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Ya se ha mencionado que la posición de Marco Antonio al inicio del discurso no es fácil. Como bien ha afirmado Bruto, no ha participado en el asesinato y, sin embargo, mediante los pactos acordados con los asesinos, se ha beneficiado de la muerte de César, pues ahora el poder es suyo, no lo ejerce en nombre de César. Uno de los puntos del pacto es que Marco Antonio hablará en el funeral de César, pero se ha comprometido a no hablar contra los magnicidas.

Por otra parte, su intención es enfurecer a un pueblo que, en ese momento, no está a su favor. ¿Cómo puede ganarse al pueblo sin criticar a los asesinos de César? Se enfrenta a un reto mayúsculo y, si su apuesta sale mal, podría costarle la vida, bien a manos de la plebe, o bien a manos de los conjurados.

Antes de su intervención ha hablado Bruto, que ha construido su argumentación sobre su honradez y su elevada moral, justificando sus acciones y mostrándose dispuesto al sacrificio personal. Desde el punto de vista de los tres pilares de la retórica, Bruto utiliza la secuencia ethos, logos, pathos.

Así, primero ha captado la atención del público en virtud de su probada buena fama («creedme por mi honor y respetad mi honor»). No le cuesta ningún esfuerzo porque, de hecho, el público está impresionado de antemano: «El muy noble Bruto está en la tribuna. ¡Silencio!». Ethos.

A continuación, tras pedir atención («oíd mis razones y guardad silencio para poder oír»), justifica su acción mediante un argumento impecable desde el punto de vista lógico: «No porque amara menos a César, sino porque amaba más a Roma», y «¿Querríais que viviera César y morir todos esclavos antes de ver morir a César y morir todos hombres libres?». Son dilemas que solo admiten una respuesta correcta: la patria por encima de los individuos y la libertad por encima de la tiranía. Logos.

Por último, apela a los sentimientos de los presentes llorando a César y ofreciendo su propia vida en el momento en el que el bien común así lo exija: «si únicamente por el bien de Roma maté al hombre a quien más amaba, tengo la misma arma para mí cuando la patria necesite mi muerte». Un sacrificio sine die o, como se dice en España, un brindis al sol. Pathos.

Marco Antonio, sin embargo, va a emplear un orden distinto de los elementos, más inusual, pero necesario dada su posición de desventaja. Construirá su discurso en el orden pathos, ethos, logos. ¿Por qué lo hace así? Antonio sabe que para convencer a una persona hay que razonar (logos), pero para convencer a una multitud hay que emocionar (pathos).

A pesar del terreno resbaladizo en el que se encuentra, Marco Antonio cuenta con algunas bazas a su favor. Aunque está limitado por su compromiso de no hablar mal de los conjurados, ha tenido la ocasión de escuchar a Bruto, de manera que tiene el control de la información y va a poder construir su discurso como una refutación del de aquel. Hablar el último concede una ventaja. Además, cuenta también con un elemento sorpresa: los que le escuchan desconocen los verdaderos motivos de su intervención, por lo que va a resultar más impactante.

El discurso de Marco Antonio puede dividirse en cinco partes: la ambición y la amistad de César; el testamento de César; elogio de César y recreación de su asesinato; desconocimiento de la razón y crítica de los amotinados, y, por último, el epílogo, la lectura del testamento de César.

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