el significante, pero estos dos tienen una vinculación específica con ambos términos. Miller escribe en el prólogo, según la traducción al castellano de la editorial Paidós: “Finalmente, por muchas razones, «lituratierra» nos pareció predestinado a ocupar el lugar asignado en los Escritos 1 a «El seminario sobre la carta robada», febrero de 2001”.6

Es decir que hubo previamente una discusión; vienen a ocupar el mismo lugar de precedencia. Lo mismo encontramos en la edición de Escritos 2: el texto que lo abre es “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”.7

Como dice “muchas razones” pero no cuáles, nos autoriza o nos invita a inventarlas. Lacan, cuando produce la vuelta a Freud, al leerlo, lo hace desde la letra y el significante.

Volvamos también a Freud. Una de las cuestiones más complicadas de sus textos, donde hay muchas oscuridades, la constituye la existencia de dos tipos de pulsiones: las pulsiones de vida y las de muerte. ¿No podemos pensar, acaso, que el significante tiene que ver con la chispa de la vida? “El espíritu vivifica” repite Lacan como una letanía. Sí, el chiste, el retruécano, el acto fallido, los sueños, los síntomas, van de la mano de la vida, de la risa y la sonrisa, del placer. Pero en ese juego mismo existe algo que repite, insiste, impide lo nuevo, frena el movimiento, enclava, fija, y Lacan también repite “la letra mata”. En esa red intrincada, se juega lo uno y lo otro, la disección es imposible. Recordemos palabras de Lacan que en “Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista” escribe: “[M]alaventura del deseo en los setos del goce”.8

Puede haber muchas otras razones. Cada uno puede especular al respecto. Al desplegar “Lituraterre”9 trataré de construirlas. Interesa especialmente por todo lo que tiene que ver con la escritura.

Insisto: es un texto que tiene más de una versión y más de una traducción. No es que haya una verdadera y otras falsas. Arman un rompecabezas.

Comienzo por el título: “Lituraterre”, cuya traducción al castellano en la edición de Otros escritos de Paidós es “Lituratierra”, pero con una salvedad: podría ser “Tachaduratierra”.

¿Por qué? Litura es tachar, tachadura. Como es un término latino, bien le cabe al castellano. La traducción es cuestionable, lo es toda traducción, pero lo es especialmente porque se trata de traducir un neologismo. No está en el diccionario para que nos diga su significado o su sentido.

El texto establece la necesidad de legitimar el neologismo y el escrito. Y lo hace, nos lo dice así, en el de Alfred Ernout y Antoine Meillet, el diccionario cuyo título en francés es Diccionaire Etymologique de la langue latine: histoire des mots. Ambos autores fueron profesores del Collége de France. Ernout se encargó del desarrollo del vocabulario latino desde los antiguos monumentos hasta el comienzo de la época romana. Por su parte, Meillet, de la prehistoria, desde el indoeuropeo hasta los primeros testimonios históricos. Destacan la influencia de los etruscos que, a su vez, recibieron la influencia de los griegos, y, fundamentalmente, el origen campesino del latín, aunque luego extendido a Roma. Recordemos que Virgilio es un escritor de textos sobre los campesinos, Églogas o Bucólicas y Geórgicas, además de la Eneida.

Lacan comienza destacando tres palabras: “Lino, litura, liturarius”.

Para algunas palabras no tenemos dificultades para su traducción. Por ejemplo: lingua se traduce por lengua. Pero ¿se trata del trabajo con las manos? Luego aparecen las dificultades. Lino, que se relaciona con linno, linna, linnae, es una fortaleza, un castillo, pero también una vestimenta gaulois. Aquí comienzan las complicaciones. Gaulois: se considera este término perteneciente a una familia de lenguas célticas, de tribus de la Europa central y la oriental. Su origen es el protoindoeuropeo. Se hablaba en la antigua Galia, donde habitaban tribus que resistieron al Imperio Romano en el norte de la actual Francia. Es una lengua d’oil. También nos interesa porque es origen del gaélico, entre otras lenguas célticas. Lacan en ese tiempo estaba leyendo y trabajando los textos de James Joyce y Samuel Beckett.

