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La encuesta primigenia
ОглавлениеLos labios
Argentina, 2010
De Santiago Loza e Iván Fund
Con Eva Bianco, Victoria Raposo, Adela Sánchez
En Los labios, primer film conjunto del veterano cordobés ya figura incuestionable del nuevo cine argentino a sus 39 años Santiago Loza (Extraño, 2003; Cuatro mujeres descalzas, 2004, más el polémico documental biográfico poetactivista gay Rosa Patria, 2009) en colaboración con el santafesino en ascenso de 26 Iván Fund (corto Sirenas, 2006; largometraje La risa, 2009), con guion de ambos y un equipo fundamentalmente femenino (foto de María Laura Collasso, edición de Lorena Moriconi), la guapa treintona afable pero exquisitamente frágil Noe (Eva Bianco), la distante cuarentona medio inexperta medio amarga Luchi (Victoria Raposo) y la maternal cincuentona obesa Coco (Adela Sánchez) han sido enviadas como asistentes sociales por el nuevo ministerio populista para realizar una encuesta de salud pública entre los habitantes de una empobrecida zona marginal en el norte de Argentina, y han sido recibidas tardíamente por el viejo lento empleado de la municipalidad Raúl (Raúl Lagge) que las aloja en un lejano edificio anegado y a medio derruir, pero muy pronto las tres se darán cuenta de que su trabajo y su voluntad de prestar está impedido por las condiciones extremas de insalubridad y desnutrición, tornándose repetitivo, previsible y burocrático, limitado a recabar datos sobre las consecuencias del descuido acérrimo y el atroz desempleo / subempleo mal pagado que dominan en la región. La encuesta primigenia delinea, sin mayor urdimbre dramática ni aspavientos, con enorme finura e innombrable sensibilidad, el triple retrato femenino de un estoicismo salvaje que, al enfrentarse a un paraje en el olvido de siglos (como el de cualquier provincia de América Lastima), se torna disonante, casi en el vacío, doloroso. La encuesta primigenia mezcla a sus tres sensitivas actrices con un colectivo entorno de no-actores, adoptando la innovadora aunque paradójica forma de una ficción filmada como documental o una falsa docuficción, con cierta cámara que, cuando no presenta a las féminas en regios planos abiertos escindidas de su entorno o cabizbajas, casi siempre las muestra, sobre todo al interactuar con niños bajos de peso o con paridoras inamovibles (o materialmente arrastrando al hospital a un anciano de rugosos 78 abandonados años), en planos cerradísimos, cual si se tratara en última instancia de un ensayo sobre la mirada de sus heroínas: la arrebatada mirada seductora de Noe, la inconsolable mirada triste de Luchi, la omniacogedora mirada serena de Coco, todas ellas por encima de esos labios invocados en el título que de continuo permanecen reticentes, callados, herméticos, obsesivos, aún anhelantes, básicamente decepcionados. La encuesta primigenia exulta poco a poco en el filo del día a día una apacible serie de vivencias relacionales que, al interior de ese contexto intimista-comunal resultan acontecimientos cruciales: la rutina ritual de los interrogatorios en cine directo con cero música, la dosificadísima lectura fuera de campo de los informes implacables, la enfermedad de Noe tan cariñosa cuan primariamente atendida, la frecuencia cada vez mayor de los rasgueos en off, el cumpleaños de Coco sin pastel pero con bizcochos coronados por gruesas velas, el baile maravillosamente espontáneo en el figón nocturno, la canción popular sobre aquella niña inocente se revienta de súbito sin acompañamiento por un rústico galán local (“Sos un pícaro” / “¿Se me nota?”). Y la encuesta primigenia, en uno de los remates anticlimáticos más económicos e intensos de la historia del cine social latinoamericano, arranca en los pies de las protagonistas sobre la tierra seca, avanza sobre sus perfiles aguzados, luego descubre lentamente desde sus nucas su llegada a un riachuelo donde juguetean unos chavitos y finalmente muestra a las mujeres incorporándose al chapoteo y las salpicaduras endiabladas de los niños, para lograr la comunión con la comunidad tan largamente ansiada, la fusión en la confusión, por encima de los fracasos personales y la adversidad histórica.