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Izquierda y progresismo
ОглавлениеVarios intelectuales y comentócratas han criticado a Andrés Manuel López Obrador por abrazar una identidad político-ideológica confusa, imprecisa y contradictoria, e incluso lo han sobajado por lo que consideran su simpleza y arcaísmo.1 Muchas de esas voces no sólo son incapaces de advertir que el discurso obradorista no está dirigido a ellas —porque efectivamente no las interpela ni pretende complacerlas—, sino que es precisamente el carácter llano el que le ha dado fortaleza a su liderazgo entre los sectores populares. Porque antes que haber representado un impedimento a su causa, la capacidad de hablar de forma sencilla, sin tecnicismos ni legalismos, es lo que ha permitido que su mensaje llegue a un amplísimo sector de la población que difícilmente había sido atendido antes por las expresiones de la izquierda tradicional.
Ciertamente, si nos circunscribimos a sus palabras más repetidas o lo juzgamos equivocadamente a partir de algunas declaraciones aisladas, ese líder —que alguna vez definió a la izquierda como “ser honesto y tener buenos sentimientos” y cuyo mantra es tan sencillo como “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”— parecería no tener más que referentes éticos y estar desprovisto de una ideología, entendida como un conjunto estructurado de ideas y valores. En realidad, las posturas que muchos identificamos con las izquierdas son las que él denomina “liberales”, un poco a la usanza estadunidense. El presidente, sabemos también, abusa de ciertos términos para descalificar a todo aquel que se le oponga. Tal es el caso del epíteto “conservador”, que parte de su propia lectura de la historia y lo que pareciera una obsesión con el siglo xix. En el idioma obradorista “conservador” es —como el término neoliberal— un vocablo que le sirve para desacreditar a todo opositor a su gobierno, normalmente de la derecha.
En general, son esos mismos críticos —de forma muy clara, aunque no exclusivamente, la autoproclamada “izquierda democrática”— quienes le regatean a amlo el ser un líder de izquierda que encabeza un gobierno de ese signo. Claro, si por hombres de izquierda entendemos a aquellos que se han forjado en las luchas obreras, como Valentín Campa o Demetrio Vallejo, diríamos tajantemente que no. Si por izquierda entendemos una tradición, como el comunismo, representada en México por figuras emblemáticas como Hernán Laborde, Arnoldo Martínez Verdugo o incluso a líderes históricos de la izquierda nacionalista como Heberto Castillo o Alejandro Gascón Mercado, por dar sólo algunos ejemplos, seguramente López Obrador no pasaría de ser un centrista, un reformista o incluso un priista de izquierda.
Si ubicar a López Obrador en el espectro izquierda-derecha puede resultar complicado, más difícil aún es hacerlo con el obradorismo, esa amplia alianza variopinta de la que hablamos anteriormente. Recordemos cómo en campaña Alfonso Romo declaró: “El país nos está dando un mandato de centro. Es un plan de gobierno de centro que toma en cuenta a los olvidados. Lo importante es sacar de la pobreza a México”. Difícilmente ese plan de gobierno —que el propio Romo decía que convertiría a México en “el paraíso de la inversión privada”— podría ser la base de una “refundación de la República desde la izquierda”, como en su momento hizo notar Luis Hernández Navarro.2 Pero evidentemente Romo no es la mejor referencia para hablar del posicionamiento ideológico obradorista ni de este movimiento. De hecho, su incorporación a la campaña electoral, como ya se apuntó, fue parte de una estrategia de pragmatismo político-electoral. Aun así, el hecho de que figuras como éstas hayan sido incluidas en la coalición obradorista complican la definición ideológica del gobierno actual.
Si no resulta sencillo ubicar a López Obrador y a la coalición que lo llevó al poder dentro de la izquierda, ¿podríamos, al menos, identificar allí a su partido? Difícilmente. Porque más allá de encontrar figuras y trayectorias de algunos líderes importantes dentro de esa tradición, Morena no ha tenido internamente una discusión ideológica sustantiva. La gran cantidad de residuos priistas, perredistas, panistas y de otros grupos complica su ubicación en el campo político del izquierdismo; en especial si atendemos al tipo de alianzas y candidaturas que impulsó en 2018, desde Lily Téllez hasta Germán Martínez, pasando por Gabriela Cuevas, Sergio Mayer y Manuel Espino. Difícilmente se puede afirmar que Morena es un partido de izquierda dada la forma en que se desplazó hacia el centro político durante la elección de 2018.