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2.3. APRENDIZAJE E INTEGRACIÓN DE UNA SEGUNDA LENGUA

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A diferencia del aprendizaje de la lengua materna, cuando aprendemos una segunda lengua, ya sea en contextos educativos o de inmersión lingüística, tenemos que integrar esta nueva información lingüística en conocimientos ya existentes. Por lo tanto, al adquirir una segunda lengua no solo debemos aprender nuevas palabras, nuevas reglas ortográficas y fonológicas, nuevas estructuras sintácticas y gramaticales, sino que también debemos integrar esta información con estructuras lingüísticas ya existentes que ya de por sí están altamente interconectadas con la percepción, el pensamiento y nuestra propia representación de la realidad. Por consiguiente, aprender y llegar a ser competente en una segunda lengua requiere una reestructuración cerebral que va más allá del aprendizaje de estructuras lingüísticas per se. Los aprendices de segundas lenguas deben además aprender una nueva manera de categorizar y percibir objetos cotidianos, de describir eventos, acciones u el tiempo. En definitiva, cuando aprendemos una segunda lengua también estamos aprendiendo una nueva manera de percibir y de pensar (Thierry 2016). En este sentido y siguiendo con el ejemplo visto anteriormente, aprender el aspecto gramatical de acciones en curso en español, como es el caso del gerundio, no será igual de fácil para un nativo de inglés que para un nativo de alemán. Los alemanes no solo tendrán que entender esta estructura verbal del español, sino que deberán adquirir otra manera de percibir y entender las acciones en curso con tal de poder producir de forma fluida y automática el tiempo verbal correcto durante el proceso comunicativo.

En este sentido, la adquisición de una segunda lengua debe entenderse como (1) un proceso holístico que va más allá del conocimiento y el uso de nuevas estructuras lingüísticas, (2) un proceso de integración con el conocimiento lingüístico de nuestra lengua(s) materna ya de por sí integrada con nuestro sistema perceptivo, emocional, atencional y, en general, con nuestras representaciones mentales, y (3) un proceso que, como cualquier otro aprendizaje, generará una reestructuración de las conexiones neuronales del sistema nervioso.

Estas premisas implican que entender las relaciones existentes de la lengua materna con los otros sistemas cognitivos y del comportamiento sea de especial relevancia cuando hablamos del aprendizaje de segundas lenguas. Por ejemplo, no es lo mismo aprender español teniendo como primera lengua el francés, el inglés o el japonés. No solo por la complejidad de cada una de estas dos lenguas en relación con el español en términos gramaticales, sintácticos o de vocabulario, lo cual facilitará o dificultará el aprendizaje; sino también, por cómo las estructuras lingüísticas de estas lenguas influyen en la manera en que los hablantes perciben su alrededor (Athanasopoulos et al. 2009; Thierry et al. 2009; Athanasopoulos et al. 2010b; Boutonnet et al. 2012; Clifford et al. 2012; Boutonnet et al. 2013; Pavlenko 2014; Bylund y Athanasopoulos 2015b; Flecken et al. 2015; Thierry 2016; Sato y Athanasopoulos 2018). Por lo tanto, entender las conexiones existentes nos puede ayudar a desarrollar diferentes tipos de aprendizaje específicamente diseñados para la adquisición del español como lengua extranjera y su efectiva integración con la lengua materna de los estudiantes.

Factores cognitivos y afectivos en la enseñanza del español como LE/l2

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