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El discurso en imágenes
ОглавлениеLo que ocurrió aquella mañana de marzo del año 44 a. C. en el foro de Roma tuvo consecuencias gigantescas en la evolución o, más bien, aniquilación de la república romana, que acabaría transformándose en un imperio gobernado por césares.
La maniobra de Marco Antonio consiguió inclinar la balanza de su lado y el de Octaviano (el futuro Augusto). Aunque los asesinos huyeron a tiempo de Roma para salvar sus vidas y obtuvieron cargos en las provincias orientales, la lucha entre ambas facciones acabaría liquidada en la batalla de Filipos, en el año 42, que terminó con la derrota y muerte de los asesinos de César.
Posteriormente, Octaviano también derrotaría a Marco Antonio y Cleopatra en Accio en el 31 a. C., quedando como amo único de Roma. Y aunque siempre mantuvo la hipócrita ficción de preservar las instituciones republicanas y nunca se proclamó rey, lo cierto es que Roma se convirtió en una monarquía hereditaria que desarrolló, además, un nuevo culto: el del divino Julio.
La idea no era nueva. Ya se ha comentado que César había erigido una estatua en honor de Cleopatra en el templo de Venus, en la que recibía el tratamiento de divinidad, y que también él mismo había accedido a ser adorado como dios (deo invicto) el mismo año de su muerte.
Tras su asesinato, y una vez afianzado el poder en sus manos, Octaviano construyó en Roma un templo dedicado a Divus Iulius8. La jugada era perfecta. Si Julio César era divus, y él era hijo adoptivo, podía lucir el título de divi filius, ‘hijo del dios’. Mejor que ser rey.
Una vez dado este primer paso, se podía forzar aún más el carácter divino del personaje. No sería solo divino tras su muerte, sino que lo era también de origen. El encargado de la elaboración intelectual del concepto fue Virgilio, uno de los poetas que prosperaron al abrigo de la corte de Augusto. En la Eneida, Virgilio desarrolla la idea, sostenida ya en vida de César, de que la gens Iulia procedía de la diosa Venus a través de su descendiente Iulio. Así anuncia Júpiter a Venus que de su prole nacerá un ser destinado a la divinidad: César.
Nacerá troyano César, de limpio origen, que el imperio ha de llevar hasta el Océano y su fama a los astros, Julio, con nombre que le viene del gran Iulio. Lo acogerás, segura, tú en el cielo cuando llegue cargado con los despojos de oriente; también él será invocado con votos.
VIRGILIO, Eneida I, 286-290
En las monedas de la época de Augusto se puede observar cómo el nuevo amo de Roma hace un uso excelente de la propaganda utilizando la imagen de César y su recién adquirido carácter divino. En una de ellas, aparece en una cara la efigie de Augusto, y en la otra, el templo de César, construido en el foro republicano, entre la basílica Emilia y el templo de Cástor y Pólux. Se trataba de un heroón, una construcción de origen griego que celebraba la memoria de un héroe o ser divinizado, por lo general cerca del emplazamiento de su tumba.
El templo de César estaba dedicado al culto de un cometa que había aparecido en el cielo poco después del asesinato y que fue bautizado como sidus Iulium (‘estrella Julia’). Octaviano Augusto no dejó pasar la ocasión de ligar a César con un objeto celeste. Así lo cuenta Plinio el Viejo:
Un cometa es objeto de culto en un solo lugar del mundo entero: en un templo de Roma. Fue considerado absolutamente propicio por el Divino Augusto en persona, ya que apareció cuando él iniciaba su reinado, durante los juegos que ofrecía a Venus Generadora, no mucho después de la muerte de César, su padre, en el colegio fundado por él. Precisamente manifestó su alegría en los siguientes términos: «En los mismos días de mis juegos se ha visto una estrella de cola durante siete días en la parte septentrional del cielo». [...] Con esta estrella la gente creyó que se indicaba que el alma de César había sido admitida entre los númenes de los dioses inmortales y en nombre de ello se le añadió como distintivo a la cabeza de la estatua que poco después hemos consagrado en el foro.
