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Nadia se fue del hospital un 12 de enero, exactamente un mes después del accidente. La llevaron hasta el auto en silla de ruedas. El oído todavía sangraba. Sostenía con una mano la gasa con algodón que le había puesto la enfermera bajo la oreja. Parecía una toallita higiénica. Cuando llegaron a la casa, Elena le pidió a Marcos la historia clínica de su hija. Él le dio un sobre marrón en el que decía N. Miceli. Ella lo guardó en el armario del pasillo, junto a los boletines y los cuadernos de Nadia. La leyó varios días después. Estaba escrita a diferentes manos sobre hojas oficio con renglones.

Los primeros días, cuando Nadia volvió a la casa, el timbre sonó a cada rato. Vecinos, primos, amigos. Se habían enterado y querían ver a Nadia. Entraban a su cuarto en grupos de a dos o de a tres, para no agotarla, decían, pero Elena sabía que no querían quedarse a solas con ella. No los culpaba. Nadia, sentada en la cama, ni siquiera los miraba. Incómodos, ellos decían cualquier cosa. Entra mucho sol en esta habitación. Es un día algo fresco. Nadia los miraba, de reojo, y resoplaba.

A los pocos días el timbre enmudeció. Elena sintió alivio. Podía estar a solas con su hija al menos hasta la tarde cuando llegaba Johnny.

Al principio, él buscaba una silla y se sentaba junto a la cama, después se acostó al lado de Nadia y miraba la tele. Ella entrecerraba los ojos. La luz le hacía doler la cabeza, decía. Elena les llevaba jugo, galletitas, cualquier cosa para no dejarlos solos.

Una noche, Nadia le pidió un espejo y se estudió la cara. Tenía el párpado derecho algo caído. Una mancha azul como un moretón alrededor del ojo. Efecto de oso panda, había explicado Torrezi.

—Mi oreja izquierda está más baja que la otra.

—Todo se va ir acomodando, hija.

Nadia, con la espalda en la cabecera de la cama, dejó caer el espejo sobre la sábana:

—¿Si me duermo, puedo morirme sin darme cuenta?

Elena la abrazó.

A principios de marzo, cuando ya habían pasado tres meses del accidente y Nadia ya salía a caminar sola, despacio, por el barrio, les anunció durante la cena que al día siguiente se mudaba con Johnny.

El hábito del miedo

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