Cumlitio es frotar, borrar, en francés barbouiller, oindre, enduir adentro o alrededor, cubrir con enduido y “oter un enduido” es descubrirlo.

Superlino se traduce por aplicar enduido sobre… Pertenece a una raíz significante que se relaciona con verter un producto graso, viscoso y cuya deriva es quedar inactivo. Tiene también un origen griego que llega al latín por vía de los etruscos, en la Ilíada significa “él se pegó a…”, es quedar inactivo, impedir el movimiento.

Linquö, también relacionado con “lino”, es dejar, abandonar, y con él se forma reliquö, dejar atrás; de donde deriva el sustantivo “reliquia”.

Linum es todo objeto de lino como hilo de pescar, cuerda, línea.

El otro término que destaca es littera, que es letra del alfabeto pero por una falsa aproximación a lino, litum, donde las formas romanas remontan a littera. Litterarum tiene que ver con el orden alfabético. Destaco el término “orden”. Litterare se relaciona con carta o toda suerte de obra escrita, la literatura, las bellas artes, etc. Litterator es el que enseña las letras.

Además tenemos litus, que remite a orillas del mar, costado, litoral, y ripa que es la orilla de un río. Sus derivaciones son litorali, litorarius, litoreus, litorous; todas expresiones que tienen que ver con litoral, que es todo borde de un lecho de agua. Por lo que interesa además la palabra retae, que son los árboles que se encuentran al borde o en el lecho de un curso de agua.

Es interesante lituus, que se refiere a recubierto y sin nudos. Nos lleva a pensar en los drapeados sobre los que se basó Lacan en Gaëtan de Clérambault, su maestro en psiquiatría, quien habiendo sido destinado como médico militar al norte de África, se interesó y fotografió las vestimentas de los habitantes de esa región, vestimentas que no tienen costuras ni cortes.

Por otro lado, encontramos oblittero que es borrar las letras y se usa en el sentido de producir el olvido. Oblitus es caer en el olvido.

Pero reris, ratus sum, reri, toman el sentido de contar y, reor, que es antiguo y clásico, se usa en la poesía y en las glosas.

Rado significa rastrillo y es lo que sirve para hacer surcos o marcas en la tierra.

Todo esto se vincula con el trabajo con las manos y, como salta a la vista, tiene relación con la letra, la escritura, el olvido, dejar marcas, borrar, tapar, y nos lleva a “litoral”. La tachadura, el borramiento, el ocultamiento, el olvido provocado por lo que se usa para tapar las marcas en la tierra, en los bordes de agua. El significante es el borramiento de la huella. ¿Borramiento de qué? Puede uno preguntarse y se puede contestar: de lo escrito en el litoral, que lleva agua para mi molino.

Es así como esta apelación de Lacan al diccionario de Ernout y Meillet, este “legitimarse” en él, da razones de sobra para fundar este neologismo, lituraterre. Y el mismo diccionario le aporta auspicio. ¿Auspicio para qué? Para partir y repartir desde un punto de partida. Recordemos a Samuel Beckett, Final de partida. Lo retomaré.

Partir y repartir de un equívoco, en francés départ, término que sin embargo explicita. Más razones para explicar por nuestra parte. Partir de un equívoco o tomar un equívoco como punto de partida quiere decir que ha tomado el significante como punto de partida.

Busca otra autoridad, James Joyce, en inglés, de una letter a una litter. Aquí Lacan traduce, y nosotros lo traducimos, va del inglés al francés y de aquí al castellano. De letra, letter, a basura, litter. El equívoco que evoca es en inglés y en todas las traducciones se produce lo mismo. Lo traduce, es decir, pasa de una lengua a otra de acuerdo con el sentido, con lo cual tenemos un pasaje del significante –equívoco– al signo. Y de letra a basura, por el sentido. La traducción de Lacan es de letter a “letra” y litter a “basura”. La traducción es por el sentido. En los tres idiomas se mantiene algo de un juego de letras, incluso de una rima. En inglés er a er, en francés re a re y en castellano ra a ra. Traducido de ese modo mantiene, en las tres lenguas, la sonoridad.