PLINIO EL VIEJO, Historia Natural I, XXIII Traducción de Editorial Gredos, 2007
En otra moneda de Augusto vuelve a aparecer él en el anverso, mientras que el reverso está ocupado por la estrella con la leyenda DIVUS IULIUS.
Solo quedaba un paso. Afirmar de manera inequívoca y rotunda que Augusto era hijo de un dios. Así se reflejaba en otra moneda de un denario de plata del año 17 a. C. En una cara aparece César, con una corona en la cabeza y una estrella por encima. La leyenda M SANQVINIVS IIIVIR se refiere al triunviro Marco Sanquinio que ejercía su cargo el año de la acuñación. La otra cara muestra la efigie de Octaviano y es ahí donde se envía el mensaje proyectado: AVGVSTVS DIVI F, es decir, Augusto hijo del divino [Julio].
A partir de aquí, el proceso es imparable. El carácter divino de los emperadores romanos, la adopción del nombre de César como designación de la dignidad regia en Roma o el empleo de herramientas similares en otros casos de divinización (son llamativas las similitudes con el proceso de divinización de Jesús de Nazaret por las primeras generaciones cristianas).
Marco Antonio solo buscaba venganza y poder. Pero sus palabras abrieron paso a la eternidad.
Discurso en la película Julio César de Mankiewicz (1953), con Marlon Brando como Marco Antonio. Versión traducida
https://www.youtube.com/watch?v=FAJWArdUD6o |
Versión original
https://www.youtube.com/watch?v=101sKhH-lMQ |
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1 La sede del Senado se encontraba en el edificio cuadrado que aún hoy en día puede contemplarse en el foro republicano de Roma. Sin embargo, en el momento de su asesinato, César ya había recibido el mando para una expedición militar contra los partos. La ley romana prohibía que un general en armas entrara en el recinto primigenio de la ciudad, por lo que la sesión se trasladó a otro edificio, en este caso uno perteneciente al complejo del nuevo teatro que había construido Pompeyo Magno. El emplazamiento exacto de la curia de Pompeyo puede situarse en la parte trasera del conjunto de templos de Largo Argentina, un yacimiento bien conocido del Campo de Marte en la Roma actual. Aunque de la curia y del teatro no quedan prácticamente restos visibles.
2 La toga praetexta era una prenda blanca con el borde púrpura. Frente a la tradicional toga absolutamente blanca, solo tenían derecho a llevar la praetexta los niños menores de dieciséis años, los senadores y los que ostentasen una alta magistratura. Por eso César podía vestirla.
3 En la república romana, la máxima autoridad era la de cónsul, repartida entre dos representantes que permanecían en el cargo durante un año. En el momento del asesinato de César, los cónsules eran el propio César y Marco Antonio.
4 Apiano, Guerras Civiles, II, 20.
5 El texto inglés, O, judgment, thou art fled to brutish beasts, / And men have lost their reason, presenta un juego de palabras con el adjetivo brutish (bruto), que alude claramente a Bruto, un hombre que, en opinión de Antonio, ha perdido la razón y se ha convertido en una animal irracional, en una bestia brutal.
6 Preterición o paralipsis: figura retórica oblicua que consiste en afirmar que se omite algo, cuando, de hecho, se aprovecha la ocasión para llamar la atención sobre ello, a veces de forma enfática. En este caso, revelar quiénes son los herederos de César: el pueblo.
7 Rostra era el plural de rostrum, y aludía a los espolones (rostra) de los barcos enemigos expuestos en ese punto de Roma a mayor gloria de sus victorias navales. Ese era el lugar desde el que los políticos se dirigían a la plebe.
8 En latín hay dos palabras diferentes para los seres divinos. Deus se refiere al que es dios por su propia naturaleza; divus es aquel que ha alcanzado la dignidad divina, que ha sido deificado, como en el caso de César y los posteriores emperadores.