Читать книгу Pensamientos y algunos recuerdos - Horacio García - Страница 16

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Una de las formas que tengo de reflexionar es escribir, pienso y siento lo que escribo, me ayuda leerme a mí mismo, en este tiempo en que decidí compartir mis escritos, siempre digo que lo lea el que le guste, a veces son largos o quizás alguno piense otra cosa y no es mi intención vulnerar su pensar o sentir, ni mucho menos entrar en una discusión.

Esta mañana miraba el cielo, en el momento en que la luz disolvía la oscuridad, el sol, magnánimo y brillante, fuente de calor, luz, oxígeno, imprescindibles para nuestra subsistencia, me hacía sentir que solo su presencia era garantía de vida. En cierta medida así somos nosotros, podemos acumular oscuridad, rencor, intolerancia, violencia, temores, traumas a lo largo del camino, vivir apurados, dejarnos atrapar por las preocupaciones y sin duda, con esa carga, vamos a contribuir a incrementar la oscuridad del mundo. Por el contrario, decidir acudir a la luz y la energía para disolverlos siempre es la mejor opción, tomar la decisión de ver lo positivo, buscar la armonía en nosotros, simplemente detenernos un segundo, ser agradecidos, no solo dejar que las cosas sucedan. Cuenta la leyenda que Buda buscó la iluminación siendo un ermitaño, hasta que descubrió que la respuesta no estaba en el aislamiento, sino en el vivir cotidiano y en las cosas simples que se alcanzaban. Muchos creerán que solo la fe basta y no soy yo quien va a discutir creencias, pero dice una fábula que una vez una persona en una inundación pidió a Dios que lo salve y se quedó en oración y un bote que pasó quiso rescatarlo y él contestó que no porque Dios era el que lo haría y al morir ahogado y encontrarse con él, le preguntó por qué no lo había hecho y él le respondió “te mandé un bote, tenías que tomarlo”. Moraleja, más allá de la fábula, existe el libre albedrío de cada uno, la decisión y la voluntad de cambiar, la contemplación, la meditación, la lectura de un libro, volver a la naturaleza o el método en que cada uno crea y comenzar a sentirnos más livianos, tener conciencia del ser, pensar en el otro y no solo en nosotros, dibujar una sonrisa, abrazar y extender la mano, sentir que existe un prójimo y de a poco sin darnos cuenta comenzar a brillar. Ser conscientes, crecer, aprender, evolucionar y como le dicen algunos despertar y, en ese momento, nuestras palabras, nuestra sola presencia al igual que el sol, comienzan a irradiar luz y a actuar sobre la oscuridad a nuestro alrededor o en la persona que nos conecte y quizás, conocernos hoy, aprender cada uno de todos, más allá de mejorarnos como persona, pueda permitirnos algún día juntos poder ser faros para iluminar, constructores de un camino y trabajar por un mundo mejor.

Pensamientos y algunos recuerdos

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