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Los conflictos en la distribución del ingreso

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Durante los años de guerra y los siguientes se produjeron cambios en la distribución del ingreso que dejarían profundas consecuencias en la sociedad argentina. En el período de la gran expansión, 1870-1913, los salarios reales habían subido 1% por año manteniéndose en un nivel más alto que el de los países europeos de donde llegaban los inmigrantes. Sin embargo, durante los mismos años el PBI per cápita subió más de un 3%, es decir que si bien los asalariados se beneficiaron, la productividad de la economía por habitante creció más, lo que debió beneficiar más a los titulares de los otros factores de producción, tierra y capital. Un nivel de salarios más elevado que el de los países europeos continuó atrayendo inmigrantes y evitando que, dado el notable flujo de inversiones y de demanda de trabajo, los salarios llegaran a aumentar aún más.

Durante los años de la Primera Guerra los salarios reales bajaron como resultado de la resistencia a aumentar los nominales. Una explicación posible es que si bien la oferta de trabajo disminuyó en esos años, eso fue compensado por una caída de la inversión probablemente mayor.

Todo lo contrario ocurrió después de 1920, cuando bajaron los precios pero los salarios nominales se mantuvieron en sus niveles anteriores (con una pequeña alza), lo que implicó una fuerte suba en los salarios reales. Hacia finales de la década del veinte se produjo un gran cambio en la distribución del ingreso. Mientras los salarios reales subieron un 4,4% por año entre 1924 y 1928, el producto per cápita creció mucho menos, sólo un 0,92% anual en el mismo período (Cortés Conde, 2005; Revista de Economía, 1930), lo que debe haber repercutido negativamente sobre las ganancias de los empresarios, dando comienzo a conflictos distributivos que también aparecieron en los países europeos en la posguerra.

Tanto asalariados como empresarios comenzaron a advertir que sus ingresos ya no dependían solamente de su productividad, sino de circunstancias externas que afectaban su poder de compra. En particular, las políticas del gobierno –fiscal cambiaria, y tarifaria– incidían sobre el poder de compra de los salarios, por lo que convenía dedicar recursos a presionar sobre este. Ello requería un distinto diseño institucional.

La economía de Perón

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