Читать книгу Un diccionario sin palabras - Jesús Ramírez-Bermúdez - Страница 13
FEBRERO 3, 2009 11:46 a.m.
Оглавление–Buenos días, Diana. Me llamo Jesús. Voy a ser tu médico. ¿Me puedes decir tu nombre completo?
Diana responde de inmediato, con una voz aguda:
–Mimimi mi mi ni miii mimi ni mi.
Me quedo un tanto perplejo.
–Disculpa, Diana, no te entendí bien. ¿Me puedes repetir cuál es tu nombre completo?
–¿Mi ni mimimi mi mi? Mini nimi nimiiiimi miii mi miii nii… ¡Mimimimi mimi mimi mimmm mi mi!
Miro desconcertado al novio de Diana, luego a la madre.
–Desde que salió del estado de coma habla así –me dice Oswaldo.
–Bueno, al principio nada más gemía o gritaba a veces –interviene la madre–. Pero desde hace unos seis meses ha estado hablando de esa manera, así como usted la oye, con la m y con la i; así contesta cualquier cosa que se le pregunte, habla así cuando necesita algo, cuando quiere comunicarse, cuando está contenta o enojada. Parece que olvidó las demás letras; muy de vez en cuando la oímos decir alguna palabra aislada, pero en medio de todos esos sonidos que está usted oyendo. No podemos entender nada de lo que dice.
Miro a Diana y le doy una orden muy común en la práctica neurológica, con voz firme y pronunciación clara, aunque probablemente estereotipada:
–Levante sus brazos.
Diana me mira, sonriente, pero no realiza el movimiento. Le doy unas cuantas órdenes más, siempre relacionadas con mover partes de su cuerpo o cumplir actos sencillos como señalar el techo o levantar una moneda. Invariablemente dirige a mí su sonrisa dulce pero no sigue las indicaciones.
He tomado un papel y escribo. Extiendo la hoja frente a los ojos de Diana y la sostengo allí, para que vea el mensaje, la indicación:
ESCRIBE TU NOMBRE
Observo el movimiento de sus ojos: el rastreo visual que recorre las letras, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda.
–Mimi miii mii mi mimi mi mi mi. ¿Mi mimimi miii mimimi mii mii mmmi mi? ¡Mimim nim mii nim mii nim mii! –la emisión es rápida, desconcertante.
Pongo la hoja sobre la mesa, frente a ella. Le entrego el lápiz en la mano. Le pido que escriba su nombre o cualquier cosa que ella desee. La mano derecha se encuentra débil. Con la mano izquierda toma el lápiz y se dispone a escribir, pero sólo traza una figura errática, sin parecido con una letra o algún número, y luego desiste. Le pido por escrito que cierre los ojos; que levante el brazo izquierdo (el derecho se encuentra débil por la lesión cerebral); que se ponga de pie y señale su oreja derecha con la mano izquierda. Al dársela, ella toma la hoja y la mira, pero no realiza las acciones indicadas.
–Ya lo hemos intentado –comenta la madre–. No entiende las palabras, habladas o escritas. Y nosotros no entendemos su lenguaje inventado. Todavía no escribe. Nos dijeron que se trata de un problema de afasia, ¿no, doctor?
–Sí –les dije–. A este problema le llamamos afasia.DOS