Читать книгу Discursos históricos - Javier Alonso López - Страница 33

El testamento de César

Оглавление

La segunda parte del discurso es una obra maestra de cinismo. Antonio asegura que no está en su ánimo desatar la ira contra Bruto y Casio, cuando es eso, y no otra cosa, lo que está haciendo. «No pretendo ofenderlos; prefiero ofender a los muertos, a mí mismo y a vosotros, que ofender a tan honorables hombres».

Pero Antonio saca entonces un conejo de su chistera (no será el último). En este punto, el discurso toma un nuevo rumbo, porque se introducen conceptos externos a la palabra. Aparecen elementos visuales, como el pergamino con el sello de César que contiene su testamento. Donde antes Antonio pedía ser escuchado, ahora apela a la vista empleando varias veces los verbos mirar y ver. Lo hace en este punto con el testamento y lo hará más tarde con el cadáver de César. Aquí no hay razonamientos; hay, por una parte hechos objetivos, logos, en el testamento, y, por otra, pathos, en el cadáver y en la idealización de César a través de algo tan ínfimo como su sangre y su cabello:

¡Que tan solo oiga el pueblo el testamento —lo que, perdonadme, no está en mi ánimo— y vendréis a besar las heridas del difunto César, y mojaréis pañuelos en su sagrada sangre! ¡Sí, buscaréis uno de sus cabellos como recuerdo y, al morir, mencionaréis entre vuestras voluntades la de legarlo a vuestra descendencia como una valiosa herencia.

Lo más difícil ya está hecho. Ya nadie se ocupa de si César era ambicioso, sino que todos mueren de curiosidad por conocer el contenido del testamento. Y Marco Antonio insiste en su táctica de insinuar pero no enseñar: «... siendo hombres, escuchar el testamento de César os encendería, os enloquecería».

Su cinismo llega al extremo cuando dice: «No es conveniente que sepáis que sois sus herederos». Es decir, no es conveniente que sepáis, pero ya lo sabéis, porque acabo de decíroslo yo.6 Y otro tanto respecto a la probable reacción del pueblo contra los magnicidas: «¿Tendréis paciencia? ¿Estaréis tranquilos? Al mencionarlo he dicho más de lo que debía. Temo ofender a esos hombres honorables cuyos puñales traspasaron a César. De verdad que lo temo».

Una vez excitados los ánimos, Antonio baja de la rostra7, la tribuna de los oradores del foro, y da otro giro radical. Se supone que desciende porque va a leer el testamento, pero no...

Discursos históricos

Подняться наверх