Читать книгу Cuautepec. Actores sociales, cultura y territorio - Iván Gomezcésar Hernández - Страница 16
CABECERAS, SUJETOS Y JURISDICCIONES POLÍTICAS
ОглавлениеEl historiador norteamericano Charles Gibson alude al proceso por el cual los españoles incorporaron sus conceptos urbanísticos para influir y ordenar las comunidades indígenas: ciudades, villas, pueblos, aldeas y lugares; designaban el tipo de asentamiento según su tamaño, y no por su adscripción histórica, siguiendo el ordenamiento político mesoamericano.33
Los españoles, dice Gibson, utilizaron un criterio «subimperial o preimperial», que no es otra cosa que en lugar de escoger a las tres capitales establecidas durante la Triple Alianza, designaron como cabeceras a aquellas comunidades que contaban con un linaje gobernante, que los indígenas llamaban tlatoani, y que los antropólogos han traducido como ciudade-Estado. Por lo tanto, el criterio para designar las cabeceras se enmarca en el proceso de reconfiguración política, desde los inicios del Posclásico tardío —al que hemos aludido en una sección anterior—, y no en la estructura del dominio mexica.34
En consecuencia, dentro de la zona de dominio mexica, Ecatepec fue designada como cabecera, en la medida en que fue reconocida como una comunidad de linaje tlatoani, relativamente tarde, en 1428, por los propios mexicas en medio de la guerra contra los tepanecas. «Los españoles reconocieron la filiación mexica de Ecatepec otorgándola en encomienda a la hija de Moctezuma y esto fortaleció su status de cabecera».35
En la zona tepaneca la situación fue un poco más compleja. Dentro de los pueblos de indiscutible linaje tlatoani, Tultitlán y Tenayuca recibieron el rango de cabeceras. Sin embargo, la condición de Estado dinástico de Tenayuca aparece cuestionada en algunas fuentes del siglo XVI. La explicación que sugiere Gibson es que esto se debe a la emergencia de Tlalnepantla y Teocalhueyacan como cabeceras, aparejado al hecho de que Tenayuca estaba sometida a Tenochtitlan en el momento de la conquista.36
De aquí se desprende que todos los demás pueblos eran «sujetos». Un pueblo sujeto se define como una comunidad que debe tributos y otras obligaciones a los funcionarios de las cabeceras. Un sujeto era por lo general un calpulli, pero ya habíamos señalado la complejidad en la estructura territorial en el Posclásico tardío. Algunas estancias de la sierra fueron reclamadas por Tlatelolco, como es el caso de Tolpetlac, Coatitla y Xaloztoc, aunque formalmente estaban dentro de la jurisdicción de Ecatepec, que había sido considerada una cabecera aparte.37
Algunos otros sujetos hicieron esfuerzos por establecerse como cabeceras por derecho propio. Es el caso de Coacalco, que, siendo una estancia de Ecatepec, reclamó en nombre de la «memoria» su estatus de cabecera anterior a la conquista mexica.38
Por otra parte, al sur de la Sierra de Guadalupe, la península del Tepeyac quedó integrada a la jurisdicción de la Ciudad de México, como estancia de Tlatelolco. Es en este entrecruzamiento en donde, según el historiador mexicano Edmundo O’Gorman, la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es la «flor novohispana de la Contrarreforma», y él también señala cómo es este escenario en donde se lleva a cabo la contienda central entre el Arzobispado de México y los frailes mendicantes. Ya no será la Villa de Guadalupe, desde la segunda mitad del siglo XVI, sólo un espacio sagrado de la geografía indígena, sino el lugar determinante de las relaciones de poder entre las principales facciones de la iglesia.39
En el periodo colonial tardío la estructura de cabecera-sujeto fue teniendo menor importancia: la exacción de tributo se realizó de acuerdo a tasaciones individuales o por comunidades, a la par que los caciques perdieron autoridad en todas partes. Además, en la medida en que surgieron las haciendas y los ranchos se efectuaron las «congregaciones» o nuevas concentraciones de núcleos de población indígena.
La decadencia del concepto de cabecera-sujeto puede verse concretamente en el caso de Tlalnepantla, que fue una sede eclesiástica intermedia fundada entre la Tenayuca náhuatl y la Teocalhueyacan otomí. En el siglo XVI Tlalnepantla fue designada como cabecera. Pero Tenayuca siguió siendo considerada como tal, dada su tradición como sede de un linaje tlatoani, mientras que Teocalhueyacan, sujeto otomí de Tacuba, fue distintamente clasificada como estancia, barrio, cabecera, parte y pueblo. Ambas fueron encomiendas desde un principio: Teocalhueyacan lo siguió siendo hasta muy avanzado el periodo colonial, mientras que Tenayuca dejó de serlo en 1544.
