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Vi por televisión a un nene de 14 años, con una madurez sorprendente, hablando sobre el medioambiente y su relación con el hombre y pensaba hoy que no me gusta el mundo que hicimos, porque en cierta medida todos pertenecemos a esta generación, soy un tipo agradecido por lo que me tocó vivir, pero ojalá estos chicos puedan crear una sociedad mejor, sin tanta violencia, injusticia, donde todos puedan tener un proyecto de vida, haya menos muerte, sin violencia, en armonía con la naturaleza. Siempre me ha gustado charlar con los jóvenes, tienen la virtud de contagiarnos de su natural entusiasmo y alegría. No sé si será la edad o la experiencia acumulada, pero suele ser frecuente que me busquen para preguntarme sobre algunos temas, generalmente sobre sus carreras, política o también temas personales. Me gustan esas charlas, trato de que sean por la mañana en mi oficina, temprano y mate en mano, quizás porque disfruto aprender de ellos, siempre en una conversación todos crecen, el secreto es simple, hay que saber escuchar. Alguna vez tuve su edad, su energía y su apuro y esa sed de saber, aprender y crecer, agradezco a Dios haber tenido maestros, que me permitieron aprender dejándome equivocar, quizás la mejor manera de hacerlo. Por eso tomo esas reuniones como charlas, nunca le digo qué hacer a nadie, demasiadas lecciones de vida serían limitar la energía creativa que anida en toda persona, solo cuando hablo de mí, de un camino recorrido, trato de que puedan comprobarlo, los hechos dan sentido a las palabras, la presencia alcanza cuando uno es lo que dice, no doy consejos sobre la vida, siempre digo que no existe un manual, creo que cada uno trata de encontrar y forjar el suyo. Me gusta como comentario explicar que al elegir el mío siempre tuve presente los afectos como prioridad, los sueños y las utopías como meta, el estudio, el entusiasmo, el esfuerzo y la constancia como método, el valor de la palabra, la discreción, el respeto, el vínculo amable y la sonrisa como crecimiento personal, nunca mirar o juzgar al otro y la búsqueda en mi interior como desarrollo espiritual, en definitiva siempre tratar de ser buena persona. Creo que no es fácil, no siempre se consigue, las circunstancias nos ponen en forma permanente a prueba, pero, al menos para mí, intentarlo hasta hoy fue una linda forma de caminar por la vida. El secreto es transmitir sin imponer, enseñar con el ejemplo y no la palabra vacía, reparar el diálogo, un puente roto con la juventud hace un tiempo, comprender que sin duda hoy ellos son quienes pueden encontrar otras formas, otras costumbres, imposible analizar resultados antes de que se realicen, porque ellos tienen derecho a intentar, a equivocarse, a aprender de nuestros errores, porque son los constructores de una nueva sociedad.

Pensamientos y algunos recuerdos

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