Es partir y repartir. Partir evoca el final de partida, y ¿repartir? Repartir ¿es entre qué y qué, o es volver a partir? Repartir a partir del significante, en un juego de palabras –jeu du mot dice Lacan al intentar legitimarse en el diccionario latino evocado– la traducción al castellano dice “que se haga ocurrencia”; sí, es el término sprit en francés. Volvemos a “el espíritu vivifica, la letra mata” que retomaré más adelante.

Pero ese repartir a partir del significante es entre “lo burlesco tocando a los labios” en el francés es contrepet y “la inversión al oído”. En Otros escritos la traducción no es exactamente una traducción puesto que en lugar de colocar un término en castellano lo que se hace es describir y decir que contrepet es “transposición de letras”. Sí, lo es; pero se pierde ahí el carácter burlesco del término francés y por eso necesita ubicar una nota aclaratoria. Además, se traduce ordure por “inmundicia”, sí, mantiene el sentido, pero se pierde algo de la homofonía que se mantiene al pasar de ordure a basura. Con inmundicia perdemos lo ya señalado, ra.

Y en el otro lado de la repartición escribe “la inversión al oído”. Pero oreille ¿es oído u oreja? Porque oído puede ser sustantivo que comprende el pabellón de la oreja, pero no es solo la oreja o bien un verbo.

Tomemos otro sesgo antes de seguir con las dificultades y aclaraciones de la traducción. Répartir que es el término que introduce Lacan entre paréntesis se traduce bien por repartir pero también toma otro sentido: replicar, responder. Entonces la repartición es una réplica, una respuesta. Por eso es de los labios a la oreja. Se puede decir de la demanda que parte del borde de los labios a lo que se escucha que pasa por los bordes de la oreja. Como bien sabemos, nunca es lo mismo lo que se demanda y lo que se escucha. Evoca las dos frases del comienzo de otro escrito, “L’étourdit”, “El atolondradicho”: “Que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que oye”,10 la otra frase es aclaratoria de esta. “Que se diga” recae en los labios y “en lo que oye” en la oreja.

Reparte, replica, responde: entonces entre lo burlesco que surge de un borde de agujero pulsional, los labios, a otro borde de agujero pulsional, la oreja, borde sin diafragma, sin posibilidad de cerrarse. En ese recorrido se invierte o replica entre pulsión oral y pulsión invocante. O, si nos deslizamos al otro escrito, “L’étourdit”, del dicho al decir. Recordemos que desde los comienzos de su enseñanza Lacan dice que el mensaje llega en forma invertida. Desde “te demando” de la pulsión oral, te demando amor, a lo que se escucha, ahí Lacan usa su lengua para jugar entre oigo y gozo.11

Punto de partida, el significante, no nos dice que haya un punto de llegada. Eso sí, nos remite a Beckett, a su obra Final de partida, Fin de partie como lo titula en francés, lengua en la cual la escribe y traduce al inglés, Endgame. Fue escrito en 1957.

Es un drama en un acto o en dos muy reducidos que se escenifica casi siempre en un solo acto. Son cuatro personajes: Hamm, viejo amo ciego, Clov, su sirviente, y los padres de Hamm, Nagg y Nell, que a lo largo de la obra están en sendos cubos de basura. Lo cual nos remite a Joyce, the letter a litter. ¿El final de partida tendrá que ver con litter?

Esta obra ¿tiene sentido? Sus comentadores han intentado atribuirle varios, pero Beckett siempre se negó a aceptarlos. La obra sería el final de una partida de ajedrez, lo que nos lleva a Freud, quien había comparado el psicoanálisis con una partida de ajedrez, donde se pueden calcular sus aperturas y sus finales, pero no el desarrollo del juego. Una opinión autorizada, la de Harold Bloom, relaciona a Hamm con Hamlet, especialmente por el soliloquio conocido por todos, “Ser o no ser”. Cuestionamiento del ser, como Lacan a partir del seminario Encore. También tiene que ver con el cuestionamiento del sentido. Aparentemente lo que Beckett quiere contar está todo el tiempo presente. Y por eso transcribo lo que escribió Beckett sobre su obra: “Fin de partie será mero juego. Nada menos. De enigmas y soluciones, ni una palabra. Para cosas tan serias están las universidades, las Iglesias, los cafés, etc.”. Esto nos interesa porque remite al texto que estamos trabajando, “Lituraterre”. Lacan escribe: “Hay que decir sin duda que yo estaba harto del basurero al que até mi suerte”.

