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Las respuestas a las condiciones que generó la Primera Guerra

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Siguiendo a los países europeos, se decidió, en agosto de 1914, la suspensión de entrega de oro en la Caja de Conversión dándose fin al régimen del patrón oro. La guerra afectó en forma notable el flujo de importaciones, produciendo un shock de oferta: escasez de combustible, materias primas e insumos industriales y enormes costos de transporte marítimo (seguros) que afectaron la producción del país.

También impactó en los mercados de capitales y trabajo, donde se interrumpieron los flujos hacia el país que tanta importancia habían tenido en la preguerra.

La suspensión de la convertibilidad y la política monetaria y cambiaria, la depreciación y la siguiente apreciación del peso, tuvieron un fuerte efecto en esos mercados. En el laboral, dieron lugar a amplias fluctuaciones de los salarios reales, no sólo como resultado de los factores que incidían en su oferta y demanda sino, sobre todo, por las medidas del gobierno que llevaron a la depreciación/apreciación del peso.

Dos circunstancias empezaron a mostrar el poderoso rol que el gobierno podía tener en mejorar las ganancias de los factores (los precios relativos): la posibilidad de mejorar los precios subiendo las tarifas aduaneras, que hacían más caras las importaciones y beneficiaba a los productores locales que las sustituían (esto podía hacerse, también, modificando los aforos) y la de mejorar los salarios reales con la apreciación del peso, lo que estaba en contradicción con lo primero, ya que la apreciación beneficiaba a los asalariados pero perjudicaba a los productores de manufacturas locales que en consecuencia reclamaban protección.

Esto fue una inconsistencia que perduraría, ya que un peso apreciado beneficiaba a los asalariados y ampliaba el consumo, pero con salarios más altos que, sin mejoras de productividad, reducían a su vez la tasa de beneficio de los empresarios, que quedaban afuera de las posibilidades de exportar, especialmente en actividades intensivas en trabajo (manufacturas para la exportación). Si se quería alcanzar ambos objetivos había que aumentar la productividad de la economía o, como se hizo después con el control de cambios, evitar que el consumo se desplazara a las importaciones. Y además, como ocurrió durante el gobierno peronista, intervenir en otros precios para mantener elevados los salarios reales sin elevar los nominales (porque ello perjudicaría a los productores de manufacturas locales). Esto llevó a una creciente intervención del gobierno en distintos mercados.

La economía de Perón

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