Читать книгу Carne y hueso - Jonathan Maberry - Страница 17
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—Les tomó bastante tiempo —dijo Benny, limpiándose el sudor de los ojos—. Ya comenzaba a aburrirme aquí abajo.
Trató de sonar relajado y casual. No lo logró.
Nix bufó y comenzó a decir algo más, pero entonces descubrió la diminuta figura que se escondía entre las sombras detrás de Benny.
—¿Qué…? ¡Oh, Dios mío! ¿Dónde… cómo…? —sus palabras se desintegraron en un tartamudeo de perplejidad.
—Es una larga historia —dijo Benny.
Nix se inclinó sobre la niña, que resoplaba al borde del llanto. Tocó la mejilla de la pequeña y le acarició el cabello.
—Hola, cariño. No tengas miedo. Todo va a estar bien ahora.
A unos cuantos metros de distancia, Lilah volteó por encima del hombro para ver lo que ocurría, y sus ojos se abrieron desmesuradamente.
—¿Annie? —murmuró.
Incluso con todo lo demás que sucedía a su alrededor, escuchar a Lilah pronunciar ese nombre estuvo a punto de romperle el corazón a Benny. Annie era el nombre de la hermanita de Lilah. Había muerto años atrás intentando escapar de los fosos zombis en Gameland, y Lilah había tenido que aquietarla cuando se reanimó. Benny sólo podía imaginar lo que sucedía en el interior de la cabeza de Lilah; ver otra niñita de cabello rubio, aquí en un foso lleno de zombis. Era bastante extraño para Benny; para Lilah debía ser totalmente surreal.
Otro zom rápido corrió por el barranco, una mujer gigantesca de revuelto cabello negro y con una hilera de agujeros de bala cruzándole el enorme pecho.
—¡Zom! —gritó Benny, y Lilah parpadeó. La conmoción de su rostro desapareció en un instante y ella se volteó para lidiar con el zom que corría. La lanza de tubo negro que ella portaba se movió como el rayo, y la bayoneta atravesó la carne seca y los músculos correosos. El rostro de Lilah era impasible, pero Benny no se dejaba engañar; su mente tenía que estar dando vueltas a este misterio, y eso se volvió evidente por la renovada fuerza con que golpeaba y cortaba.
Nix miró las manos vacías de Benny por encima de la cabeza de la niñita.
—¿Dónde está tu espada?
—Se quedó atorada en un zom.
—¿Atorada en un…?
Benny señaló al soldado zom que iba atrás en la multitud.
—¡Dios, nunca vamos a recuperarla!
—Tenemos que —replicó Benny.
El muro de zoms presionaba a pesar de que Lilah lo detenía con sus cortes.
—No podemos —rugió Lilah—. Son demasiados.
Nix formó una bocina con las manos alrededor de su boca y gritó hacia arriba.
—¡Chooooong!
En lugar de una respuesta, un rollo de cuerda cayó desde la abertura sobre la cabeza de Benny, que casi lo hace caer de rodillas.
—¡Cuidado abajo! —llegó el grito medio segundo después.