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El Conapred y la agenda antidiscriminatoria

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Otro de los temas de la agenda progresista por los que López Obrador ha sido criticado —y en este caso también con razón— es en el caso del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), una importante institución en la promoción de los derechos humanos que el presidente llegó a descalificar con términos duros e injustos, al punto de amenazar con su disolución. Es difícil olvidar los acontecimientos que forzaron a la renuncia de la presidenta de esa institución, Mónica Maccise, en junio de 2020.

En realidad, el Conapred nunca ha sido una institución faraónica, de altos sueldos y privilegios. El organismo ha llevado a cabo una gran cantidad de tareas importantes. Quizás uno de sus principales logros es haber instalado en la discusión pública el tema de la discriminación y creado una sanción social en torno a ella. El Conapred puede ser la única instancia que ha atendido a ciertos grupos discriminados de la población, como los afromexicanos o los 2.3 millones de trabajadoras del hogar. Fue en parte gracias al Conapred que al menos una parte de la sociedad ha dejado de ver como algo natural que este sector —que representa el equivalente a la población de Tabasco— se encuentre desprovisto de sus derechos elementales.

Como resultado del trabajo del Conapred se ha puesto más atención a la discriminación que sufren los gays, lesbianas, bisexuales, trans e intersex. Fue esta institución la que resolvió, luego de una queja presentada por un particular, que es discriminatorio negarles la seguridad social a los matrimonios del mismo sexo, como intentó hacer el Instituto Mexicano del Seguro Social (imss) en tiempos de Felipe Calderón. El Conapred es también la institución que sistemáticamente ha defendido a las mujeres trans —uno de los grupos más vilipendiados y violentados— y la que ha salido a condenar reiteradamente los gritos homofóbicos en los estadios.

El consejo también ha resuelto una serie de casos que resultaron de las quejas presentadas por la ciudadanía. La resolución de algunas de ellas ha ayudado a que grupos excluidos accedan a los mismos derechos que el resto de la población. Pienso por ejemplo en la situación de marinos y soldados que fueron despedidos de las Fuerzas Armadas por vivir con el virus de inmunodeficiencia humana (vih); en los médicos que ingresan al imss y ya no tienen que hacerse un examen de vih; en las escuelas privadas que hoy están obligadas a tener diseños accesibles para las personas con discapacidad; en los hombres que hoy pueden recibir una pensión por viudez o en los solteros que puedan inscribir a sus hijos e hijas en las guarderías en un país donde sólo podían hacerlo las madres.

En el caso de los pueblos indígenas, la institución tuvo un papel clave en modificar la Evaluación Nacional de Logros Académicos en Centros Escolares (enlace), realizada a los estudiantes de forma estandarizada y que ignoraba la diversidad cultural del país, al formular una serie de preguntas planteadas exclusivamente en español, desde una lógica meramente urbana y sin tomar en cuenta la realidad de los pueblos indígenas. Gracias al Conapred, la sep se vio obligada en 2011 a modificar los contenidos de esa prueba para que sus preguntas se elaboraran también en lenguas indígenas y reflejaran mejor la diversidad de contextos y entornos culturales. Este cambio no fue menor porque eliminar sesgos en las evaluaciones redujo también la injusticia en la asignación de recursos. Al Conapred posiblemente le debemos que hoy la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos publique ejemplares en 64 lenguas indígenas.

A pesar de ser una institución muy pequeña, este consejo ha sido útil para generar una interlocución entre el Estado y los grupos discriminados a los que no les resulta sencillo hacerse escuchar ni que los reciba el poder público. El Conapred les ha servido a los ciudadanos, pero también les sirve —y les podría servir mucho más— a las instituciones públicas. Al final, de lo que se trata es de aterrizar las distintas políticas públicas a la realidad de un país inmensamente diverso. Y es que, a diferencia de lo que algunos creen, la discriminación no es un asunto de “minorías”: sólo las mujeres representan más de 50 por ciento de la población, y hay que agregar también a quienes se identifican como parte de un pueblo o comunidad indígena, a jóvenes, a adultos mayores, a quienes tienen una discapacidad y a quienes representan la diversidad sexual y de género. En suma, la agenda antidiscriminatoria que ha promovido el Conapred es la de las mayorías marginadas. Si lo vemos con detenimiento, es la misma del pueblo que López Obrador quiere con toda razón reivindicar. Estaría equivocado el presidente si piensa que ésa no es su agenda.

AMLO y la 4T

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