Final de partida es la historia de Hamm y Clov, amo y esclavo, esperando que llegue el fin. Trata sobre la tragedia humana. Beckett dice: “[N]ada más divertido que la desgracia”. Esto es cierto porque la desgracia del otro suele hacer reír. Podemos agregar que al final una tristeza nos invade y no la elación maníaca que imaginaba Michael Balint para el fin de análisis.

Sigamos con “Lituraterre”, con lo que nos recuerda sobre James Joyce; que una messe-haine, literalmente “misa-odio”: aquí sí toma la homofonía, el significante “mecenas”. Dice: “Por quererle el bien”.

Ya sabemos que el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones… Pero veamos cómo es esto en la tradición cultural francesa: “París bien vale una misa”, para Enrique IV, y lo que desencadenó fue un odio feroz, la famosa noche de San Bartolomé. Miles de hugonotes asesinados, degollados, en las calles de París. Leer La reina Margot de Alejandro Dumas: misa, odio, creo que de eso se trata.

Dicha mecenas de Joyce era Mrs. Edith Mc Cormick, cuyo ofrecimiento Joyce rechazó y por lo cual perdió el mecenazgo. Una hipótesis verosímil es que si Joyce hubiera aceptado que se le pagara un psicoanálisis con Jung, hubiera abandonado el “santo” de Santo Tomás, Saint Thome, su sinthome. Es lo que explica Lacan en el párrafo siguiente, que nada hubiese ganado, puesto que “fue derecho a lo mejor de lo que se puede esperar del psicoanálisis en su fin”.

Fin, creo, no es lo mismo que la terminación de un análisis. Su fin, su finitud es acercarse al límite…

Lo que creo que hizo Joyce, al hacer litière de la letre, creo que le vuelve, le regresa, Santo Tomás y estamos en el juego de palabras Santo Tomás, Saint Thome, sinthome, como lo atestigua su obra. Que lo atestigüe su obra es que no se sostiene en ninguna garantía, en ningún Otro, si no en su propio juego que es de palabras y de letras.

“Del basurero que até mi suerte”.

Este escrito es de 1971 y la clase es del 12 de mayo de ese año. Lo retomaré más adelante.

En la versión escrita de lo hablado en el seminario hace referencia a su escrito, la “Proposición…” de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la escuela.12 Allí el psicoanalista, propone Lacan, se autoriza por él mismo o por sí mismo (par lui méme) y por otros. De ninguna manera por Otro, Autre, A. Un poco después, en el seminario 16, De un Otro al otro, de 1968-1969, sostengo que produjo un movimiento apoyándose en la lógica, en las matemáticas y en Marx, pero fundamentalmente en la experiencia del análisis y en la mentada proposición, la caída del Otro como garante. No hay más garante del análisis, del fin del análisis, de la cura, del lugar del analista. A partir de aquí queda tajantemente establecido que no hay metalenguaje, no hay Otro del Otro.

Ya no se puede sostener en el psicoanálisis ninguna garantía, no hay quien autorice a alguien para ser analista. No hay analista didacta, aunque pueda haber análisis didácticos. Por lo cual la International Psychoanalytical Association (IPA) solo puede sostenerse en una burocracia y, por eso Lacan la denomina la Sociedad de Ayuda Mutua Contra el Discurso Analítico (SAMCDA).