Ambas subdivisiones mantuvieron gobiernos indígenas, aunque sus distintos sujetos eran frecuentemente confundidos por los españoles, que tendían a considerar todos los pueblos subordinados a Tlalnepantla, o a pensar en Tenayuca o Tlalnepantla como un solo pueblo. La situación de cabecera-sujeto bajo Tlalnepantla no era de ninguna manera sencilla. Se complicó más con la proximidad de varios sujetos de Tlatelolco, incluyendo Santa María Coatepec [Cuautepec], San Jerónimo Tepetlacalco...40
El descenso demográfico durante los siglos XVI y XVII significó la decadencia para estas dos cabeceras, Tenayuca y Teocalhueyacan, ahora consideradas como estancias, frente a la expansión de Tlalnepantla considerada cabecera de jurisdicción. La política de congregaciones (efectuada en 1603) afectó a las dos: la primera fue mandada a incorporarse a Tlalnepantla, aunque tropezó con la objeción y apelación de los indígenas; mientras que la segunda dejó de ser mencionada gradualmente y fue convertida en una aldea dentro de la hacienda de Santa Mónica.
En el siglo XVIII estos mismos procesos continuaron. Tlalnepantla, todavía considerada como cabecera, era cinco veces más grande que Tenayuca. Teocalhueyacan había sido absorbida por la hacienda, y la encomienda que sobrevivía se entendía como parte de Tlalnepantla. Los sujetos de Tlatelolco perdieron su conexión con su cabecera original. La magnífica hacienda de Santa Mónica, al oeste de Tlalnepantla, dominó la región, mientras que otras haciendas y ranchos presionaban sobre los territorios de los pueblos.
La autoridad pública dominante, durante buena parte del periodo colonial, fue el corregidor: entre 1550 y la introducción de las intendencias, de origen borbónico, en 1786. Esta figura fue establecida para restar poder a los encomenderos, si bien es muy conocido que su concentración de poder local los llevó a obtener ventajas personales frente a las comunidades indígenas. El corregimiento exigía una delimitación del territorio y para ello las unidades cabecera-sujeto fueron nuevamente la base esencial. Así surgieron estas unidades territoriales compactas que trataron de suprimir las superposiciones territoriales heredadas de la complejidad espacial de los señoríos prehispánicos. Así, tenemos que nuestra región es nuevamente el lugar fronterizo entre cuatro jurisdicciones diferentes: Tacuba, al surponiente; México, al suroriente; Ecatepec, al nororiente; Cuauhtitlán, al norponiente.
MAPA 2. JURISDICCIONES COLONIALES EN LA SIERRA DE GUADALUPE
Fuentes: Gerhard (1986), Gibson (1996). Cartografía: Mapoteca Jorge A. Vivó, Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México.
La conveniencia y la política señalaban que los límites indígenas fueran preservados en las jurisdicciones del corregimiento: conveniencia porque los límites ya existían; política, porque de otra manera habría habido una mayor desintegración de la sociedad indígena.
CUADRO 2. CABECERAS, ENCOMIENDAS, JURISDICCIONES POLÍTICAS DE LOS PUEBLOS DE LA SIERRA, SIGLOS XVI-XVIII
Fuente: Gibson (1996, pp. 40-41, 43-44, 47, 60, 69).
En los siglos XVII y XVIII, con el desarrollo de la vida económica, la importancia de los corregimientos, antecedente de los ayuntamientos, se acentuó aún más, debido a las posibilidades que ofrecían para el enriquecimiento personal. Los corregimientos fueron articuladores de la vida económica; por lo tanto, tres rasgos de sus funciones merecen una mayor atención a los investigadores: la recaudación del tributo indígena, las derramas que generaban ciertas actividades productivas y el control del comercio local son unos de los temas por conocer mejor.
El único movimiento histórico importante de los pueblos de la sierra, durante el primer siglo del México Independiente, había sido en términos de sociabilidad política: la creación de las municipalidades. A partir de 1824 las relaciones de poder y la representación política local se ejercerán desde los ayuntamientos. Las cumbres más elevadas de la sierra pasaron a ser las mojoneras de las propiedades privadas que marcaban los límites de estos cinco municipios. Recordemos que, durante la colonia, sólo Ecatepec, plenamente desde un principio, y Tlalnepantla, a partir de la centralidad religiosa que adquirió en el siglo XVII, habían logrado el estatus de cabeceras, lo cual se ratificaría en 1824, cuando se erigieron como municipios. Caso aparte, el ayuntamiento de Tultitlán fue uno de los pocos y de los primeros en erigirse como tal en 1820, amparado en la Constitución de Cádiz, luego de que en España se restableciera la monarquía constitucional. Después de la Independencia, y mediante la ley que creó el Distrito Federal (la cual se puso en práctica en 1826), la Villa de Guadalupe fue agregada a éste y adquirió también el rango de municipio. El último en establecerse como tal es Coacalco, que en 1862 fue segregado de Ecatepec y obtuvo así el rango de ayuntamiento libre.41