Es necesario tener en cuenta la referencia a esa expresión de Santo Tomás, en latín, sicut palea. De este modo el fin es un punto al cual nunca se llega, el desecho, acercarse al objeto a, un cálculo inalcanzable. En cuanto ya no hay garantías, el analista solo puede autorizarse por él mismo y en el fin del análisis queda como ese resto que cae al tacho de basura. En ese sentido es un santo, en el sentido que toma en un libro de David Halperin titulado San Foucault.13 ¿Por qué “San”? Es santo porque hay una decisión de Michel Foucault de tratar a la homosexualidad como efecto de discurso, por lo que constituye una apertura y una posición política. Se sabe que en ese movimiento Foucault murió por efecto del sida, no como una víctima, no como un sacrificio, sino como operación del discurso que sostenía. Un santo es quien cae como desperdicio de una operación, como lo señala Halperin. El psicoanalista en su operación discursiva cae como una letra, como desperdicio, por el movimiento mismo de un análisis, por algo inmanente al análisis, al discurso del psicoanalista. Es la producción de un significante amo, S1 que relanza el juego significante. Mientras que el analista deviene sicut palea, una cáscara despreciada, un desecho. Es esa letra que pasa a causa de deseo. Lejos de ser un deseo de muerte, de caída o de sufrimiento masoquista, es un efecto de discurso.

Lacan lo dice expresamente en Televisión, casi contemporáneo a este que estamos comentando. Se refiere a lo que es “un santo” y dice que es de ese modo que tiene la ocasión de situarse en la estructura. Lo expresa así: “Es por la abyección de esa causa [se refiere al objeto a causa de deseo] en efecto que el sujeto en cuestión tiene oportunidad de localizarse al menos en la estructura”,14 lo que permite al sujeto del inconsciente tomarlo por causa del deseo. Por efecto del discurso cae como desecho.

¿Por qué Joyce no hubiese ganado nada con un psicoanálisis? No solo porque hubiese sido Jung su psicoanalista, sino porque él habría logrado, al ir derecho a un psicoanálisis en su fin, con su sinthome, su escritura, con su trabajo con la letra, alcanzar el límite. ¿Un psicoanálisis lo hubiera apartado de “su fin”? ¿O bien el odio lo llevaría a apartarse de su sinthome, de la escritura? Suponemos que, al aceptar ese ofrecimiento, ¿se hubiera apartado de la santidad, del sinthome, de Santo Tomás?

Me parece que todo esto tiene que ver con tres términos que quedan así introducidos e invitan a reflexionar: garantizar, autorizar y legitimar.

Vayamos al diccionario. Garantizar es dar garantía, lo que es “efecto de afianzar lo estipulado”; necesariamente alguien o algo debe otorgar ese afianzamiento, alguien o algo otro: Dios, la ley, etcétera.

Autorizar es “dar a alguien autoridad o facultad para hacer alguna cosa”.

Es por el lugar que alguien ocupa, por su investidura o el poder que tiene una persona sobre otra u otras. Legitimar es “convertir algo en legítimo” o “probar o justificar la verdad de una cosa o la calidad de una persona o cosa conforme a las leyes”.

Y legítimo es “conforme a las leyes” o “lícito, justo” o “cierto, genuino y verdadero” en cualquier caso.

Con estas definiciones o significados del diccionario tenemos, en cuanto a “garantía”, que debe haber alguien o algo que la otorgue. La “autoridad” es dar un poder a alguien sobre otros y por lo tanto alguno prohíbe o permite desde un lugar. Mientras, la “legitimidad” remite más a lo verdadero y justo y al sometimiento a las leyes.

Son términos que se relacionan pero que no son sinónimos. Aquí Lacan se “legitima” en un diccionario prestigioso. Lo que dice es verdadero, no es falso. En la “Proposición…” se trata de “autorizar”, pero es “por él mismo” o “por sí mismo” y “algunos otros”, pero no busca hacerlo en una autoridad. Con ello ya no hay garantías ya que el Otro cae.

Retomo un término introducido antes. Lacan escribe: “A faire litiére de la lettre”, que se traduce por “al hacer estercolera de la letra”15 según una versión bilingüe; al desechar la letra” traduce Nora Gonzalez,16 y “hacer caso omiso” lo hace Ana Ruth Najle.17

Litière tiene en los diccionarios dos sentidos y ambos se pueden reducir a uno. Por un lado es “estercolera”, acepción que quiere decir un lugar sucio de donde se extrae el estiércol. Pero en otra es una expresión idiomática cuyo sentido es “hacer caso omiso” o “desechar”. La primera sería una acepción más concreta, eso donde van a caer desperdicios, y es coherente con el retruécano de Joyce, de letter a litter. Por otro lado, ese dejar caer en el lugar de los desperdicios es un modo de hacer caso omiso, de no tenerlo en cuenta. Las dos traducciones parecen correctas, pero en ambas se pierde un matiz que es importante en el texto de Lacan. Cuando escribió litiére, supongo que tenía la intención de que se amplíe así su sentido, lo que también es un modo de hacer tambalear el sentido.

Si coloco otro paréntesis vuelvo sobre la frase de Lacan que prometí tratar con más detenimiento: deviene, en el texto, Santo Tomás, Saint Thome, es decir, por homofonía, su sinthome, y, subraya Lacan, como toda su obra lo atestigua. Luego dice algo que me parece que es de enorme importancia para lo que considera sobre el psicoanálisis y el recorrido que intento realizar aquí. Que el psicoanálisis testimonia, que es testigo al realizar la convergencia con “lo que nuestra época acusa”.

Y volvemos a tomar este párrafo donde dice: “[D]esenfreno del lazo antiguo del cual se contiene la polución en la cultura”, y explica que lo había bordeado antes de mayo de 1968. Episodios que están muy presentes en Lacan en estos seminarios que bordean los años 70, y donde recordaba que la civilización es… pero hay que tener cuidado con la traducción. En francés Lacan escribió: “[L]a civilisation c’est l’égout”.

La alcantarilla es una traducción correcta, son los desagües por donde desagotan las aguas sucias. Es raro decir que la civilización sea los canales de evacuación de las aguas de la calle. Interpreto que hay un deslizamiento de los desagües a lo que sale por las alcantarillas. Sale lo que sobra, lo que se desperdicia, lo que ya no se utiliza, que se desecha. El verbo francés égoutter significa que un objeto vaya perdiendo gota a gota, que escurra las gotas que han quedado. Lo escurrido se pierde en otro continente. Sigo mi deslizamiento y “continente” es un recipiente donde se contiene algo y también los cinco continentes, grandes espacios de tierra rodeados de mar. La civilización europea se desagotó sobre otros continentes.

El psicoanálisis atestigua su convergencia con el desenfreno, el débridement, escribe Lacan, del lazo antiguo. Es aflojarlo, librarlo de sus ataduras y de sus obstáculos, desprenderse de él, del lazo antiguo que contiene la polución en la cultura, la que la contamina, la vuelve peligrosa por acumulación de elementos tóxicos. Supongamos que se refiere al lazo del discurso del amo antiguo. El matema que escribe Lacan del discurso del amo:

S1 S2

$ a

Quizá se refiera al movimiento que implica el discurso de la histérica, en que el $ pone en cuestión al S1 y permite operar ese debridamiento, ese desenfreno, lo cual no puede ocurrir sin la emergencia de un nuevo discurso, el que introdujo Freud, el discurso del analista.

Y como dice que “el desaguadero [égout] es la civilización”, Lacan opone, o al menos diferencia, cultura y civilización. La cultura sería el cúmulo de conocimientos que se han recibido y su excedente tóxico produce la polución. Una persona culta es alguien que sabe y mucho. ¿Qué? Lo que ha absorbido de aquello que lo sostiene y donde está inmerso. La civilización sería lo que se vuelca, se desparrama, se vierte, se desagota; sería la sobra, en otro lugar. El diccionario Larousse18 da un ejemplo: “La presencia francesa en África ha contribuido a la civilización de vastas regiones”.

Esta es una premisa para Lacan. Se puede pensar que si hay polución en la cultura, hay excedente; eso se vuelca en algún lado. Sería la tarea de la civilización invadir, colonizar y de ese modo evitar la polución. Partiremos de esto cuando comencemos a trabajar los efectos de la devastación de la civilización portuguesa y española en América.

Si pienso en la cultura de nuestro país, Domingo F. Sarmiento, Facundo, civilización o barbarie, en el cual la civilización es aquello que se expande para imponerlo a todos. A quienes les guste y a quienes no les guste. Eso también quiere decir que la Iglesia Católica es universal, es que es civilizatoria, su misión es llevar la civilización a todas partes.

Además Lacan expresa, quizá habría que decir confiesa, que ha hecho eso, al menos, así lo dice en Burdeos, a quienes ha dejado pasmados con esas afluencias que desplazó. Podría pensarse que llevó la civilización. Está harto, las, dice en francés, agotado, cansado, sin poder continuar, de ciertas ataduras o fijezas. ¿Cuáles?

Me parece que Lacan había, como lo hace todo el mundo, atado su suerte a más de un basurero. ¿A Saint Anne, a la IPA, a la Universidad? No sé adónde más y no sé específicamente a qué se refiere.

Pero dice que no está solo para confesarlo y apela al francés antiguo, l’avouére, con el cual “Beckett hace balance al debe”.

Lacan juega con esta homofonía avoir-avouer. Avouer deriva del latín advocare, que es “tener recursos como abogado, defensor”.

Hay algunas frases de Beckett que pueden tener relación con esta referencia de Lacan.

“Uno de los dos ladrones se salvó. Es un porcentaje razonable”. “Todos nacemos locos. Algunos continúan así siempre”. “En la Universidad de Dublin está la crema de Irlanda: ricos y brutos”. “Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor”. “Cada palabra es como una innecesaria mancha en el silencio y en la nada”. “La palabra es todo lo que tenemos”. “Si pesimismo es un juicio en el sentido de que el mal sobrepasa al bien, no se me puede acusar de pesimista, ya que no tengo ni deseos ni competencia para juzgar. Simplemente he encontrado más de lo uno que de lo otro”.

“Debe”, dice Lacan, que “hace desecho de nuestro ser” y “salva el honor de la literatura”.

Tengamos en cuenta que en 1971, cuando dicta esta sesión en el seminario 18, después de haber dictado el seminario donde formaliza los cuatro discursos, y en el año anterior había recorrido el seminario que llamó De un Otro al otro, en el cual hace caer la idea de la existencia de Otro, de Dios, del Nombre del Padre, y formula en términos lógicos y matemáticos su posición: no hay metalenguaje.

Se pregunta: ¿qué es entonces la literatura? ¿Acomodamiento de restos? ¿Colocación en lo escrito de lo que sería canto, mito hablado, procesión dramática? Tengamos esto muy presente: los guaraníes no tenían escritura; entonces “lo que sería canto, mito hablado, procesión dramática” de ellos no tenía escritura hasta que los conquistadores hicieron la transcripción de lo que escuchaban a la escritura castellana.

En una nota al pie de una traducción no publicada, realizada por Félix Contreras, Roberto Pincirolli y Miguel Ángel Atila Rodríguez, se aclara que collocation tiene que ver con la posición de un objeto o de un elemento en relación con otros o la proximidad de ellos en una cadena. Por otra parte, concurrence es el conjunto de los elementos así ubicados. Me parece que son explicaciones importantes ya que nos remiten a la topología. Con la posición de un elemento en relación con otros se formulan las invariantes de las superficies topológicas. Esta acepción de collocation pertenece a la lógica y a la lingüística. Entonces es el ordenamiento en lo escrito, porque según este ordenamiento se producen diferentes efectos de lo escrito, los que se reciben de los cantos, mitos, dramas, por vía del significante.

Lacan señala que la crítica de textos literarios no ha recibido “más aire”. Efectivamente no solo el psicoanálisis no aportó nada, sino que nada desde su experiencia puede aportar y, mucho menos, es que sea una disciplina que pueda o deba decir algo al respecto. Mucho menos aun si se trata de diagnosticar a alguien en su carácter de autor o por su obra.

En los seminarios y escritos de esta época, comienzos de los años 70, Lacan considera que su posición, su enseñanza, ha dado un giro, “un cambio de configuración” y está preparando la inclusión de una escritura que llamará borromea, que se va a proponer a partir del seminario Encore, donde no hay lugar para el ser y para el sentido y comienza la escritura con el nudo borromeo.

Da un ejemplo de lo que considera cambios en la cultura europea, al menos francesa: “[Q]ue por fin Rabelais sea leído” es un desplazamiento con el que acuerda. Hay que preguntarse por qué introduce a Rabelais, ya que seguramente en esa época muchos otros autores han recomenzado a ser leídos. Rabelais es un autor excepcional en la cultura, tiene un lugar especial. Una de las cuestiones es la introducción de rebus en su escritura u otros juegos con el significante. Por ejemplo, Pantagruel, que había estado seduciendo, en sus viajes, a algunas mujeres y prometido más de lo que estaba dispuesto a cumplir, recibe una carta de una de ellas. Abre y se encuentra con un anillo que tiene engarzado un diamante y un papel en blanco. Al no entender qué es lo que quiere decir el mensaje, si es que había alguno, decide consultar a su consejero y filósofo Panurgo, quien sospecha que en el papel hay algún mensaje cifrado bajo una escritura invisible a simple vista. Después de usar todas las técnicas conocidas para descubrirlo y no encontrando ningún mensaje, observa el anillo que, en su interior contiene una inscripción en hebreo que dice: “Lammah ha Zabthani”.

Llaman a Epistemon para que la traduzca, quien expresa que quiere decir “¿Por qué me has dejado?”.

Entonces Panurgo exclama: “Ya comprendo el caso. Ved esta piedra: es un diamante falso, y puede ser la primera parte de lo que la dama quiere decir: «Di, amante falso, ¿por qué me has dejado?»”.19

Esto me lleva al capítulo 3 y a leer el seminario sobre “La carta robada” de Poe.

1. He consultado más de una versión de este texto. En francés hay dos versiones editadas, una oral y establecida por Jacques Alain-Miller publicada por Seuil y luego traducida al castellano, cuyo nombre es “Clase sobre lituraterre” en la edición de Paidós de los seminarios, en el tomo que lleva de título De un discurso que no fuera del semblante, Buenos Aires, Paidós, 2009, y otra, escrita, de la cual hay varias publicaciones, entre ellas la recopilación realizada por Miller bajo el nombre de Autres écrits, traducida al castellano como Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012. Hay otras versiones en castellano, una bilingüe (francés y español), inédita, otra publicada en Notas de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, publicación de circulación interna de la EFBA traducida por Ana Ruth Najle, Buenos Aires, EFBA, 1980 y otras no autorizadas, traducciones de la versión oral del seminario citado.

2. Luis de Góngora, Antología poética, Barcelona, RBA, 1994, p. 23.

3. Sigmund Freud, La interpretación de los sueños, en O.C., Buenos Aires, Amorrortu, 1979, t. IV, p. 285.

4. Ibid., pp. 285-286.

5. Santiago Segura Munguía, Lexicón etimológico y semántico del latín y de las voces actuales que proceden de las raíces latinas o griegas, de uso del español, Bilbao, Universidad de Deusto, 2014.

6. Jacques Lacan, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 17.

7. Jacques Lacan, “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”, en Escritos 2, Ciudad de México, Siglo XXI, 1984.

8. Jacques Lacan, “Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista”, en Escritos 2, Ciudad de México, Siglo XXI, 1984, p. 832.

9. Todas las citas que se mencionan pertenecen a las diversas versiones citadas.

10. Jacques Lacan, “El atolondradicho”, en Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012, p. 473.

11. En francés hay homofonía entre j’oüis, que en castellano es “oigo”, y jouir, en castellano “gozo”.

12. Jacques Lacan, “Proposición del 9 de Octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”, Otros escritos, Buenos Aires, Paidós, 2012.

13. David Halperin, San Foucault: para una hagiografía gay, Córdoba, Cuadernos de Litoral-École Lacanienne de Psychanalyse, 2000.

14. Jacques Lacan, Psicoanálisis: radiofonía y televisión, Barcelona, Anagrama, 1977, pp. 98-99. “Radiophonie” fue publicado en francés en la revista Scilicet 2/3, París, Seuil, 1970 y Télévision, París, Seuil, 1974.

15. No editado, no se menciona el traductor.

16. Jacques Lacan, “Lituraterre”, en Otros escritos.

17. Ana Ruth Najle, Suplemento de las Notas de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, Buenos Aires, EFBA, 1980.

18. Larousse, diccionaire du français contemporain, París, Librairie Larousse, 1977.

19. François Rabelais, Gargantúa y Pantagruel, Buenos Aires, Sopena, 1943, p. 117.

Escrito en la orilla

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